II

4.1K 580 42
                                    

El ruido que llegaba del bosque siempre inunda la residencia Midoriya, por las noches con el bello cantar de grillos o crujir de las ramas por algún animal curioso de los cultivos del hogar o por el día con el sonido de los pájaros y animales que van de aquí para allá. Izuku amaba esa melodía, sin dudas le parecía mágico el cambio de ambiente entre un horario y otro.

Aunque ese día en concreto no podía darse el lujo de quedarse en la entrada de su hogar a disfrutar del amanecer, debía ir con prisa al santuario antes de que el señor Aizawa llegase a trabajar pues sabía de antemano que le prohibiría entrar a ver nuevamente al lobo que no podía quitarse de la cabeza. Eso y que necesitaba preguntarle sobre una duda que lo martiriaba.

Con la determinación rebosante en su interior, tomó su bicicleta y, sin ver atrás, comenzó su trayectoria al santuario que pareció durar muy poco. Puede que había ido más a prisa que en sus visitas anteriores o tal vez se perdió en sus pensamientos de nuevo, pero agradecía aquello. Estacionó la bicicleta dentro de un pequeño local a un lado del santuario en donde los demás trabajadores dejaban sus bicis o motocicletas, ya estaba acostumbrado a ello.

Una vez organizada corrió dentro hasta el mostrador donde normalmente encontraría al señor Toshinori, pero curiosamente esta vez parecía no haber nadie por ningún lado. Observó el sitio en donde se guardan las llaves con la esperanza de hacer su fechoría sin ser descubierto, sin embargo fue un fracaso desde el inicio al ver que hacía falta la llave que buscaba.

Entonces pensó "¿Y si él se encuentra junto al lobo?" refiriéndose a Toshinori, no hacía falta pensar demasiado para llegar a esa conclusión, después de todo tanto él como la llave hacían falta. Caminó entonces casi corriendo a la zona del zoológico con dirección a la jaula de aquel intimidante animal, pero se detuvo a unos cuantos metros al observar justamente al guarda bosques parado frente la jaula, parecía estar en una de sus rutinas habituales de monitoreo.

Levantaba la mirada para observar algo a través del enorme cristal para después bajar a sus manos en donde llevaba una libreta cargada de demasiados apuntes y fichas de colores probablemente con más anotaciones importantes para organizar. Izuku tomó valor para acercarse llamando la atención del señor quien le sonrió amablemente antes de hacerle una pequeña seña con su mano indicando que podía acercarse aún más.

Una vez a su lado pudo observar lo que tanto llamaba la atención del señor. Aquel enorme lobo se encontraba ahí, sentado sobre sus patas traseras viéndose aún más grande de lo que recordaba el día anterior. Su mirada que estaba fija en la libreta del hombre, pasó a conectar con la suya una vez apareció en escena.

El lobo no hizo ningún movimiento, sentía la necesidad de mover levemente una de sus orejas por un leve tic que estaba sintiendo por lo ansioso que se sentía y frustrado de aún seguir en ese sitio encerrado, pero quería evitar  asustar al pequeño joven. Los vio platicar un momento, pero no pudo escucharlos.

Jodido cristal — gruñó, después de unos minutos decidió relajarse acostándose con lentitud para no tomar desprevenidos de su actuar a los presentes. Acomodó su cabeza encima de sus patas delanteras decidido a tomar otra siesta para recuperar fuerzas.

Mientras tanto del otro lado Izuku suplicaba nuevamente al guarda bosques el tener más información del joven lobo, porque a ese punto ya no era un secreto que el lobo fuese uno salvaje como los demás sino más bien a un joven sub género como él, pero más desarrollado... O al menos es la idea que tenían sobre lo que ocurría, desconocía si era posible que alguien como él pudiese emparejarse con un animal. ¿No era acaso demasiado turbio que la naturaleza fuese así de caprichosa?

Deseaba que el lobo frente a él fuese un humano también, pero ¿Por qué seguía en esa forma? ¿No le era más conveniente usar de nuevo la metamorfosis para ser un humano y ser tratado en la enfermería? ¿Acaso estaba ocultando su apariencia por algo malo?

— Bueno... lo único que puedo decirte es que ya está mucho mejor, parece que es muy fuerte — miraron de nuevo al ser que pareció sentir las miradas encima suyo pues abrió uno de sus ojos no queriendo quedarse atrás en esa pelea imaginaria — podrá darse de alta en la tarde de hoy o mañana temprano, pero es más probable que pueda ser liberado en unas horas más si se mantiene así de tranquilo. Tengo que ir a hacer el papeleo de su salida, te dejo esta radio, si pasa algo avísame de inmediato. Tienes unos minutos más antes de que llegue Shota, joven Midoriya — explicó antes de revolver su cabello y marchar del lugar.

Una vez a solas titubeó por un momento dudando si podía acercarse mucho más de lo que tenía permitido. Tenía conocimientos de una puerta trasera de la jaula a través de la zona de "sólo personal autorizado" que podría usar para entrar al hábitat y poder hablar, o al menos intentarlo, con el lobo que había levantado su cabeza en cuanto el guarda bosques se marchó observando ahora con total detalle cada uno de sus movimientos.

Agarró valor para poner su mano sobre el cristal. El lobo se acercó un poco también colocando su hocico en esa parte buscando su tacto.

— ¿Puedes... entenderme? — susurró con calma para que fuese fácil leer sus labios ya que el sonido no atravesaría el cristal. Esperó una respuesta, dependiendo de ello tomaría una decisión.

Pareció analizarlo, después de unos cuantos segundos el lobo asintió. Ver cómo los ojos del menor brillaban de emoción con haber logrado comunicarse aunque fuese un poco provocó en él una extraña sensación, pero agradable. Una que esperaba no fuese la última vez que pudiese experimentar.

— Está decidido, entraré — se armó de valor y corrió a la puerta del personal, todo ocurrió tan rápido, en nada se encontraba con la puerta abierta del hábitat y con el gran animal a escasos metros de pie. Pudo sentir cómo todo su mundo se detuvo, cayó de rodillas impactado por lo peligroso que se veía todo en ese momento. El lobo aprovechó dando pasos suaves hacia él, casi podía sentir ser devorado por tal bestia.

El grito preocupado de un guarda bosques a la lejanía los alertó. Izuku suspiró casi al mismo tiempo que el enorme lobo se abalanzaba sobre él, cerró sus ojos aceptando su destino, pero al no sentir ningún ataque o peso extra los abrió percatándose de que ahora se encontraba solo. Toshinori llegó poco después para auxiliarlo, pero no había daño alguno.

El lobo había escapado.

Una vida en el campo [KatsuDeku]Where stories live. Discover now