Capítulo 32: «Otro mes después»🦋

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Gabriel.

La mirada de Melody estaba puesta sobre mi cuerpo, el papel en sus manos fue extendido hacia mi persona y pude divisar que eran resultados del hospital. Por mi mente pasó un jodido embarazo y quise morir ahí mismo. No había pasado siquiera una semana desde que mis padres fallecieron y no... absolutamente estaba negado a darle vida a alguien en esta situación.

—¿Estás embarazada? —cuestioné sin siquiera apartar la vista ante su reacción.

—Si fuese así nunca te hubiese dicho, lo sabes... no me gustan los mocosos —en su tono había agresividad y me percaté de sus ojeras y movimientos nerviosos, no se estaba quieta.

—¿Entonces...? —pregunté mientras abría el sobre y me percataba de lo que decía—. ¿Hace cuánto? —su mirada fue a la mía, joder... esto debía ser una broma, no me podía estar pasando a mí.

—Hace pocos meses —me respondió—, ¿te acostaste con ella? ¿Con la puta de Maddox? —mis pupilas se dilataron y sentí mis manos picar, sentí violencia, quise golpearla por como la llamó.

—¿Y eso a ti que te importa? —sonrió con sorna. Y fue ahí en que caí en cuenta de sus intenciones de lo que insinuó, de lo que había podido haber pasado.

—Soy portadora y es evidente que lo tuve antes que tú, no sé si te contagié, pero si lo hice espero que hubieses follado con la hija de perra y que por codiciosa la hayas enfermado también... sus amados Ayers también pasaron por mi cama, espero que ustedes... los cuatro, se enfermen y se pudran en el jodido infierno, yo también lo haré con ustedes —me acerqué a ella y esta retrocedió temerosa, pero de igual forma en su mirada el odio seguía latente—. Ve al hospital y hazte los análisis, así sabrás los medicamentos que debes de tomar.

—Estás podrida por dentro, Melody.

—Estamos, cielo mío. Nada me asegura que lo tengas, pero Dios ama a sus hijos y nada me haría más feliz.

Luego de esas palabras me quedé sobre mi cama, ¿me importaba en realidad? ¿Debería llamarla para saber si ellos la dañaron de esa forma? Sí, ellos, nosotros nunca tuvimos sexo y por estúpido nunca hice las cosas que ella me pedía, no me cuidé y me revolqué cuán estúpida se me desnudara en frente. Si estar enfermo, si tener... es que ni siquiera podía pensarlo, tener una enfermedad de transmisión sexual era un castigo que muchos se ganaban por descuidados y otros por confiar demasiado.

Me levanté de la cama para dirigirme otra vez hacía donde estaba mi mejor amiga, la verdad es que me sorprendía estar lidiando con esta mierda ahora, ¿en realidad yo era tan fuerte o es que nunca amé a mis padres como para llorarlos?

—Hola, Gaga. ¿Cómo estás? —ella sonrió para mí seguido de un abrazo. Vi su vestimenta y era evidente, estaba en medio de una mudanza.

—¿Por qué no me llamaste? —la seguí cauteloso y temeroso, temía más su reacción que tener la enfermedad.

—No tengo teléfono, sé que no es una excusa, pero quería darte tu tiempo. No importa, no son muchas cosas y es aquí mismo en el piso de arriba —su voz se oía agitada, y no estaba para más, se estaba moviendo con rapidez.

—¿Alquilaste o compraste el departamento? —por primera vez se detuvo y me observó con fijeza.

—Al principio lo alquilé, pero luego mis novios quisieron que la comprara, me ayudaron a comprarla... ¿Eso está mal? —sonreí con mi corazón acelerado, ella era... perfecta.

—No, nena, no está mal. Ellos quisieron, son tu pareja y siempre querrán compartir lo que tienen contigo y ellos tienen mucho —eso la hizo asentir.

Entre dos tentaciones prohibidas: Sintiéndolos. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora