CAPÍTULO 8

482 42 24
                                    

Reconstrucción de la nueva
mano derecha

Carl

Desconozco cuánto tiempo tardo en terminarme esa sopa con sabor extrañamente agrio. En la última cucharada que me meto a la boca la lengua empieza a sentirse entumecida al igual que las mejillas internas sin ignorar el simple hecho que mi garganta advierte ya no pasar otro trago si no quiero vomitar en la mesa de Chelín. Ha sido casi una tortura el desayuno y cómo no, la sopa y Melody son la combinación perfecta para que las ganas se acumulen animándome en aventarme de un acantilado.

Suelto un quejido al sentir el dolor de cabeza constante, afortunadamente no tanto a cuando desperté en mi habitación desorientado hace una hora. Apoyo mi mano en la cara al escuchar los sorbos de Melody demasiados fuerte de su plato. Un sonido irritante, o sea que la paciencia no es un término que conozca ahora. Golpeo las manos en la mesa donde se termina ahogando con el líquido, algunas gotas de sopa salpican la madera barnizada que tiene un aspecto brillante debido a la luz natural del soleado día.

—¿Podrías acabarte eso en silencio?— pido entre dientes sin ganas de alzar la voz.

—Nop— truena los labios, inclina el plato hondo a hacia ella y bebe en sorbos para molestarme. No tengo de otra que blanquear la mirada.

¿Qué se le puede hacer a esta chica chalada desde que la conocí?

Mi mirada cae en mi tazón que apenas va por la mitad, luego a Chelín que se encuentra sentada en el sillón viendo algunos papeles y anotando cosas en una lista de hojas amarillas, un cuadernillo de rayas que es parecido al que tiene Michonne. Claro, ambas están muy atentas en la reconstrucción de Alexandria, eso explica el comportamiento de Chelín hoy en día y su molestia a nuestros actos. Su estrés y los problemas de adolescentes se le juntaron en el peor momento. Aunque quise despejarme de la realidad en la reunión loca, volver a mi aburrida vida es demasiado deprimente.

Melody se deja caer en el espaldero de su silla soltando un erupto bastante asqueroso para mi gusto. La mueca de desagrado no es suficiente para que se disculpe, no lo hace, satisfecha frota su mano por encima de su estómago. La sudadera que tiene puesta le queda bastante grande, no es de ella, sino de Mikey. Quedo perplejo al notar su plato ya vacío.

Si que le obedece a su mamá, yo apenas puedo meterme una cucharada a la boca sin vomitar. Todo me sabe amargo, igual que mi actitud ahora. Entre más minutos paso sentado aquí, más me arrepiento de anoche.

Tomo agua de inmediato al meterme otra cucharada, el trago es tan grande que cuando quiero más líquido no me queda de otra que levantarme deprisa llenando de nuevo el vaso de agua como un chico que recorrió un desierto por días. Ella se hecha a reír al ver mi expresión y la fulmino con la mirada enojado. No soporto que se burlen de mí.
   
—Debiste pensarlo antes de aceptar la última lata.
  
Arrugo la frente al no saber de lo que habla. Tengo recuerdos vagos sobre anoche, apenas me suenan los temas que estabamos tocando entre bebidas, risas y relajos. Me asusta recordar que desperté en mi cama sin saber cómo llegué ¿Mi padre me llevó? ¿Jennette? ¿Mikey? ¿Quién? Es imposible no sentir un escalofrío al solo imaginar a mi papá interrumpiendo esa reunión como un padre estricto que fue en busca de su hijo porque se le pasó la hora de llegada. No lo creo capaz, sin embargo, hay posibilidad de que eso sucedió. Qué vergüenza.

Sin tener control de mí mismo las mejillas se sienten calientes debido a un escenario creado en mi cabeza. Uno que no está relativamente confirmado. Bebo otro trago grande.
   
—Todo esto es tu culpa— acuso señalando su rostro con el dedo. Se señala algo indignada.
  
—¿Mi culpa?— chuchea chasqueando los dedos —Cierra la boca porque tú aceptaste la lata ¿Acaso no te acuerdas, Carlitos?

•𝐒𝐎𝐋𝐎 𝐑𝐄𝐒𝐈𝐒𝐓𝐄• || CARL GRIMES || [TWD]                             Where stories live. Discover now