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Llegar al viernes con calma nunca fue una opción. Admito que no tengo ni idea de los planes que tiene Bruno y estoy un poco ansiosa, pero confío en que no será nada malo.

Al menos no estoy teniendo pesadillas, estoy descansando bien y, dentro de lo posible, mi vida está encaminada en las cosas que antes ni siquiera quería nombrar.

Como Katia ya está con su padre, solo somos Kaile y yo, así que la saco a caminar para que gaste energía. No sé si realmente Bruno planea secuestrarme pero espero que recuerde incluir a Kaile en sus planes.

Para cuando quiero darme cuenta, ya es de tarde y Bruno llegará a buscarme en cualquier momento, así que voy a la habitación para terminar de preparar mis cosas. Fue bastante claro en la idea de que no regresaré a mi casa hasta el domingo por la tarde, así que debo llevar ropa, teniendo en cuenta que conoceré a la madre de Travis y es algo que me pone tan nerviosa como si fuera la familia de Bruno. Nunca fui buena con estas cosas y estoy un poco ansiosa.

Pongo todas las cosas esenciales en el bolso e incluyo el alimento de Kai.

Luego, reviso mi teléfono, notando un mensaje de Bruno diciendo que pasará a buscarme en diez minutos y el pánico me invade. No, no es pánico, porque no es un sentimiento negativo, ni me da miedo, es... excitación y creo que lo confundí con el pánico porque, de igual modo, la premisa aceleró mi pulso.

No pasa mucho tiempo para que el timbre de la casa suene y Kaile ladre, moviendo la cola. No sé si lo intuye o lo huele, pero apostaría mis moldes para pasteles a que sabe que es Bruno el que acaba de llegar.

Camino hacia la puerta con una sonrisa nerviosa y abro, encontrando al hombre al otro lado. Sigue con su uniforme y luce... guapo.

Probablemente estoy ovulando, sí. No es que él me guste o me parezca atractivo. Quiero decir, sí es guapo y sí me gusta pero... Deja de mentirte a ti misma.

—Hola —sonrío.

—Hola —sonríe él también y, aunque lo espero, me sorprende cuando me besa. Hoy no está Katia, ni hay nadie alrededor, así que no se reprime, ni se mantiene apto para todo público.

Baja las manos por mi espalda, hasta mi culo y lo aprieta.

—¡Oye! —me quejo.

Sonríe, pero hay algo un poquito triste en sus ojos que me hace fruncir el ceño, aunque quizás estoy exagerando y veo cosas donde no las hay.

—¿Nos vamos? —pregunta.

—¿Estás bien? —no puedo evitarlo, llevo mi mano a su mejilla y lo observo.

—Si, ¿por qué no lo estaría? —me sonríe, pero sigue luciendo... apagado.

—No lo sé, luces triste —trago saliva —. ¿Pasó algo en el trabajo?

—No fue un buen día —admite, segundos más tarde —, pero no quiero hablar de eso —añade —. ¿Por qué no buscas tus cosas para que podamos irnos? —aprieto los labios y asiento. Él lleva a Kaile al coche y lo observo acariciarla y dejar que ella lo impregne de la serotonina animal, pero sigue habiendo algo que me preocupa.

Es molesto, porque quiero borrar esa expresión triste de su rostro, pero no sé cómo. Ni siquiera sé qué se supone que pueda hacer.

—¿Qué quieres cenar? —le pregunto, cuando ambos estamos dentro del vehículo.

—Pensaba detenerme a comprar pizza de dudosa procedencia —me da una sonrisa leve —, algo rápido.

Hago una mueca de rechazo.

—Puedo cocinar.

—Lo sé, eres muy capaz de hacerlo —dice, mientras se detiene en un semáforo —, pero no eres mi cocinera, Alexis.

Fuego | SEKS #5Where stories live. Discover now