quince

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Desde muy pequeña, las pesadillas eran una compañía diaria en las noches de Emma. 

De pequeña decía que veía cosas. A veces era un hombre, otras veces a un monstruo. El primero siempre intentaba charlar, el otro sólo la asustaba.

Era como si intentarán decirle algo.

Su madre la había llevado a diferentes doctores, pero ninguna medicación lograba tranquilizarla.

Con el pasar de los años, y con ayuda de su gran talento con la bola de cristal, esas pesadillas fueron desapareciendo, pero el insomnio continuaba atormentandola.

Tal como esa madrugada de lunes, donde eran las dos de la mañana y su cabeza no la dejaba descansar. Ni siquiera sabiendo que había tenido un fin de semana bastante movido y le esperaba algo similar esa semana.

Las mantas que la cubrían fueron tiradas a un lado de la cama y Emma decidió levantarse.

Obviamente, todas sus compañeras estaban dormidas, incluso podía jurar que Grace estaba roncando. No tenía ningún tipo de entretenimiento para pasar el tiempo hasta que le agarre algo de sueño.

Una idea se le ocurrió cuando recordó su bola de cristal, esa misma que habían ocultado sus amigas luego de ese inconveniente en la clase de Adivinación.

Emma no era tonta, sabía donde la habían escondido desde hace días, pero por miedo a lo que llegara a poder ver, no se permitió a sí misma volver a utilizarla. Pero en este caso no tenía opción, quizás era la única forma de conseguir distraerse y poder dormir de una vez por todas.

Se acercó a la enorme caja donde Xixi guardaba su equipo de quiddich y comenzó a buscar la bola de cristal, lo más silenciosamente posible. Cuando la encontró, se apresuró y bajo a la sala común, donde tampoco había nadie.

Cómo era de costumbre, Emma se sentó en el mismo lugar de siempre y colocó la bola de cristal sobre la pequeña mesa ratona.

Suspiro.

- Espero que nada malo suceda - dijo y posó sus manos sobre la bola de cristal.

Instantáneamente, sus ojos se cerraron y una infinidad de imágenes comenzaron a presentarse en su mente. Muchos eran recuerdos, algunos pocos eran las conversaciones que tenía con el hombre, y otras pocas eran de los encuentros con el monstruo.

- ¿Por qué siempre te metés en problemas? - escuchó.

Fue como si el tiempo se parara.

Era el hombre que siempre veía, pero en una versión mucho más joven. Esta vez llevaba puesto el uniforme de Hogwarts de una forma desordenada. La corbata ni siquiera estaba atada, pero algo pudo notar de ésta: sus característicos colores de Gryffindor.

Emma estaba frente a él. Iba a responderle, hasta que alguien la interrumpió.

- Es que me gusta que pasemos tiempo juntos - respondió una conocida voz femenina.

A pesar de que físicamente se veía diferente, podría reconocer esa voz en cualquier parte del mundo.

- ¿Mamá? - preguntó.

Pero fue en vano. Era como un recuerdo, en el cual no podía intervenir.

- Deberíamos buscar otro lugar para encontrarnos. Filch nos hace limpiar los trofeos, y no podemos, ya sabes, disfrutar plenamente el tiempo - respondió el chico.

𝒕𝒉𝒆 𝒘𝒂𝒚 𝒊 𝒍𝒐𝒗𝒆𝒅 𝒚𝒐𝒖 {𝒐𝒍𝒊𝒗𝒆𝒓 𝒘𝒐𝒐𝒅}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora