Mamá de 12 -© Clan Komori [Diabolik lovers]

V e i n t i s i e t e

''La espina de la rosa negra te ha puesto una maldición eterna, tu sangre se irá pudriendo y será veneno para quien la beba, ya nadie la puede detener, si quieres salvarte entonces solo el que te ama deberá de beber tu sangre, si no la proteges la maldición los matara a los dos''. Es por eso que ella está...''

Para Kanato, el final de los cuentos de hadas siempre era el mismo ''Las dos personas que se amaban se casaron y vivieron felices para siempre''. En algún momento de su vida el creyó también lograr un final en el que podría vivir junto a ella.

Aún así, lo único que le guiaba eran sentimientos llenos de preocupación. ¿En verdad eso vale para ser solo suyo? no, el vivir a su lado de tal modo no fue suficiente para complacerlo. Quería tenerla por completo, pero no la logró obtener.

—Se que no te vas a enfermar, pero no es muy recomendable que continúes así, Kanato.

—Cállate.

Los labios de Reiji formaron un amago de pena de solo ver las manos de su hermano temblar mientras sostenía las de Yui. Frías y sin indicios de aliento como su rostro pálido, casi gris.

—Solo lárgate, esto no te incumbe nada. Con que la estés monitoreando es suficiente.

—De acuerdo. de todas formas no sirve que continues.

—Que dolor.—Se quejó con un suspiro apenas se fue.

Ayudar, ahora resulta que todos eran unos santos que querían ayudar; que les pesaba su sufrimiento de ver a la mujer que amaba a medio morir. Sentía una enorme impotencia, y no había persona que aborrecía más que su persona. No pudo cuidar de ella, no pudo ayudarla, no pudo comprender su dolor e intentos por salvar su relación en la cúspide de la crisis. 

—Hola, Yui-san. Hoy no ha sido el mejor de los días pero te juro que estoy tratando de mejorar. Si te despiertas vamos a estar bien, te lo juro. N-no será como antes.—Habló como si ella lea escuchar—P-por favor. Se que no te gustaron mis mentiras, pero mucho menos a mi. Empiezo a odiarlas. Yo enserio te amaba. Te juro que nada de lo que dije fue real.

Una mujer reemplazable a la que no le guardaba afecto en lo absoluto, de la que su muerte sería un regalo pero que ahora no quería imaginar un mundo donde ella no existiese para verla a su lado sonriéndole.

Siempre fue un mentiroso.

—No me gustan esos días en que pareces muerta....como una marioneta.—Compuso un gesto de cansancio. Lo peor peor es que sucedió muy seguido. Dos, tres veces a la semana.—Siempre pienso que eres una muñequita. pero dependiendo del lugar y el tiempo se convierte en algo subjetivo.

Primero, era Komori Yui la novia de sacrificio que deseaba con toda su alma destruir y rasgarle el alma hasta que se convirtiera en otra más.

Luego estaba la chica que le gustaba pero al mismo tiempo creía que verla allí no le caería del todo mal, y luego estaba ese momento reciente cuando sus sentimientos se esclarecieron un poco más empezó a inclinarse por negarse rotundamente a permitir que muriese, donde solo veía a una mujer hermosa de piel pálida y aspecto de barbie. Finalmente hoy era una muñeca entre la muerte y la vida, y eso nunca la imaginó.