Capítulo 27: «Conocer»🦋

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Después de las palabras de, Madison, me sentí un poco mejor, debía admitirlo. Mis sentimientos se sentían protegidos por segunda vez en el mes.

Mi hermana me había avisado que iban a ir aquella noche, Enzo y Howell, me sorprendí ante aquello y le cuestioné si le había consultado a, Gayle, y esta dijo que sí, que fue ella misma quién lo sugirió. Ante aquello no tuve problema, no quería molestar la tranquilidad de una persona en su casa.

Y ya no tienes trabajo.

Al recordar aquello mis ojos se hicieron agua. Mi cuerpo se encogió sobre la cama y no pude evitar pensar en sus cuerpos desnudos dándome calor, tocándome, besándome, haciéndome sentir protegida y en un lugar seguro; lugar que era sin duda alguna, a su lado, con ellos.

—Madd —dijo mi hermana entrando a la habitación.

—¿Sí? —cuestioné levantando mi cuerpo.

La vi vestida de forma simple, pero bonita, aquello hizo que mi pecho se inflara. Ella era sumamente hermosa.

—Llegaron los chicos, ¿podrías venir a saludar? —negué con la cabeza mientras hacia un puchero, ella se cruzó de brazos y frunció el ceño —. Levanta el culo, jodida niña.

Mi boca se abrió en una gran "o".

—Pero —me crucé de brazos—, ¿quieres ver cómo te enseño quién es la niña?

—Deja de ser infantil y ven a saludar a mis ángeles —dijo. Ella los llamaba ángeles, sin duda ellos le daban un cielo, que ironía.

—Voy —me levanté con desgane. Repasé mi ropa la cual consistía en un short y en un t-shirt que me quedaba unas tallas más grandes.

Mientras salíamos por la puerta nos miramos y nos reímos mirándonos la una a la otra, no había una razón, solo sucedió.

Ambas miramos a las personas frente a nosotras, yo me congelé en mi lugar viéndolos por segunda vez en el día, mi corazón se encogió en mi pecho. Tragué grueso y traté de disimular lo más posible, pero al parecer solo lo hacía para que mi hermana no sospechara, porque los ojos de Gayle me veían cómplices.

—Hola, muñeca.

—Hola, flaca.

Ambos me saludaron con sus respectos apodos, yo me propuse ignorarlos.

¡Grande, Maddox!

—Hola, Enzo y Howell —me acerqué a ellos abrazándolos por cortos segundos. Pasé por el lado de ellos, y pedí internamente que no me detuvieran, y gané.

—Hola, cuñada. Vinimos por ella, queríamos llevarla al cine, ¿está bien eso? —yo la miré a ella con una sonrisa ladina.

—Eso debería decirlo ella, ¿eso está bien para ti, Mad?

—Sí, está bien para mí —yo asentí caminando hacia ella, dejé un beso sobre su frente y les lancé miradas retadoras a ambos chicos.

—Pásenla bien —dije —. Descansa, Gayle, tengo mucho sueño. Dormiré.

A pesar de que di la espalda sentía las miradas de todos sobre mí, y no pasó por desapercibido que ignoré olímpicamente a los Ayers.

—¿Crees que no haremos nada, Maddox? —sentí la voz de Lucien, muy cerca. Demasiado cerca.

Muy, muy, muy... muy cerca.

Vi el techo del departamento muy cerca de mi cara y seguido de eso sentí como era movida encima de un hombro, grité que me soltara, pero no lo hizo, ni mucho menos las personas que estaban en la habitación. Miré a mi hermana pidiendo ayuda, pero esta solo me miró conteniendo una sonrisa.

Entre dos tentaciones prohibidas: Sintiéndolos. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora