CAPÍTULO 38

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Una extraña madre

Jennette

—¡Jennette! ¡Jennette, despierta!

La voz vuelve a mi cabeza como si estuviera regresando de un desvanecimiento. La sacudida me hace reaccionar poco a poco recorriendo mis alrededores con los ojos medio adormilados. Sigue siendo de noche. Sigo en el bosque. El dolor severo en la cabeza y en el abdomen no se comparan con el del antebrazo, este me duele como si me estuviera quemando tanto por dentro como por fuera.

Henry se encuentra frente a mí tomándome de los hombros preocupado, la cara la tiene sucia con algunas salpicaduras de lodo en las mejillas pálidas, las manos ni se diga, son un completo desastre, no tanto como mi ropa llena de lodo por todas partes y los pantalones empapados de agua.

Alarmada visualizo a mi alrededor buscando a los caminantes con los que estaba peleando hace rato. Todos los cuerpos están tirados y otros en la orilla de la inclinación. Tomo los brazos del chico embarrando más lodo en estos, pero no me importa, solo quiero confirmar que no estoy alucinando después de la caída que tuve. Estoy segura que recibí un fuerte golpe en la cabeza al caer que esto puede ser una broma de mal gusto de mi propio cerebro.

Manoseo sus brazos constantemente con algo de fuerza, él se sorprende a tanto tacto que me nombra tres veces buscando mis ojos entre la oscuridad de la noche, luego los subo a sus hombros aliviada de que todavía no haya desaparecido.

Él está aquí, sano y a salvo.
      
Una sonrisa se me forma.

—¿Estás bien?— pregunto inspeccionando todo su cuerpo, cuando asiente le doy un golpe en el brazo demasiado fuerte —¡Por qué carajos saliste a escondidas de nuevo!
      
Se queja como era de esperarse, si no fuera poco la mala mirada que deslumbran rayos que quieren asesinarme, también retrocede de mí mientras intento reincorporarme como un bambi recién nacido. Él me auxilia al instante.
      
—Quiero salvar a Lydia de su madre.
      
—No, de ninguna manera— rechazo la idea tocándome la parte del costado de la cabeza donde recibí el golpe, intento ver mis dedos casi arrugados por el tiempo que estuve en el agua.

No fue un rato al permanecer conciente.

—¿Tú qué haces aquí?— su pregunta casi me cabrea.

—Salí a buscarte— mi cabello gotea tanto que moja mis hombros. No sé si es por el enojo que tengo hacia él o por la angustia que me provoca no ver a Celeste aquí cerca, pero mi cuerpo se mueve como si no tuviera ningún dolor —Celeste desapareció— subo la inclinación tocando el costado de mi cuerpo mirando el suelo para respirar profundo al recordar esa caída fuerte, hay muchos rastros en la tierra —Creo que se la llevaron. No lo sé. 

—¿Quiénes?— impide a que cometa un error al tratar de subir como la última vez.

—Esas personas— contesto arrastrando las palabras. Mis muslos dejan de estar tensos y el dolor regresa como bofetada que me hace retrocede.

La manga la tengo manchada de sangre. Un líquido tibio se va recorriendo hasta mi mano, intento ocultarla ante él.
       
—Con más razón tenemos que alcanzarlos— alzo la otra mano para tomarlo de esa camisa militar sucia.
       
—Es arriesgado. Tenemos que regresar a Hilltop antes de que se den cuenta que desapareciste. Deja que me encargue de esto.

Encuentro mi espada a unos metros del último cuerpo, camino a esta aprovechando el río para lavarme la sangre de la mano. Siento lo tibio y lo frío del agua combinarse ocasionándome ardor al contacto. Tiemblo al bajo clima en el que nos encontramos y puede que de miedo al seguir aquí afuera en plena noche.
       
—No, no regresaré sin Lydia. Tenemos que salvarla también.
      
Intento esconder lo que siento por Celeste, es imposible porque después de todo ella es uno de los nuestros, una personas, una habitante de Alexandria. Siempre he dicho que no dejo a nadie atrás. Una parte de mí me dice que lo haga, que deje que el destino se la cobre y otra me regaña por desearlo con todas mis fuerzas. No soy así.

•𝐒𝐎𝐋𝐎 𝐑𝐄𝐒𝐈𝐒𝐓𝐄• || CARL GRIMES || [TWD]                             Where stories live. Discover now