Charla

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Salgo de casa con Elena quien insiste en tomar mi brazo para prevenir alguna caída, Elena es una mujer amorosa y con buenas costumbres, atenta y sobre todo es una persona con mucho que enseñar. Desde que bien a la casa de la doctora, siempre que veo a su madre, me pregunto si mi madre o mi abuela hubiesen sido de esta manera, siempre con un buen consejo y una sonría, siempre dispuestas extender la mano en el momento que lo requieras. Espero que mis padres hayan sido buenas personas.

El camino hasta el hospital, pasa extremadamente rápido o quizás al venir con Elena, una buena conversación y este clima, no se sintió para nada. Al llegar al centro asistencia, me registro con la recepcionista que me indica que puedo seguir de inmediato puesto que la doctora no se encuentra atendiendo a ningún paciente. La señora Elena lidera el camino hasta la tercera planta, me detengo a mitad de las escaleras que llevan del segundo al tercer nivel al sentir que mis piernas ya no pueden más. La mujer mayor, se acerca y me ayuda tomándome de la mano con mucho cuidado, sonrió y continúo caminando hasta llegar al consultorio donde se encuentra su hija.

— Hemos llegado— Elena, abre la puerta y exclama con alegría.

Frunzo un poco el ceño al ver la expresión de sorpresa de la mujer quien parece mirar en dos direcciones. Avanzo un par de pasos para ver que es lo que sucede, pero mi cuerpo se congela al escuchar una profunda voz llena de sorpresa y ¿Alivio?

— Daniel— mi mirada cae sobre el hombre alto y rubio frente a mí.

Sus dos ojos del color de la esmeralda, se mantienen fijos sobre mi con un extraño brillo que me hace estremecer, aparto mi mirada de la suya e inconscientemente, me oculto detrás de la señora Elena tratando de escapar de la mirada intensa y cargada de Jonás Everett.

Iles de pensamientos viene a mi cabeza, él debe pensar que abuso de la confianza que me brindo su ex esposa y pensara que soy una persona aprovechada y sin vergüenza. Quizás por eso es que tomo esa actitud conmigo, quizás supo que no pague muchas de las consultas con Amanda y por eso se porto de esa manera. Sin darme cuenta, me acerco mas a la mujer mayor que me cubre de la mirada del hombre grande.

— ¿Qué sucede? — pregunta cuando tomo su abrigo.

— No...no me siento muy bien— respondo al sentir que me falta el aire.

— Daniel— Amanda aparta a su madre— siéntate— me pide haciéndome entrar en el consultorio— respira, con calma— mueve sus manos frente a mi arriba y abajo.

— ¿Qué le sucede? — escucho la voz de Jonás— ¿Es el bebé? — mi mirada viaja rápidamente hacia el rubio.

— ¡Daniel! —

El dolor punzante en mi costado derecho me hace abrir los ojos, dejo de moverme al recordar que me encuentro en estado de embarazo y los dolores son pan de cada día, cierro los ojos nuevamente reposando mi cabeza sobre la almohada. Llevo una de mis manos hacia mi vientre y acaricio con cuidado tratando de calmar al o la pequeña revoltosa que insiste en patear mis órganos. Abro los ojos frunciendo el ceño al instante al no reconocer el techo sobre mí. Me siento en la camilla tomándome mi tiempo, la habitación se encuentra sola, pero con signos que han estado aquí.

Trato de recordar que sucedido, pero o ultimo que recuerdo fue haber visto a Jonás en el consultorio de Amanda y luego todo es oscuro, no recuerdo nada más. Miro a mi alrededor tratando de buscar la manera de llamar a alguien, estoy por bajar de la camilla, cuando veo un panel con botones sobre la cabecera, oprimo el que tiene la imagen de una campana y espero. Me siento cómodamente, sintiéndome un poco mareado repentinamente.

Levanto la mirada cuando escucho la puerta ser abierta, una enfermera seguida de la señora Elena entran. La mujer mayor rápidamente se acerca a mí.

— Mi niño— dice acariciando mi cabello— ¿Cómo te sientes? — pregunta con preocupación.

My Little HopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora