VIII

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Las ramas crujían bajo sus patas alertando a todo aquel que escuchase su andar que debía esconderse pues no iba de buen humor. Era extraño ver a tan temible depredador importándole poco ser sigiloso o no, caminaba con pasos fuertes y gruñía con las orejas inclinadas levemente hacia atrás demostrando qué tan furioso se encontraba, podría decirse que a punto de echar espuma por la boca. Unas heridas en su hocico y cuello recientes adornaban de peor manera su imagen.

Detrás suyo caminaba con total calma un zorro que jugaba con la cola del otro tentando así la muerte. En otra situación aquello sería visto como alguien cuidando de su cría o de alguien más como favor, pero la realidad es que ambos ya son adultos respectivamente de sus naturalezas. Un lobo llega a la edad adulta a los diez años y un zorro a los quince.

— Esta vez sí se ha enojado el sujeto raro, ¿Qué te ha dicho? Lo he olvidado — pregunta con cierta burla en su tono al mayor que decide ignorarla — Algo de cortarte la cola si vuelves a fallar, ¿Era eso? ¿No eran las orejas?

El lobo se dio la vuelta tan pronto pudo para amenazar con morderla, pero se detuvo sintiendo una terrible picazón en su cuello comenzando a rascarse de manera insistente con su pata trasera como todo un can. Ella podía ver cómo se mojaba un poco su pelaje con la sangre de las heridas de esa zona abriéndose nuevamente, aquello no era parte del regaño de su líder sino un padecimiento del pobre ser que no podía evitar rascarse al sentirse frustrado, estresado o que las cosas se salían de sus manos.

Ver la sangre le parecía atractivo, el cómo le daba un toque único de brillo tan distinto al agua en la piel, pero cuando se trataba de él le parecía extraño. No le apetecía, apartó la mirada jugando nuevamente con su cola acariciándola un poco casi sintiendo pena por ella mientras pensaba "Es probable que ya no vuelva a verla pronto... ¿Debería pedirla una vez cortada?"

La misión era sencilla, es sólo que a veces se desesperaban de que fuese así, tan tranquila. Ya habían comentado que había mejores candidatos para trabajos así como el mestizo Dabi o incluso el lagartijo Spinner. ¿Por qué necesariamente tenían que hacerlo ellos que odiaban quedarse sentados sólo observando? Necesitaban acción y es por eso que el lobo había sido regañado con anterioridad.

Sólo debían vigilar un hogar algo alejado del pueblo más cercano situado en lo alto de una pequeña colina en la que vivía, hasta hace un corto tiempo, sólo una mujer y su hijo. Así al menos hasta la llegada de un cambia formas que les estaba complicando día con día su trabajo. Debían evitar ser vistos y sólo observar el sitio hasta nuevas órdenes, comunicarle cada fin de semana a su líder las novedades y volver para seguir con lo mismo.

¿Cuánto tiempo llevaban haciendo eso? Antes se encargaban otros cambia formas de hacer eso, por ello saben que era algo que se hacía de hace años, probablemente desde que la casa fue ocupada por esa pequeña familia. Sin embargo por un cambio de planes en otros trabajos, ahora Toga y Tomura se encargaban del papel aburrido.

— ¿Puedo acercarme un poco más? Tal vez pueda escuchar incluso lo que estén hablando cuando entren a la casa a comer — confiaba en no ser detectada, siempre aprovechaba su pequeño tamaño para colarse y conseguir información. Que detestara ser sigilosa no significaba que fuese terrible haciéndolo, pero Tomura no pensaba lo mismo.

— Te falta experiencia para meter tu hocico y salir sin que te atrapen. Sólo cállate y vigila — se metió entre arbustos y se recostó. Gracias a las plantas aromatizantes de esa parte del terreno le era fácil ocultar su olor al menos durante unas horas así que decidió que vigilaría desde ahí un rato. Casi nunca ocurría algo interesante así que prefería distraerse pensando en tantas cosas como su mente le diese oportunidad o incluso dejando al zorro a cargo en lo que se iba a cazar para comer algo.

