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Una vez inició el día ambos jóvenes desayunaron con calma junto a la madre de uno de ellos respondiendo de vez en cuando sus preguntas. A pesar de que Izuku estaba acostumbrado a ese tipo de situaciones, estaba preocupado por si aquello era demasiado pesado para Katsuki quien se notaba no se involucraba con humanos hasta que se conocieron.

El joven mencionado en cambio mantenía un semblante sereno, serio. Analizaba a la madre del cachorro a su lado comparando de vez en cuando las características de ambos para saber en cuánto se parecían, le era entretenido. No era del todo inútil pues gracias a ello pudo llegar a una idea de que era muy probable que el pecoso se había mantenido en una vida humana por influencia de su madre. Ella olía como alguien "normal", en esa casa no había ningún aroma extra así que dedujo que vivían ahí ellos solos.

— ¿Vives con tus padres? — a todo esto, Izuku le había mencionado lo temerosa que podía llegar a ser su madre, pero no veía nada de eso en esos momentos. Parecía una mujer totalmente distinta a lo que había visto anoche, se veía decidida a quitarse cualquier duda respecto a él. Inko deseaba saber todo del chico que parecía ser el destinado de su hijo, podría desconocer muchas cosas sobre la naturaleza que lleva en su ADN, pero si algo sabía era que en cosas del amor le convenía totalmente conocer a la pareja que le había tocado.

Le daba demasiado miedo esa forma de conectar con alguien que tenían los  de sub género. ¿Qué pasaba si su alma gemela resultaba ser un abusador? ¿O si al final no congeniaban y el alfa lo abandonaba? ¿Y si era tan salvaje que terminaba asesinando a su único hijo? Quería dejar de pensar por un momento en todo eso, pero su instinto de madre le hacía tener incluso más escenarios horribles con respecto a ese tema.

— Mi madre vive en otra manada lejos de acá, yo estoy en búsqueda de formar una propia — Izuku lo miró con más dudas que respuestas ante lo dicho. ¿Estaba solo?

— Comprendo... ¿Y tu padre?... Disculpa si es un tema del que no quieras hablar — habló con prisa al notar cómo el joven dejaba de comer su parte del desayuno por un momento.

— murió hace mucho — la miró directamente a los ojos tratando de transmitirle calma como lo había hecho con el menor el día anterior durante el ataque del otro lobo, sin embargo no funcionó igual. La mujer tapó su boca con su mano sorprendida lamentándose lo que había escuchado, era claro que sin ser uno de ellos no podría sentir de alguna forma lo que deseaba expresar — no se preocupe, no es un tema que me afecte. Murió asesinado por humanos creyendo que era un lobo cualquiera

— ¡Hey! Ya hemos acabado de desayunar, qué rápido pasó esto. Mamá, saldré un rato a pasear con Katsuki. Volveré por la tarde ¿Está bien? — dijo con prisa ayudando a recoger los platos para pasar a lavarlos mientras anunciaba la salida, quería cambiar el ambiente que se estaba generando. Él por alguna razón podía sentir emociones contradictorias flotando en el aire. Por el lado de su madre una gran tristeza, culpa y más lamentos mientras que Katsuki transmitía una extraña seguridad y algunas otras cosas que no comprendía, pero que resultaban tranquilizantes.

No tenía idea en qué momento había comenzado a percibir todo eso. Es decir, antes no tenía idea de qué sentían las personas y eso en su momento le fue pesado, pero pudo lidiar con ello gracias a las enseñanzas de su madre. Sospechaba que las cercanías con gente igual a él tenían algo que ver, pero no estaba del todo seguro. Es decir, era lo más seguro, después de todo iniciaron después del primer contacto.

— ¿Te ayudo? — sintió la respiración de Katsuki en su hombro derecho y sus manos temblaron por un momento. Casi podía sentir cómo lo rodeaba por completo, lo tenía detrás suyo, pero su tamaño tan distinto al suyo imponía.

