treinta y uno

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La medianoche llegaría en cualquier momento. Ningún alumno recorría la sala común de Ravenclaw. Había sido un día largo: semana de entrega de trabajos sumado a la escena de la pared escrita y la señora Norris petrificada era una escena difícil de procesar.

Por suerte, muchos pudieron continuar, y ahora se encontraban durmiendo plácidamente.

Menos Emma.

Había estado jugando cuidadosamente con la bola de cristal. ¿Lo tenía permitido? No, pero quería aprovechar la situación donde todos estaban distraídos para usarla.

Al día siguiente era el primer partido de quidditch del año: Gryffindor contra Slytherin. Hace un año estaba ayudando a Oliver con sus nervios, ahora seguramente Meg se encargaría de eso, de alguna extraña manera.

Una mueca de asco se formó en su rostro al imaginar esa situación.

Aún le llemaba mucho la atención la relación de ambos. Oliver le dijo que no eran novios, pero porqué seguían tan juntos siempre, porqué actuaban como si lo fueran. Y sobre todo, porqué aún seguía persiguiendola.

Igual le encantaba que sigan hablando. Aunque no le gustaba cuando Oliver pareciera olvidar de la existencia de Meg y le coqueteaba.

Meg no sólo era preciosa, sino que también era una buena persona con cualquiera que se le cruzará. A veces pensaba que Oliver no se merecía a alguien como ella, mucho más porque estaba teniendo actitudes similares a las de su primo cuando estaba con ella.

No le gustaría verla mal por Oliver. Ella ya había pasado por eso en las vacaciones, dos veces.

Un portazo la devolvió a la realidad.

- La próxima vez que nos toque vigilar los pasillos en esta guardia quiero que seas puntual, Nate - escuchó que decía una voz femenina detrás de ella.

Una voz que detestaba desde primer año.

- Penélope, estaba terminando la tarea de pociones. Además, no nos tocaba la vigilia de hoy. No entiendo para que pediste cambiar los días - se defendió el chico.

- Porque mañana no tenemos clases - le dijo - Más te vale que no se vuelva a repetir - lo amenazó y subió las escaleras a las habitaciones de las chicas.

Nate cerró sus ojos y suspiró.

- Parece que los prefectos se llevan increíble - comentó Emma, asustandolo.

- Pensé que ya estaban todos durmiendo - respondió y se acercó para sentarse junto a ella, notando la bola de cristal sobre la mesa - ¿Y eso? -

- ¿Me tengo que preocupar de que le digas a alguien que estuve jugando? -

Nate le sonrió y se sentó junto a ella.

- No, pero no quiero que nada malo te pase. Deja eso hasta que tus poderes se estabilicen -

- Yo no te digo cómo ser prefecto, tú no me digas cómo manejar mis poderes -

El sonido del reloj de la sala común marcando la medianoche los distrajo a ambos. Ya era sábado. El primer partido del año. Otro 15 de octubre pasándolo en Hogwarts.

- Feliz cumpleaños - le susurró Nate.

- Gracias -

- Prometo que este año no habrá un tiramisú rancio -

Emma sonrió ante ese recuerdo del año anterior.

Nate era lindo, inteligente y dulce. Lo había conocido en el tren en primer año. El más chico de la familia Horowitz hizo conexión con los primos Collins desde el primer momento en el que hablaron. Ambos lo sabían todo del otro. Le encantaba la clase de persona que era, no sólo con ella, sino que con los demás también.

𝒕𝒉𝒆 𝒘𝒂𝒚 𝒊 𝒍𝒐𝒗𝒆𝒅 𝒚𝒐𝒖 {𝒐𝒍𝒊𝒗𝒆𝒓 𝒘𝒐𝒐𝒅}Where stories live. Discover now