La chica movía su cola con demasiada intensidad con cada minuto que pasaba sintiéndose desesperada de no hacer nada así que decidió recorrer el lugar un rato. Corría detrás de algunas mariposas, jugaba con el pasto, se metió tanto en sólo divertirse que dejó de importarle ser callada o no.

Izuku salió de casa de nuevo en su forma humana con ropa recién lavada para tender fuera, no había logrado aún controlar la metamorfosis, pero al menos estaba tranquilo de haber vuelvo a "la normalidad". Iba tarareando una canción imaginada mientras tendía la ropa con total calma sintiéndose tan feliz sin ninguna razón como todos los días hasta que un curioso sonido llamó su atención deteniendo sus movimientos y girando su rostro con lentitud hacia el sitio de donde creía provenía el ruido.

Se escuchaba un poco lejos, pero estaba seguro de que era alguien riendo. Motivado de nuevo por la curiosidad se aventuró al bosque caminando con calma hasta llegar a escuchar aún más fuerte el sonido. Podía verlo, un pequeño zorro que se restregaba en el pasto moviendo como loco su cola. Se le veía demasiado feliz, tanto que contagió a Izuku y soltó una suave risa que fue escuchada por el otro que se detuvo a observarlo.

Ese zorro era Toga quien recordó el motivo de su presencia y tomó su cola sintiéndola perdida.

El chico en cambio se agachó con lentitud para evitar espantarla.

— Perdón, no quería interrumpir. Es sólo que se vio que era muy divertido... ¿Puedes entenderme? — tenía la costumbre de hablarle a los animales del bosque que llegaban a colarse a su casa como conejos, gatos del pueblo o cualquiera que fuese pequeño y no corriera de él, pero desde que sabe sobre la existencia de cambia formas ya no puede evitar pensar en que tal vez haya posibilidad de encontrarse con otra persona como él. Por ello no dudó en preguntarle.

— ah — la chica pronto tuvo una magnífica idea, una que un lobo gruñón que observaba entre las sombras la escena rechazaría, pero ahora mismo no pensaba perder esa oportunidad — sí, te entiendo. Descuida, pequeño.

¿Qué pasaba por su mente? Algo que desde su perspectiva sería fácil de llevar a cabo. Ganarse la confianza del niño, ser su amiga y así poder vigilarlo desde una posición más favorable su vida y la de su madre sin ser atacada. "¡Soy una genio!" Pensó mientras se acercaba al chico y él le sonreía con amabilidad.

Ya después tendría que ver cómo ganarse también al otro lobo que cuidaba el hogar, pero algo le decía que sólo bastaba con el niño. Era eso o perder su cola, tenía que hacer lo que tuviese en sus patas para salvar esa parte de su cuerpo que amaba tanto.

— ¿Quieres jugar conmigo? Soy nueva en el bosque y no he conocido a nadie aún — movió su colita ansiosa pues la mirada de su compañero encima suyo le estaba comenzando a pesar demasiado. Ya después tendría tiempo de hablar con él, esto no era precisamente ser sigilosa, pero igual servía.

— ¡Claro! Tengo que terminar unas cosas antes, pero podemos jugar una vez acabe. Si quieres puedes venir conmigo, vivo acá cerca — se levantó y comenzó a caminar una vez vio al zorro asentir. Había otro motivo por el cual quisiera vigilar de una manera más directa y es que sentía que no tenía ningún sentido que su trabajo fuese observar cada movimiento de la familia en cuestión.

Debía haber algo en particular que escondieran que fuese de suma importancia para su líder, si no encontraba pronto las respuestas en ese hogar entonces lo único que podía pensar es que tal vez sólo el líder sabría de ello. Por ahora buscaría en el sitio más accesible.

Una vida en el campo [KatsuDeku]Where stories live. Discover now