Capítulo 33: «¿Como has estado Maddox?🦋

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Sonreí con pesar, mi cabeza dolía como la mierda, pero aún así debía de terminar mi jornada laboral, eso de haberme vuelto supervisora de una tienda mientras estudio había sido una de las peores decisiones y precipitadas que había tomado en casi toda mi vida, sí, sin duda era una ventaja, ¡tendría dinero suficiente!

Mi hermana también estaba en la universidad y aunque todo estaba yendo con calma en la parte económica, era mejor que sobrara a que faltase; la ayudaba a sustentar sus gastos aunque sus novios también la apoyaban de ese modo.

—Jefa, ¿ya me puedo ir? —preguntó Karol, una de las cajeras, ya su jornada había acabado, pero dado a que una de las chicas le llegó su día tuve que pedirle que la cubriera.

—Sí claro, ten buena noche —me sonrío—. ¿Qué sucede?

—¿Y sí espero a que salgas y vamos a cenar y de paso por unos tragos? —negué con la cabeza, aunque la idea me tentaba, estaba totalmente aburrida, sabía que al llegar a casa estaría en una caja vacía, llena de recuerdos y soledad.

—No lo sé, debo ir a la universidad mañana y no quisiera trasnocharme, tú y yo sabemos como somos cuando el alcohol está presente —inquirí mientras fruncía el ceño —además... debo aprovechar mi día libre sin un solo rastro de dolor de cabeza a causa de la resaca.

Aunque mi cabeza ya de por sí me estaba explotando.

Después de varías súplicas y quejas de su parte la logré convencer de que no saldría. Al verla salir por la puerta sonreí para ella, aunque lo que pude ver fue un mal intento de puchero que removió algo en mi, por lo que, sin pensarlo corrí hacia ella ignorando que mi pelo que ahora tiene un color morado en las puntas se soltó.

Salí de la tienda y la vi caminar de forma rápida por lo que tuve que gritar para que me oyera.

—¡Solo dos! —volteó dándome una sonrisa.

—¿¡Tan poquito aguantas!? —su chiste de doble sentido me hizo poner los ojos en blanco, pero ya me había acostumbrado a ese tipo de humor, por ellos, por los otros y por ellas.

Sabía que mañana me iba arrepentir, ¿pero qué más daba? Aún era joven, y había pasado ya un año y medio desde que me volví estable y no dependía de las miserias y lastimas de nadie. Las personas que antes estaban conmigo se habían quedado en mi pasado y no pensaba en traerlas de nuevo, Nataly se había vuelto una completa perra y pues Melody... ella se había ido del país.

Aun me mantenía en contacto con Gabriel, porque él era mi mejor amigo, aunque a veces mi enojo ganaba todas las situaciones en las que nos encontrábamos; Justo como ahora.

Había salido con Karol, pero Gabriel había aparecido con ellos... mis tentaciones, mis prohibidos. Después de todo lo qué pasó, mi mente no era capaz de olvidar sus miradas, la forma en la que me dejaron en esa habitación como un juguete viejo, como si yo fuese una persona totalmente reemplazable.

Por su parte mi hermana, estaba feliz con sus novios, aun continuaba yendo a terapias, mientras que estudiaba. Ambas nos habíamos realizado como personas en una parte y me alegraba que ella tenía a personas a su alrededor mientras yo no podía estar.

—Muñeca por favor —miré a Karol de reojo y me di cuenta que estaba babeando por Lucien, mis ojos se tornaron de pocos amigos y ella sonrió apartando la mirada de inmediato.

—¿No puedo salir sin que me persigan como si fuesen garrapatas? —Leroy y Lucien se movieron al compás delante de Gabriel, tratando de tocarme uno en cada brazo, pero me aparté antes de que pudiesen lograrlo.

—Sabes a donde perteneces, no trates de huir cuando ya estás marcada por nosotros, ¿o lo haz olvidado ya? —No, ¿cómo podría olvidarlos? Ellos eran el fuego que quemaba en toda mi piel.

Entre dos tentaciones prohibidas: Sintiéndolos. [+18]Where stories live. Discover now