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El sol se asomaba por las ventanas de aquella casita en la que dormían las dos niñas. La lluvia había parado y los rayos de luz se posaban en la cara de Sana. La japonesa frotó sus ojos y procedió a abrirlos, encontrándose, frente a ella, a la carita de la menor quien se encontraba aún durmiendo, con los brazos alrededor de la mayor.

-J-jihyo... Murmuró Sana. Aquel contacto la hacía sentir nerviosa, pero no quería despertarla. Era adorable como Jihyo podía estar tan tranquila y pacífica, mientras que cuando está despierta es una bolita de energía.

Sana suspiró y la dejó allí un rato más, sin moverse para no despertarla. Miró alrededor y notó que a través de la ventana se veía algo colorido ¡Era un arcoíris! Jihyo amaría ver eso.

-Jihyo, despierta.- Sacudió su hombro suavemente y solo recibió un quejido de parte de la más pequeña.

-Mhm... Quiero abrazar a Sana un ratito más...- Habló la menor aún algo dormida, abrazando a la japonesa un poco más fuerte.

-Pero Jihyo, hay un arcoíris afuera ¡tienes que verlo! —Sana quería mostrarle aquel fenómeno natural a su amiga, pero esta no quería dejar de abrazarla. Eso le dio una idea a la mayor. -Si te levantas, podemos seguir abrazándonos despiertas.

Los ojitos de Jihyo se abrieron de inmediato, con un brillo especial. Rápidamente se levantó de aquella cama de mantas y tomó las manos de Sana, ayudándola a levantarse también.

-Wow ¡mira esos colores!- Exclamó Sana, señalando al inmenso arcoíris que se veía por la ventana. Jihyo se quedó ensimismada con aquellos brillantes colores. Sus ojitos estaban bien abiertos y su boca en forma de una gran sonrisa.

-Vaaaya ¡es increíble!- Jihyo estaba tan emocionada por lo que estaba presenciando, que no se dio cuenta que Sana no lo estaba viendo. La japonesa tenía sus ojos puestos sobre la menor, observando lo linda que se veía en ese momento.

Al cabo de unos minutos, Jihyo se giró para ver a Sana y recordó la promesa que esta le había hecho.- Sana, tenemos que abrazarnos, lo prometiste.-

Sana se sorprendió, recordando lo que le había dicho antes de que ella despierte. Dudó un poco y Jihyo notó eso, así que hizo un pequeño puchero y la japonesa suspiró.

-Está bien, te lo prometí y debo cumplir.- Eso hizo que una sonrisa se dibujara en el rostro de hyo. La japonesa se acercó con los brazos abiertos v la menor amarró sus brazos alrededor de su cintura. Sana puso sus manos en la espalda de la más pequeña y sonrió ligeramente.

-Sana, ¿Qué haces con la rarita?- Esa voz irritante le era muy familiar a Chae. Era Momo.-¡Ven a jugar con nosotras! ¡Deja a esa bebé!- Se burló la japonesa mayor y la más pequeña se separó de Sana con la cabeza gacha.

-Hyo...- Sana no quería dejar a su nueva amiga, pero Momo también era su amiga. La conoce desde que tiene memoria ya que los padres de Momo eran amigos de los de la japonesa.

Jihyo estaba sentada en el suelo de su casita, abrazando a su unicorniode peluche. Algunas lágrimas amenazaban con salir de sus ojitos.- N-no pasa nada, S-Sana. Ve con ellas. Y-ya estoy acostumbrada a e-estar solita...- Se limpió las lagrimas con su brazo y apoyó su cabeza en sus rodillas, mirando hacia otro lado.

-Lo siento mucho, Jihyo...- Escuchó esas palabras y su pequeño corazoncito se rompió en mil pedacitos. Pudo escuchar los pasos de Sana alejarse lentamente y bajar de la casita.

𝗧𝗿𝗲𝗲𝗵𝗼𝘂𝘀𝗲 𖦹 SAHYODonde viven las historias. Descúbrelo ahora