23. Bajo la tormenta

72 18 64
                                    

El mal sabor de boca por lo sucedido insiste en escoltarme hasta el aseo, uniendo fuerzas con el persistente dolor de cabeza. Alcanzo el baño, tomando el móvil con impaciencia. Las últimas palabras de ese periodista entrometido se me han quedado grabadas a fuego, dando forma a una inquietud que necesito resolver. La mano me tiembla mientras escribo en el buscador: "rumores actor Kasem Cherinsuk y Sorawit".

Un surtido generoso de titulares, en los que resaltan expresiones como ''relación secreta'' o ''posible noviazgo'', aparece frente a mí, robándome el aire con la misma rudeza que si acabara de recibir un puñetazo en el estómago. Los textos van acompañados de imágenes de los dos implicados. Un déjà vu me sacude al verlas: a pesar de que vestía ropa ancha, y de que apenas transcurrió un instante, creo reconocer al joven con el que estuve a punto de chocar aquel domingo, cuando salía del ascensor aupando a Ireshi.

Selecciono una de las fotos, ampliándola con urgencia y rogando, desde lo más profundo de mi ser, estar equivocado. Sin embargo, las escasas esperanzas que tenía desaparecen tan rápido como estrellas fugaces cruzando el firmamento: la pantalla me muestra al mismo joven sonriente que vi en el cuarto de Kasem, en ese selfie enmarcado que rompí.

«Por eso me sonaba su cara ―concluyo, bajando el dispositivo y asimilando el shock».

Las piezas sueltas comienzan a cuadrar con escalofriante precisión: los cambios de actitud, las llamadas a escondidas, la mentira que contó... Aunque pretenda negarlo, todo parece señalar en la misma dirección. Me apoyo contra la pared, sintiendo una opresión en el pecho y perdiéndome por completo entre mil interrogantes.

«No puede ser ―intenta razonar una voz dentro del caos que me invade―. Él no es así».

Pero... ¿puedo asegurarlo? Ni siquiera han pasado seis meses desde que le conozco, ¿es tiempo suficiente? Tal vez me haya dejado llevar por lo que sentía, provocando que Kasem se lanzara; a fin de cuentas, tiene un carácter directo y confiado. Puede que, para él, lo de anoche no significara nada serio.

La puerta abriéndose corta las divagaciones de raíz, haciendo que me recoloque apresurado. Mi corazón se detiene, junto al resto del universo, cuando descubro que el recién llegado es Kasem. Creo que, en este momento, enfrentarme a una aglomeración de reporteros cotillas se me antoja más sencillo que tenerle delante.

Kasem sonríe al verme, acercándose antes de que pueda reaccionar. Sin embargo, parece percibir la tensión que paraliza mi cuerpo, ya que se detiene a unos pasos, ladeando la cabeza y adoptando una faz más seria.

―Chai ―dice, entrecerrando los ojos― ¿Va todo bien?

Le devuelvo la mirada, enmudecido por el torbellino emocional que me remueve. Mi primer impulso es huir, escapar de este huracán que amenaza con derribarme. Sin embargo, un arrojo comienza a abrirse paso, definiendo un camino muy diferente.

―¿Por qué te acostaste conmigo? ―inquiero, apretando el móvil entre los dedos.

Kasem arruga la frente.

―¿A qué viene esa pregunta?

―Contesta ―exijo, tajante, dejando relucir ese coraje que apenas logro identificar como mío pero que ha conseguido tomar las riendas.

Mi determinación hace que el aludido alce las cejas, observándome sin parpadear.

―Los dos queríamos ―dice, tras unos segundos―, viniste a la habitación a buscarme y...

―¡Tú sabías lo que sentía! ―interrumpo, haciendo un esfuerzo para que no me tiemble la voz―. ¿Acaso eso no significa nada?

―¡Sí! ―alza las manos, mostrándome las palmas―. Claro que sí.

Luces, cámara y... ¡amor! (LGBT+)Where stories live. Discover now