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Después de varias sesiones de abrazos, almuerzo, más abrazos, merienda, juegos, cena y un abrazo más, las niñas debían volver a sus casas para dormir ya que mañana tenían clases.

-Jihyo, estuviste casi todo el día en el patio y no tuviste tiempo para contarme cómo te fue con la mamá de Jeong.- Dijo la señora Park, haciendo un puchero y luego rió a la vez que arropaba a su hija con sus mantas con estampado de Unicornios.

-No sé, pero parece tonta.- La mayor de las Park abrió sus ojos con sorpresa. Su hija no solía faltarle el respeto a sus mayores, algo habrá hecho.

-¿Por qué dices eso, mi bebé?-Preguntó curiosa su madre, acariciando los cabellos castaños de Jihyo.

-Dice que las niñas no pueden amar a otras niñas.- Soltó haciendo un mohín con sus labios. Estaba algo nerviosa porque no quería decirle a su madre que le gustaba una niña, no aún.- Es tonto porque muchas niñas aman a otras niñas.-

-Oh, Jihyo. No te preocupes. Hay gente que piensa de esa manera porque tienen miedo de lo desconocido y eligen atacarlos.- Respondió con una sonrisa. -Y... Si lo dices porque te sientes atraída a una niña, o tal vez no, no te olvides que eres mi hijita, mi niña linda, nunca impediría que fueras feliz por amar a alguien.-  Los ojitos de la mini coreanita se llenaron de brillos y algunas lágrimas. Se había conmovido con lo que le dijo su mami. La abrazó con todas sus fuerzas. -Ve a dormir, Jihyo. Dulces sueños.-

Después de recibir un besito de buenas noches, durmió como un bebé. Soñó con los abrazos de su amiguita, la Capitana Hamster. El nombre es genial ¿no creen? Lo había estado pensando desde su primer encuentro en la casita del árbol.

Se despertó porque su mami fue a levantarla para que vaya a la escuela. La pequeña se preparó con mucha energía porque estaba ansiosa por ver a Sana en la escuela. No iban a la misma clase, pero podrían verse en el recreo y, tal vez, tomarse las manos.

Su madre la dejó frente a la entrada del colegio y la pequeña Jihyo se despidió de su mamá con un besito en la mejilla. Seguidamente, corrió a toda velocidad al interior del edificio.

Sentada en una banca, esperando que llegue alguno de sus amiguitos, estaba sentada Sana, columpiando sus piecitos de adelante hacia atrás. Escuchó unos pasitos que llamaron su atención y, como pensaba, allí estaba Jihyo, corriendo con sus shorts azules, camiseta blanca y su cabello recogido en dos tiernas coletitas.

-¡Sanashine!- Gritó con emoción desde el otro extremo del pasillo, avanzando rápidamente a donde estaba la japonesa que le provocaba mariposas.

Cuando estaba a punto de llegar a ella, alguien se puso en su camino.

-Sana, vámonos. Tenemos que llegar a clases para que no nos quiten nuestros asientos.- Jihyo solo logró ver su espalda, pero podía distinguir claramente quien era. Ese cabello recogido con un lazo rojo, uniforme impecable y mochila cara. Sin duda era la Hirai Odiosa.

-P-pero...- Titubeó Sana, tratando de ver a Jihyo, pero su otra amiga no la dejaba. - Bien, vámonos.- Bufó desanimada y la siguió, no sin antes voltear a ver a Jihyo susurrarle "Lo siento". Eso hizo que la mayor de las japonesas sonriera con malicia, mostrando sus dientes.

La pequeña coreana las siguió algo triste para encontrar un momento para charlar Sana, pero fueron directamente a su salón y ella no podía estar allí. Solo se quedó observando desde la puerta y jugando con sus manitas. Sana de vez en cuando, le dedicaba unas sonrisas leves para reconfortarla.

El timbre sonó y tuvo que ir a su salón también. Saludó a la japonesa sacudiendo su mano en el aire y con una sonrisa que denotaba un poco de tristeza. Caminó a paso lento a su aula y, cuando llegó, había una niña pequeña junto a la maestra, quien la estaba presentando ante los demás estudiantes. Jihyo sólo fue a su asiento, donde una enérgica Jeongyeon la saludaba con emoción.

-Niños, ella será su nueva compañerita. Se llama Kim Dahyun.

𝗧𝗿𝗲𝗲𝗵𝗼𝘂𝘀𝗲 𖦹 SAHYOWhere stories live. Discover now