10.El Matador State Beach

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84 DÍAS ANTES.

Jung

-Este es Marcus Emag -dice Ernest, señalando al recién llegado.

   Observo a Marcus. Aunque es delgado, está cubierto de músculos, y el flequillo oscuro casi le cubre los ojos.
   Conozco a Marcus Emag. Llegó de Alemania hace seis años, justo cuando comenzaba la secundaria, y compartímos casi todas las clases. Marcus forma parte del equipo de fútbol de la escuela, al igual que Zac, Ernest y yo.

-¿No crees que llegas un poco tarde para las presentaciones? -pregunto, enarcando una ceja. -Unos seis años, quizás.

-Ya ya ya. -Ernest alza una mano frente a mi, pidiéndome silencio. -Creo no entendiste. Permite que repita de nuevo. Jung, -comienza, con tono ceremonioso, -deja que te presenta a Marcus Emag, nuestro nuevo pianista.

   Mis ojos se abren de par en par y me incorporo en el asiento.
    Estamos encerrados en el garaje de Ernest, mientras la humedad de mayo se pega a nuestra piel, y el zumbido de las luces hace eco en toda la estancia.
Marcus, algo incómodo, alza una mano a forma de saludo.

-¿Tocas el piano? -pregunta Zac. El alemán asiente. -Eso es genial, tío. En serio necesitábamos uno.

-No solo lo toca -interviene Ernest, pasando un brazo al rededor del cuello de Emag. -Hace maravillas al piano. Entonces ¿qué? ¿Eres parte de o no de esta banda? -pregunta, mirando al aludido.

-Primero hay que escucharle ¿no? -intervengo, tratando de aparentar un aire pensativo, aunque en realidad necesitamos urgentemente un pianista.

   Hemos tocado en varios bares de poca monta y en una que otra fiesta. Y aunque tocamos bien, no somos nada del otro mundo, la verdad. Por lo general solo interpretamos canciones de otras bandas y, de tanto en tanto, colamos una propia.

-Tío, ya le he escuchado yo, y te digo que es genial. -Ernest puntualiza sus palabras uniendo el dedo pulgar al índice, creando un pequeño círculo y levantando los restantes dedos. 

-Ya, pero yo necesito escucharlo -insisto. -Claro, si no te importa, Marcus.

-No, que va. -El moreno se encoge de hombros. -Pero aquí no tengo el piano. Vamos a tener que ir a mi depa.

-Pues vale. -Me pongo en pie, y guardo mi guitarra en su estuche. -Vamos.

-¿Ahora? -pregunta Zac.

-Sí, ahora -asiento. Miro a Marcus: -¿Vives muy lejos de aquí?

-En Pasadena -responde este.

-Ah, entonces vamos.

    Zac y Ernest suben a mi coche, mientras Marcus nós guía desde el suyo.
   Finalmente, nós adentramos en un complejo de apartamentos. Marcus nós guía hasta el estacionamiento, situado debajo del edificio, y sale de su coche. Lo imitamos.

-Vivo en el número 7 -dice, mientras se acerca a nosotros. -Subamos.

    Nós dirigimos al elevador, y luego al departamento. Una vez dentro, veo que no hay muchas paredes. El enorme salón se conecta directamente con la cocina. Una mampara de cristal oscuro le brinda algo de privacidad a, lo que supongo, es la habitación. No hay señales del baño en ningún sitio.
La pared de la derecha está hecha de ladrillos, y de ella cuelga una bicicleta de montañas y un casco, también hay una televisión plasma y un Xbox frente a un sofá de cuero negro.

-Vaya, tío -exclama Zac. -¡Menuda casa!

-Poneos cómodos -pide, dejando las llaves en un cuenco que hay sobre una mesita junto a la puerta. Se acerca a una esquina y de allí saca unos tubos que mueve de un lado al otro hasta armar una base para teclados. -Voy a traer el piano.

SOUL-A. D. Casanova.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora