—Hay una salida de emergencia a pocos pasos de donde vas a estar —comenta como si nada.

—No quiero huir, Bruno —susurro.

—No vas a hacerlo —determina —, pero hay una salida de emergencia justo allí.

—¿Por si decido prender fuego todo? —intento bromear.

Me sonríe.

—Oh, no tengo dudas de eso, cielo —se inclina más cerca —. Mi chica de fuego... —me da un beso suave, apenas rozando mis labios. Mira detrás de mí, donde están los abogados y vuelve a fijar sus ojos en mí —. Es el primer día de tu resurrección, Lex —me recuerda —. Ve, estaré aquí viendo cómo prendes fuego todo, se vuelven cenizas y renaces de ellas.

Tragando saliva con fuerza, me alejo de él. Kaile me sigue. Volteo brevemente para ver que Bruno ya se alejó y yo me detengo justo al lado de Isla.

—¿Quieres ir al baño, beber agua o hacer algo antes de entrar?

Niego. Temo alejarme y no volver, acobardarme y no enfrentar esto.

—Estoy bien —le digo.

Pone su mano en mi hombro y sonríe cuando ve mi mano.

—Me gusta tu anillo, ¿qué ave es?

—Un fénix —le respondo.

—¿El ave de fuego? —asiento —. Bueno, me agrada —me frota la espalda, animándome a caminar —. ¿Vamos?

Killian está delante de mí cuando entramos. Andrei está a mi derecha, Kaile a mi izquierda e Isla al final de todo. Estoy perfectamente rodeada hasta que llegamos a los estrados y apenas veo la sala a nuestro alrededor.

Los tres abogados se acomodan hacia las sillas del centro de la sala y yo quedo al otro extremo. Le indico a Kaile que se acueste, lo que hace, aunque no deja de mirar todo. Me encuentro volteando más de una vez, encontrando a Bruno, a mi padre y a Beth en la primera fila, tal como prometieron. Más atrás, veo a Gemma y a Lianna, hablando con Demian. Cal, Dorian y Marianne están más a la derecha y la profesora de matemática mueve la mano en mi dirección. Owen está con ellos, pero apenas me dedica una mirada. Travis y Adabel están en Rusia, transitando un embarazo un tanto complicado, pero ambos me escribieron en la madrugada, confundidos por el cambio horario.

Algunas de mis compañeras de trabajo —Lisa y Amber — están hablando con mi padre. Una emoción extraña y nauseosa me recorre cuando sigo mirando la sala, notando que, tras nosotros, está llena. Al costado derecho, en cambio, solo hay una mujer que no reconozco.

Sigo mirando, encontrando las expresiones tranquilas de los padres de Mathew, mi ex marido y su esposa, con Mila en brazos. También al resto de mi familia; Isabel y los demás hermanos de mi padre están allí. María y Giselle están juntas y levantan los pulgares para darme ánimo.

Volteo, abrumada.

Hubo momentos de mi vida donde me sentí sola y creí que esta era mi batalla, mía solamente y de nadie más, que no tendría a nadie que me acompañe, que me ayudara a enfrentar este miedo, porque no merecía ayuda. En algún momento, creí que esto había sido mi culpa.

Acaricio el anillo que me dio Bruno, apenas entendiendo el murmullo de voces a mi alrededor. Zaira y mi hija están aisladas porque deben testificar, al igual que Nik, aunque él lo hará como policía.

Muevo mi pie con algo de inquietud, intentando no pensar en nada, pero todo el temor me engulle mientras esperamos a que todas las personas que faltan ingresen. Entran algunos notarios, trabajadores del juzgado y veo a los abogados del monstruo.

Fuego | SEKS #5Onde histórias criam vida. Descubra agora