17. Talento oculto

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La conversación con Kim fue bastante bien: tras aguantar sus quejas de anciano gruñón por no contarle nada sobre mi "cita" y desaparecer con su sobrina, quedamos en que vendría a buscarnos hasta aquí, lo que conllevó una nueva retahíla de lloriqueos acusándome de usarle como chófer. Teníamos que esperarle así que el anfitrión sacó algo de comer y estuvimos un rato de picoteo viendo la tele.

Ahora Ireshi está adormilada en el sofá con los dibujos mientras kasem y yo recogemos la mesa y nos encaminamos a la cocina. Comienzo a colocar los vasos en la pila. Kasem guarda el mantel y toma el móvil de la encimera; es la primera vez que lo coge desde que llegamos y creo saber la razón: no quiere responder a Sorawit, sea quien sea.

Le observo por el rabillo del ojo mientras mira la pantalla. Tiene el ceño fruncido y teclea algo rápido para después borrarlo. Bloquea el dispositivo y lo vuelve a dejar a un lado, pasándose una mano por el pelo.

No necesito un máster para detectar su disgusto. Me muero de ganas por saber lo que está pasando pero no se me ocurre una manera de abordar el tema sin ser demasiado directo o dejar entrever que estuve cotilleando. Medito unos segundos y opto por entablar una conversación distendida para animarle. Tal vez si hablamos tranquilamente sea él mismo quien decida contármelo.

―Me ha encantado escucharte tocar ―comienzo, con tono informal―. ¿Por qué no has hablado nunca sobre ello? Se te da genial.

La expresión de Kasem se relaja.

―Gracias. Aún tengo que mejorar mucho, por eso evito sacar el tema. Suelo tocar en mis ratos libres y rara vez tengo animadores tan entregados como los de hoy.

―Pues es una pena. Podrías cobrar entrada si quisieras.

El aludido sonríe, relajando los hombros.

Y dime... ―añado, haciéndome el interesante― ¿tienes algún otro talento oculto del que no me has hablado?

Kasem ladea la cabeza, mirándome con intensidad.

―Lo cierto es que sí ―afirma, acercándose con rapidez. Coloca los brazos sobre la encimera, encerrándome entre ellos y pegándose tanto a mí que puedo sentir el calor de su cuerpo. El corazón se me dispara cuando desliza el rostro hacia mi oído, haciendo rozar las mejillas.

―Pero ―susurra, provocando que una corriente eléctrica recorra mi cuerpo―. Para enseñártelo tendríamos que estar así de cerca y... con menos ropa.

Olvido respirar, envuelto en un ardor intenso y en el aroma de mi captor. Kasem retrocede levemente sin apartar sus iris oscuros de los míos. Le mantengo la mirada, embrujado por ese rostro pícaro que parece haber detenido el universo, atrapándome por siempre en un instante inesperado y perfecto.

Todavía no he tenido tiempo de reaccionar cuando Kasem alza la mano, pellizcándome con ternura la nariz. El gesto me pilla desprevenido.

―¡Oins! ―me quejo, cubriendo la zona con torpeza.

Él comienza a reír con la naturalidad de un crío que acaba de gastar su mejor broma.

―Chai, realmente eres único ―dice retrocediendo un par de pasos―. Tendría que haberte grabado.

―¡Idiota! ―exclamo, lanzándole un trapo―. La próxima vez te daré un puñetazo.

―Fuiste tú quien preguntó ―se defiende―. Además, no puedo evitarlo. Me resulta adorable que yo te... ―se interrumpe de repente, adoptando una sonrisa afectuosa―. que yo te sonroje con tanta facilidad.

―¡Chist! ―chasqueo la lengua, cruzando los brazos para fingir que estoy indignado aunque, por dentro, sigo teniendo el pulso acelerado.

―No te lo tomes a mal ―comenta―. En verdad envidio que seas tan natural ―lleva los dedos hacia mi frente, echándome el pelo a un lado con una caricia sutil―. Es una cualidad difícil de encontrar.

Luces, cámara y... ¡amor! (LGBT+)Where stories live. Discover now