17.Río Han

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158 DÍAS DESPUÉS.
Eun Jo.

-Lo sé, lo sé, es una locura -digo al teléfono, mientras mantengo el dispositivo sujeto entre mí hombro y mi rostro.

    Estoy en mi habitación, un cuarto con las paredes de color crudo, sentada en la suave cama vintage, con las piernas apoyadas en la banqueta rosa del tocador, mientras me pinto las uñas de los pies. Mi habitación es amplia y luminosa. A la izquierda está la puerta que da al baño, mientras que en la derecha, se encuentra la puerta que da al clóset.

-Estaba harta de esperar -masculla Lee Min Ha, mi mejor amiga, al otro lado de la línea.

    Mojo nuevamente la brocha en el esmalte, y vuelvo al ataque sobre mi dedo meñique. La pintura de color naranja cubre mi uña y yo sonrío ante el resultado.

-Yo llevo al menos dos meses esperando que salga -digo al teléfono.

-Dice mi madre que estar tanto tiempo frente a la pantalla me va a hacer daño -responde mi mejor amiga, y la oigo soltar un suspiro.

-Mi abuela dice lo mismo. -Miro el resultado. Tengo las uñas del pie derecho pintadas de un fuerte color naranja. Introduzco la brocha en el pequeño recipiente de esmalte, y comienzo a aplicarme una capa de pintura en las uñas del pie izquierdo.
-Los adultos no entienden -suspira mi mejor amiga. -Buyong So me acaba de de mandar un mensaje -informa entonces. -Dice que quiere unirse a la llamada.

-Está bien, está bien. -Muevo los dedos, nerviosa, y me aliso el pelo frenticamente. Pero, por supuesto, es una llamada y Buyong So no va a ver el desastre que estoy hecha. -Únelo.

     Un pequeño pitido hace interferencia en la línea, y una voz masculina saluda:

—Hola, chicas.

-Idiota -oigo decir a Min Ha. -Ya me estoy arrepintiendo de dejarte llamar.

—Min Ha, un placer, como siempre —dice, sarcástico, Buyong So.

—Basta, chicos, basta —intervengo, con un ligero temblor en la voz. La puerta se abre ligeramente para darle paso a la cabeza de Ba Shin, una de las mucamas.

—Señorita, su abuela ya llegó —informa y yo asiento.

—Chicos, creo que la abuela llegó, hablamos luego.


    Cuelgo el teléfono y guardo el esmalte de uñas en un pequeño estuche. Me pongo en pie y salgo de la habitación, sin ponerme las sandalias de andar por casa, para que no se me arruine la pintura. Me dirijo al lugar del que provienen las voces y me encuentro de pie frente a la oficina de la abuela. La puerta está abierta de par en par, y la abuela está sentada en su escritorio, vestida con un traje de punto gris. Frente a ella se encuentra su secretario, el señor Lee, leyéndole un informe.
     Doy dos toques en la puerta, y el hombre hace silencio. La abuela alza la cabeza y me mira.

-¡Eun Jo! -exclama. -Ven aquí mi niña, deja que te de un beso.

   Me acerco a ella y, tras hacer una pequeña reverencia, rodeo el escritorio para besarla en la mejilla.

-¿Cómo ha ido tu viaje, abuela?

-No como esperaba -niega con la cabeza. -Eso me recuerda, te he traído un regalo. -La abuela rebusca en los cajones de su escritorio hasta dar con paquete color caramelo. Me lo entrega. -Vi esto en una tienda y pensé en tí.

SOUL-A. D. Casanova.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora