XXVIII

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El final

Lia hizo parte del recorrido en una lancha y luego la otra parte a pie, aunque a su tiempo, debido a la herida en su estómago.

Cuando regresó a la granja, no la recibieron con flores.

No estaba segura de cuando tiempo había pasado.

Max estaba sentada en el porche, jugando con Fred.

El gato se frenó en seco al verla, pero no corrió hacia ella. Más bien inclinó su pequeña cabeza, como si no la reconociera.

Max se puso en pie lentamente, mirándola fijamente a los ojos, pero Lia no le pudo sostener la mirada.

—Volviste —pronunció la niña.

—Sí —su voz salió amortiguada.

La niña se acercó despacio.

Lia pensó que la golpearía, que le gritaría, pero en su lugar la abrazo.

—No vuelvas a dejarme —le dijo.

—Lo siento —le dijo a Max.

La niña la abrazó con más fuerza.

—Entremos —le pidió Lia.

Max la guio hacia el interior en silencio. Fred les seguía el paso, intentando cazar un cordón que se había desatado del zapato de Lia.

—¿Estás herida? —le preguntó Max al notar la sangre esparcida en su remera.

Lia negó.

—Ya me hice cargo —le dijo, mirando a su alrededor.

Todo parecía estar en su lugar. Todo parecía estar justo como había estado antes de irse.

Max se balanceó sobre sus pies, incómoda.

—Está en el granero —le dijo.

No hizo falta que aclara a quién se refería.

Lia asintió, avanzando hacia Max.

La tomó por los hombros y le dio un abrazo.

—Gracias —le dijo, luego de alejarse y salir de la casa.

Caminó bajó el sol, con los ojos entornados, intentando divisar a Ellie.

—¡Max! —oyó su voz desde el granero—. ¡Max!

—¿Necesitas ayuda? —preguntó Lia cuando entró.

Ellie, de rodillas junto a las cabras, se puso en pie de un salto.

No pronunció palabra. No se movió. Solo la miraba fijamente.

Lia agitó su mano, saludándola.

No sabía cómo actuar.

—La encontré —pronunció.

—¿La encontraste? —repitió Ellie.

Su voz era fría, congelada, desconfiada. Casi irreconocible para Lia.

Le recordó a la primera interacción que habían tenido, tiempo atrás, en el comedor de Jackson.

Lia asintió.

Los ojos verdes de Ellie se clavaban en el cuerpo de Lia como puñales. Filosos, sin miedo, sin piedad.

—Pude hablar con ella —le dijo.

—Genial.

Los ojos de Lia se aguaron ante la indiferencia de Ellie. Se llevó una mano al estómago, adolorido por la contracción repentina al evitar el llanto.

Ellie siguió su movimiento, fijándose en su remera ensangrentada, pero no dijo nada.

—Lo siento —le dijo.

—¿Por qué?

Ellie no se movía.

—Por dejarte cómo te deje. Yo... pensé que sería lo mejor.

Ellie inclinó la cabeza, cruzándose de brazos.

—¿Para ti o para mí? Porque te aseguro que no tienes idea de que es lo mejor para ninguna de las dos.

Sus palabras la atravesaron como dagas.

—Ellie, no lo hice para lastimarte...

—Ese es el problema, porque lo hiciste. Y no solo a mí, también a Max, Dina, Tommy, todos estuvimos preocupados por ti.

—Les deje una nota...

—Claro, porque las notas nos dejaron muy tranquilos.

—Ellie...

—No, Lia. Vas a escucharme con atención.

Ellie dio un paso al frente, apuntándola con su dedo índice.

—Nos heriste. Me heriste. Y no me importa porque lo hiciste. Solo pensaste en ti. No en mí, no en Max. En ti y solo en ti. ¿Cómo piensas que estuvimos todo este tiempo al no saber nada? Te dimos por muerta. Varias veces —Ellie agitó la cabeza. Su cuerpo se balanceaba de un lado al otro—. No quiero esta mierda de nuevo, Lia.

—Pero ya está hecho. Pude hablar con ella, decirle todo lo que necesitaba. Ya está, Ellie. Quedó atrás.

Lia avanzó, pero Ellie retrocedió.

—Me hablabas de olvidar, de sanar y no sé qué otras mierdas —le dijo—. Querías que hablara contigo. Pero tú no lo hiciste conmigo, Lia. ¿Lo entiendes? Fuiste una hipócrita al dejarnos como lo hiciste.

Lia asintió, alejando las lágrimas de su rostro.

—Lo siento muchísimo, Ellie. En verdad. No sé qué puedo decir o qué puedo hacer para...

—Nada, Lia. Ahora no puedes hacer nada. Estoy... estoy dejándolo atrás por mi cuenta y quiero que siga siendo de esa manera.

—Tiempo, entonces —dijo con la voz amortiguada.

—Tiempo —repitió Ellie, saboreando las palabras.

Lia asintió, comprendiendo.

—Bien, volveré a Jackson. Hablaré con Tommy y María y quizás me dejen quedar allí.

Ellie asintió.

—Sí.

—Bien.

Lia dio media vuelta y avanzó hacia la salida. A medio camino, se detuvo abruptamente, sufriendo un déjà vu.

Una vez más se separaban, quizás para siempre.

—¿Puedo abrazarte? —le preguntó.

Ellie la miraba fijamente, con los ojos entrecerrados.

Asintió, haciendo un gesto con sus manos.

Lia se acercó cabizbaja y se dejó envolver y Ellie dejó que la envolviera.

Extrañaban el calor de la otra, la firmeza que les otorgaba.

—Te amo, Ellie —le dijo cuando se separó porque no sabía cuándo podría volver a repetirlo.

Ellie no le respondió de vuelta.

A whistle in the wind | Ellie Williams (tlou)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora