6

37.1K 4K 2.6K
                                    

Alexis

Froto mi piel con fuerza hasta que arde y se enrojece, pero no me siento limpia. No importa cuantos años pasaron, la sensación de estar sucia me persigue desde hace muchos años, desde mi infancia.

Es gracioso como cualquier cosa puede ser un detonante. Una charla, una cerveza, un aroma... la hipersensibilidad al entorno me pone paranoica y, al menos, el vapor de la ducha y la quemazón en la piel logran calmarme después de un rato.

No sé cuántas capas de piel me habré arrancado a lo largo de mi vida, intentando limpiar el toque asqueroso de las personas que me dañaron, pero la sensación nunca se va.

Nunca.

Respiro y suelto el aire, repitiendo el proceso de forma mecánica hasta que soy capaz de hacerlo sin pensar en tener que hacerlo. Cierro el grifo y dejo que mi propia respiración llene el baño, mientras me envuelvo en la toalla. El espejo me devuelve una imagen algo rasguñada de mi piel y me toco los raspines que causé con la esponja.

Suspiro y busco una crema para evitar que se ponga peor.

La conversación con Bruno me alteró. Revivió el callejón y mi infancia, otro laberinto oscuro en mi mente que no quiero tocar.

—Respira y suelta el aire —me digo a mí misma, mientras camino a la habitación y busco un pijama.

La noche estuvo bien y me maldigo a mí misma por dejar que mi propia mente lo arruine todo. Quiero decir, he escuchado las historias de Zaira poniendo límites en el hospital, peleando con los familiares de los pacientes cuando no la dejaban hacer su trabajo y también la historia de Lena rompiendo una nariz por no entender los límites y yo... yo tiemblo cuando un hombre me aborda en el bar.

Estoy segura de que el tipo solo quería hablar y coquetear, pero en ese momento se sintió como si me estuviera diciendo que iba a arrojarme al suelo y matarme.

¿Por qué no puedo ser valiente como ellas? ¿Por qué no puedo poner límites?

Porque te asusta, recuerdo las palabras de mi psicóloga y resoplo, porque cuando dices que no, temes a la reacción, temes que se sobrepase ese límite.

Logro calmarme y me meto en la cama, con la tranquilidad de que mi hija está con su padre, así que cierro los ojos, pero un mensaje de Zaira me interrumpe.

Zai: Qué tal las cervezas?

Alexis: Bien...

Zai: Ese bien no sonó bien para mí, quieres q t llame?

Alexis: estas trabajando.

Zai: tengo un rato libre :)

Cuando le digo que sí, tarda pocos segundos en llamarme. A pesar de que estoy en la cama, acepto la videollamada y la veo en su uniforme celeste, con una taza de café en las manos.

—Cuéntame —dice, acomodando el teléfono sobre algo para mirarme.

—La cagué, Zai —resoplo, frotando mi rostro —, siempre la cago con Bruno, parece que mi cerebro siempre...

—Siempre te vas a autosabotear —murmura —, y será así hasta que comprendas que eres merecedora de amor, cariño y buen sexo —me da una sonrisa leve —, pero dime, ¿Cómo la cagaste esta vez?

—Casi tengo un ataque de pánico —admito —, pero lo controlé.

—¿Qué sucedió?

—Fui al baño y cuando salí un hombre me abordó, me dijo que era bonita, nada malo —explico —, y me paralicé. Yo... no pude pedirle que me dejara, no pude moverme, no pude hacer nada —resoplo, enfadada conmigo misma —, y Bruno llegó. Puso su mano en mi hombro y le dijo que se alejara.

Fuego | SEKS #5Where stories live. Discover now