II

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Hogar

Lia estuvo todo el día encerrada en el departamento, espiando cada tanto por la ventana y viendo a los pobladores pasearse de aquí para allá.

También se había bañado. El agua se había llevado todo rastro de putrefacción que traía consigo, dejando solo a la chica de cabellera castaña y ojos marrones. La chica que tenía una pequeña marca de nacimiento sobre su hombro derecho y una infinidad de tatuajes en ese mismo brazo.

La chica que tenía un piercing en su labio y la que no veía muy bien porque su vista fallaba en largas distancias.

También había guardado su cuchillo bajo la cama.

Y en la tarde, tal y como había dicho, María había vuelto con un bolso repleto de ropa, la mochila de Lia y un collar entre sus manos.

—¿Qué es esto? —le preguntó, enseñándoselo.

Era un collar de acero, con la insignia de una luciérnaga estampada en una medalla.

—El símbolo de Las Luciérnagas —respondió Lia.

—¡No me digas! —le dijo María, tirando la bolsa y la mochila a los pies de Lia—. ¿Por qué lo tienes?

Lia recogió su mochila y la colgó en su hombro. Suspiró antes de responder.

—Antes era parte de ellos, pero hace años no me asocio —le dijo.

María hizo una mueca.

—¿Por qué no lo mencionaste antes?

—No me preguntaste —Lia se encogió de hombros.

—¿Eres consciente de todo lo que han hecho? ¿De todo lo que han causado? —preguntó María con los dientes apretados.

—¿Por qué crees que me fui?

María la miró fijamente, hasta que tomó la mano de Lia con brusquedad y depositó el collar en ella.

—¿Me tengo que ir de aquí también? —preguntó. María ladeó la cabeza.

—No —respondió—. Solo quería una explicación.

Lia suspiró, cansada.

—Mira, sé que no es fácil integrarse en un grupo, y muchos menos aceptar a alguien que no conoces en tu hogar. Pero te juro que no planeo nada —ladeó la cabeza—. No tengo ni idea de las cosas por las que deben haber pasado ustedes, pero no son los únicos que han sufrido.

María parpadeo sorprendida.

—Entonces entiendes que quiero proteger a mi gente.

Lia asintió.

—Bien —concedió María—. Te dejaré tranquila. Pero mañana quiero que estés a primera hora frente a las puertas de Jackson. Saldrás a patrullar con un compañero —dijo.

Lia asintió una vez más y antes de que María se fuera, recordó la pregunta que quería hacerle apenas la viera.

—¿Tienen radio aquí? ¿O algo en lo que pueda escuchar un disco?

María alzó las cejas y se cruzó de brazos.

—Supongo que algunos tendrán, sí, pero no creo que pueda conseguirte algo. ¿Qué quieres escuchar?

—Un cd que encontré en el librero —le dijo, sin dar muchos detalles. María asintió.

—Si tu compañero mañana te lo permite, quizás puedas explorar un poco más allá y conseguirte una radio —le dijo la mujer. Lia le regaló una sonrisa ladina.

—Lo tendré en cuenta, gracias.

María se despidió luego de un incómodo silencio en el que ninguna sabía que decir.

Lia llevó el bolso con ropa hasta la habitación, en la que solo había una cama doble, un armario y una mesa de luz.

Dio vuelta el bolso sobre la cama y acomodó la ropa en el armario. No iba a probársela, pero por lo que veía, todo parecía ser de su talle.

También cambió su cuchillo de lugar y lo colocó en el cajón de la mesa de dormir. Así sería más fácil alcanzarlo en caso de que se presentara algún peligro.

Revisó su mochila, en la que tenía un poco de su ropa y abrigo. La lata de arveja y las botellas vacías seguían allí.

Volvió a la sala y se sentó en el sillón, sintiendo una calidad reconfortante.

Suspiró, sin poder creer que estaba allí.

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Es algo corto, pero necesario. 

Espero que les guste, gracias por leer <3

A whistle in the wind | Ellie Williams (tlou)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang