capitulo 16

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— Tiana, – llamo mi atención Quiero presentarte a Manuel, – señaló al joven que estaba a su lado. — A él deberás cuidar

— ¿Estos es algún tipo broma, verdad?, – fue lo único que pude pronunciar.

Detrás de ella había un joven vestido con un traje de marinerito. 

Ridículo — pensé

Creí que debía cuidar a un niño, nunca me imaginé que al que debía cuidar realmente, era a un hombre joven, el chico estaba detrás de ella. Observándola con atención, mientras ella procesaba lo que yo le acababa de decir, la cara de ese hombre parecía estirarse y hacerse notar que parecía tierno y de confianza.

— No muchacha, esto no es una broma, – expreso la señora.

— Pero... , – mejor preferí callarme por el momento.

— Él es Manuel, – volviendo a señalarlo, mi orgullo, – siguió diciendo la mujer, con entusiasmo.

Seguramente la señora no se daba cuenta, que al que tenía al lado era un tipo ya maduro.

Tal vez no sería que está señora... No, no creo, estoy empezando a especular cosas sin sentido.

— Hola, – saludo Manuel.

— ¿Qué tal Manuel?, – me incliné hasta él, de una forma tierna, así como una persona saluda tiernamente a un niño. — ¿Cómo te encuentras hoy?, que hermoso cachete que tenés, 
Dije agarrando con fuerza sus mejillas, él ni se inmutó.

— Aww me alegro de que empiecen a llevarse bien, – dijo la señora observando la patética escena. — Bueno, yo ya debo irme, – expreso ella — Volveré a las diez, adiós Manuelito. – lo nombró y le dio un abrazo.

El patético sobrenombre con el que lo había nombrado me dio risa, así que tape un poco mi boca para disimularlo, el chico pareció notarlo y me miró seriamente, yo le saqué la lengua. 

La señora se despidió de mi tomo el bolso, que estaba sobre la mesada, y se marchó. Mientras yo observaba a mi alrededor, el ambiente se sentía incómodo. No podía mirarlo a los ojos, siquiera por qué él me perturbaba.

— Hazme una hamburguesa, – dijo.

— ¿Cómo?, – respondí parpadeando.

— Lo que oíste, – volvió a pronunciar.

¿Qué clase de persona desayunaba a las nueve de la mañana una hamburguesa?. Ese alimento era más recomendable comerlo en una cena o almuerzo.

— Lo siento, – hablé 
Pero creo que ya estás bastante grandecito como para que una persona te cocine.

— Sí, pero te contrataron así que es tu deber, por algo te pagan, ¿no?.

Este tipo no era ningún estúpido, se daba cuenta de todo, lo miré fríamente. Él se sentó en una de las mesas del comedor.

— PS déjame decirte que yo no seré esa persona por qué pienso renunciar hoy mismo, no era lo que esperaba, – emití.

— ¿Y qué esperabas?, – Volvió a hablar, levantando su mirada a mi dirección.

— A un niño, esperaba cuidar a un niño.

— Y yo soy un niño, es más, puedo ser lo que tú quieras.

Degenerado — pensé, seguramente él era algún tipo de pervertido. Que se aprovechaba de las pobres jovencitas y por qué no de las señoras mayores también.

— No, no lo haré, – repetí.

— Entonces te pierdes el gran pago que te iba a dar, – dijo tomando un pequeño carrito de juguete que había sobre la mesa.

— ¿Que tan grande era ese pago?, – cuestione, su actitudes eran realmente extrañas.

— Uno tan grande que no te lo imaginas, – hablo serio. —Así que has mi hamburguesa.

— No prefieres un té o café, recalcule lo que él había dicho, tal vez desayunar eso era una mejor idea.

— No, – dijo tajante — quiero una hamburguesa a la de tres. Uno, – empezó a contar, dos...

— Está bien, lo haré, – hablé un poco frustrada. Busque el pan por doquier y todos los ingredientes, — ¿Dónde está el pan?, – hable buscándolo.

— Ahí, — señaló él.

— ¿A dónde no lo encuentro?, – volví a preguntar.

— Por dios, debe estar en la casa, no creo que al pan le haya crecido piernas y se fue corriendo de la casa por qué venías tú, — expreso.








Continuará...

La Niñera Del CeoWhere stories live. Discover now