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-Dahyun, puedes sentarte.-Dijo la maestra con una cálida sonrisa. A la pequeña Jihyo le parecía una niña intimidante ya que no estaba sonriendo. La niña se sentó detrás de la coreanita, provocándole escalofrios.

-¿C-crees que sea m-mala?-Le susurró la más pequeña a Jeongyeon, quien negó con una sonrisa en su rostro.

-No lo creo ¿Acaso conoces algún villano que se llame Dubu?

-No se llama así, se llama Dahyun -Dijo la de cabellos castaños entre risas, cosa que llamó la atención de la niña de atrás.

-Shhh... No se puede hablar en clases.- Pronunció con seriedad, sin quitar sus ojos de su cuaderno donde parecía estar escribiendo algo.

-¿Qué hac-...?

-Niñas, silencio. A no ser que quieran compartir sus ideas con la clase.- Interrumpió la maestra, haciendo que todos se callen de inmediato y así prosiguió con su clase.

La clase de matemáticas fue aburrida, al menos para todos menos Jihyo, quien estaba haciendo su mayor esfuerzo para que el tiempo pase más rápido y poder ver a la japonesa del otro curso. Cuando sonó la campana, la pequeña coreanita salió disparada hacia fuera del aula, recibiendo un "No corran por los pasillos" de parte de la maestra, pero no le dio importancia. Esto era más importante.

Sus piececitos golpeaban el suelo, llamando la atención de los demás niños que se preguntaban la razón de su apuro. No le importaba que la miren porque no necesitaba la atención de ellos. Necesitaba la atención de Sana.

-¡Sana!- Exclamó la pequeña niña al ver a su amiguita. Se acercó a donde estabal ella y se sentó a su lado. La japonesa le sonrió y el mundo de Jihyo se volvió color de rosa.- ¿T-te gustaría que compartamos el almuerzo? Sería genial ser a quien le des la última oreo.- Dijo algo nerviosa jugando con sus manitas.

-¡Claro, Hyo!-Dijo Sana sonriente y sacó su almuerzo de su pequeña lonchera de pingüinitos. ¿Qué trajiste para comer?

-¡Traje gomitas!-Levantó el paquete de ositos de goma lo más alto que pudo, mostrándolo orgullosa.-¿T-te gustan?

-Me encantan.- Respondió la niña japonesa, quien se armó de valor y tomó la pequeña y cálida manito de Jihyo, haciendo que la nombrada se vuelva un pequeño tomate sonriente.

Así pasaron el almuerzo entre risas, miradas y manitos sudadas. Ya casi terminaban de almorzar.

-Bien, la última oreo. Ten, es para ti.- Dijo la japonesa con una tierna sonrisa, extendiendo su mano con la galleta en esta. Jihyo estaba por tomarla pero alguien se puso entre ellas y la tomó.

-Vaya ¿Para mi?-Dijo burlona la niña del lazo rojo, comiéndose al instante la galleta. ¡Que considerada!-Exclamó Momo con la boca llena y dirigiéndole una mirada de asco a la pequeña.

El corazoncito de la coreanita sintió algo de
miedo, haciéndola levantarse por instinto
de ahí.

-Que buena idea, jisoo. Déj-

-Se llama Jihyo. -Interrumpió Sana con molestia.

-Sí, como sea. Bueno, como iba diciendo, déjanos a solas así Sana se queda con sus verdaderas amigas.- Chaeyoung, amiga de Momo y prima de Jihyo, rió a causa del comentario de su compinche.

Jihyo infló sus mejillas y se fue corriendo al baño de la escuela. Como iba muy rápido, con la mirada baja y con los ojitos llenos de lágrimas, no vio que había alguien en aquel lugar. Se dio cuenta de su presencia al momento que su cuerpecito chocó con esta persona, haciendo que la pequeña caiga de pompis al suelo.

-Oh, lo siento, chiquita.- Se disculpó la niña algo mayor con la que se había estrellado la menor. Extendió su mano hacia Jihyo con la intención de ayudarla. La pequeña dudó pero aceptó su ayuda.

-L-lo siento. No estaba prestando atención...- Se disculpó apenada la coreanita. -Soy Jihyo.-

-Hola, Jihyo, soy Tzuyu .- Le entregó una gran sonrisa a la más pequeña.

𝗧𝗿𝗲𝗲𝗵𝗼𝘂𝘀𝗲 𖦹 SAHYOWhere stories live. Discover now