— N-no, gracias. Ya estoy por terminar — lavó lo más rápido que pudo tratando de no romper nada y se dio la vuelta secando sus manos en su propia ropa restándole importancia — ¿A dónde iremos?

Le había comentado vagamente algo de pasear a un sitio, pero más allá de eso desconocía las intenciones o el destino. No desconfiaba, no le daba indicios que le dieran alguna señal de que debía hacerlo así que sólo se dejaría hacer.

— sígueme, es una sorpresa — sonrió muy poco, pero ¡Joder! Fue una vista espectacular. Se golpeó suave las mejillas tratando de calmarse, no quería verse frente a él como un chiquillo pervertido ni nada por el estilo, ya no estaba en esa edad.

Una vez fuera y a unos cuantos metros lejos de casa Katsuki volvió a su forma lobo dejando caer la ropa que llevaba. Izuku corrió con prisa a recogerla y guardarla en una mochila que llevaba con varias otras cosas que sintió necesarias como algo de comida, agua embotellada, sus materiales de dibujo, sombreros en caso de haber mucho sol... Sí, algunas otras cosas más de campo y ahora también la ropa de Katsuki.

— ¿Es doloroso? — repitió en cuanto lo vio de nuevo en su forma lobuna, este hizo señas con su cabeza antes de echarse en el piso indicando que podía subirse encima. No quiso hacerlo esperar así que subió como pudo temiendo hacerle daño con su peso. Aunque para el mayor era casi imperceptible, algo que le preocupó un poco, ya después se aseguraría de que estuviese comiendo bien.

La alimentación de un cambia formas no debía ser precisamente similar al de un humano. Necesitaban una dieta específica dependiendo de su animal espiritual y la rutina que uno lleve.

— No es doloroso — respondió antes de comenzar a caminar con cierta velocidad, trotando, esto para que el menor se pudiera ir acostumbrando al movimiento pues pensaba correr más adelante. Si el menor necesitaba volver por la tarde debía hacer avances lo más pronto posible.

Sintió cómo agarraba su pelaje para no caer. Hizo un pequeño movimiento brusco sacudiendo su pelaje como si fuese molestado por moscas y el pecoso se agarró un poco más incluso rodeando bien su cintura con sus piernas. Y ahora sí, comenzó a correr.

— ¡Ah! ¡Ka-Kat...! — se aferraba como podía, el terreno había dejado de ser plano ya que estaban ahora recorriendo el bosque. Demasiados movimientos le impedían llamarlo por su nombre de forma correcta, pero no estaba del todo asustado. Supuso de nuevo que era por su instinto animal despertando que la sensación de verse a tan alta velocidad entre tanto verde le pareció divertido hasta cierto punto.

Fue en un salto que el mayor dio para llegar del otro lado de un pequeño río sin mojarse demasiado que su corazón dio un vuelco y se soltó.

Katsuki al instante de sentir menos peso se dio la vuelta para revisar que no se hubiese hecho daño. Pero en lugar de encontrar a Izuku tal vez sentado en el agua del río por la caída, sólo encontró un poco de ropa aplastada por la mochila que él llevaba.

Se había transformado, ¿En qué? No tenía idea, pero podía darse la idea de que algo demasiado pequeño pues no podía observar nada alrededor del lugar.

— maldición — se quejó y comenzó a olfatear. Gruñía por ratos siguiendo el rastro, ¿La razón? El jodido niño parecía estar escapando de él. Olía a pelaje mojado, pero gracias a su aroma había dado en el clavo de qué animal era su guía y justo tenía que ser uno que le daría demasiados problemas.

— gh — escuchó un leve quejido y, sin darle tiempo a reaccionar o seguir huyendo, saltó sobre él atrapando al conejo entre sus garras quien siguiendo sus instintos golpeó unas cuantas veces su hocico tratando de ser liberado, pero el dolor en una de sus patas traseras le obligó a quedarse quieto. El lobo pudo jurar casi escuchar decirle "piedad" mientras chillaba dolido.

— Un puto conejo, no me lo puedo creer

Una vida en el campo [KatsuDeku]Where stories live. Discover now