Capítulo 25: «¿Problemas?» 🦋

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One woman man  —John Legend






                 —Hola, sí, ¿qué pasa? —dije, la verdad es que no esperaba que mi hermana me llamara por medio de unos de los teléfonos de los Ayers—. ¿Ha pasado algo?

—No, solo me preocupé. Saliste con las chicas y no volviste. —Su respuesta hizo que mi corazón se agitara, ¿Cómo era posible sentirse así? Ver sus muestras de afectos de forma maquillada era lindo, lo admito.

—Ah. —Volteé a ver a los Ayers y sin evitarlo un sonrojo se creó en mis mejillas—. Salí con unos amigos, se me olvidó avisar, perdón si te he preocupado.

—¿Amigos?

—Sí —sonreí mordiéndome el labio inferior—, amigos.

—¿Vendrás a casa hoy?

—Claro que iré a casa hoy. —Pero recibí negación por parte de ambos, cruzaron sus brazos y se acercaron al mueble en que estaba sentada, robándose mi calma —. No, no iré hoy, ¿te molesta?

—No, de hecho, saldré con Enzo y Howell —me dijo, me quedé en silencio sin saber qué decir —. Me los encontré esta mañana cuando fui por desayuno rondando la cuadra, fue extraño, pero lo dejé pasar.

—¿Y cómo te sientes con eso? —Carraspeé.

—Bien, supongo. Solo espero que no pasen otras veces, no quiero imaginar cómo sería si se vuelven amigos.

—Entiendo. Supongo que el destino juega como quiere —respondí —. ¿De quién es el teléfono? ¿Es de Enzo?

—Sí. No te preguntaré como lo sabes, porque supongo que mis amigos y los tuyos se conocen.

Aquellas palabras iban cargadas de completa complicidad.

—Te quiero, nena. ¿Podrías pasarme a Enzo?

—Claro. Te quiero —me respondió y después de eso hubo un momento de silencio.

—¿Hola? —Era la primera vez que oía su voz.

—Escúchame bien, Enzo Ayers. —Mi mirada fue hasta los hombres sentados frente a mí —. Conozco lo que quieren, por lo que les advierto que si hacen un jodido paso en falso y quiebran su poca inestabilidad emocional que ha tenido hasta ahora, los mato, a ti y a tu jodido hermano; y a sus primos por permitir eso, ¿me oíste?

—No bromees conm...

—Te pregunté si oíste, maldita sea, ¿o quieres que te ponga a Lucien?

—Sí, señora. Oí, fuerte claro, si me propaso me muero.

Colgué el teléfono y me quedé con él en las manos unos momentos, había silencio entre los tres, pero no era para nada incomodo, iban hacer casi las once de la mañana y, ¿para qué negarlo? Tenía hambre.

—Necesito una píldora para el día después —solté sin más.

—Tenemos vasectomía, nena. No queremos que enfermes tu cuerpo con esas pastillas. —Sonreí mientras me levantaba y dejaba un beso sobre los labios de Leroy; quien había dicho aquellas palabras.

—¿Tienen hambre? —Negaron —. ¿Hambre de mí?

Ambos asintieron como dos niños pequeños, pero yo negué suspirando.

Entre dos tentaciones prohibidas: Sintiéndolos. [+18]Where stories live. Discover now