40

35.4K 3.6K 1.1K
                                    

Mi admisión sobre los recuerdos hace que no pueda dormir. Aunque lo intento, la ansiedad por tratar de recuperar más cosas me invade y el miedo de lograrlo me persigue.

Sí, quiero recordar, pero sé que con las partes bonitas también vendrán las partes feas y no estoy muy segura de poder soportar eso.

A pesar de que está asomando el sol, Bruno sigue despierto también. No he dejado de hablar, lo admito. El nerviosismo me vuelve una parlanchina de primera, pero él parece bastante cómodo mientras pongo en palabras todo lo que va llegando a mi mente. También me siento más cómoda. Si bien no fui ajena a su tacto durante estos días y sabía perfectamente que él es era una persona en quien podía confiar, tener presente lo que pasamos juntos, más allá de lo que él pudiera decirme o Zaira, me hace respirar con calma.

No me había dado cuenta de lo vacía que me sentía... o sí, pero intentaba ignorarlo.

—Deberíamos dormir al menos un par de horas —me dice Bruno en un susurro. Su brazo descansa pesadamente sobre mi cadera y su respiración choca contra mi piel, erizándose —. Todavía tienes que descansar.

—Está bien —sé que probablemente no voy a hacerlo, pero cedo y me acomodo más cerca de él, aunque es casi imposible —. Lo lamento, no quería mantenerte despierto.

—Puedes mantenerme despierto todo el tiempo que quieras, cielo —acerca su boca a la mía, apenas rozando mis labios —, pero, por mucho que me guste escucharte y saber que nos estás recordando, también necesitas descansar.

—Lo sé —cierro los ojos y suspiro.

—¿Recordaste algo sobre ese día? —apretando los labios, niego. Es cierto, no recuerdo nada después de la boda de mi compañera de trabajo, a la que fui con Bruno. Desde ese momento, todo es un borrón incomprensible hasta que desperté en el hospital.

Pero al menos tengo los recuerdos buenos.

—No, nada —digo finalmente —. ¿Crees que lo que dijo Killian sobre la hipnosis sea una buena idea?

Tuerce sus labios en una mueca.

—No lo sé. Albert debería decidir eso.

Trazando la línea de tinta que se asoma por el cuello de su camiseta, suspiro.

—Dijo que debía ir a su consulta la próxima sesión.

—Eso es bueno.

—No quiero hacerlo, no estoy lista —trago saliva —. Has visto... Has visto cómo me puse la otra noche, apenas pude salir y caminar unos pasos.

—Fuiste al cuartel —me recuerda —, y también estás aquí ahora.

—Es diferente —intento explicarle —, tu casa o el cuartel no me asustan.

—¿Y qué es lo que te asusta?

—La calle, supongo. Estar allí, sola, pensar en que pueda pasar algo... No lo sé, no sé explicarlo.

—¿Te sentirías más segura si alguien fuera contigo?

—No sé.

—¿A qué hora es?

—No lo recuerdo —le miento porque no quiero que deje el trabajo o sus planes para ir conmigo, porque es algo que debería ser capaz de enfrentar sola aunque la idea me aterre.

—Luego me lo dices —determina.

Le sonrío.

—Que te recuerde no significa que debas volver a ser un mandón conmigo, Bruno.

Se ríe por lo bajo.

—Que me recuerdes no significa que debas volver a ser una descarada, Alexis —replica —, así que obedece y duerme un poco.

Fuego | SEKS #5Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin