2. Duelo de titanes

186 32 244
                                    

Tras dar un par de vueltas por la zona consigo encontrar el lugar. En una de las fotos se veía claramente el cartel con el nombre de la serie: "Fuego Cruzado". Con esa pista tan solo tuve que navegar por internet para encontrar la ubicación del casting.

En casa no he comentado que vendría ya que el plan es intentar recuperar el bolso de mi madre y sorprenderlos.

Hay un grupo bastante númeroso de gente en la entrada así que me abro paso con dificultad. Por fin consigo localizar a una empleada. Lleva una camiseta negra con la palabra "STAFF" en la espalda. Tendrá más o menos mi edad.

―Perdona ―llamo su atención―. Veo que trabajas en el casting. Estoy buscando...

―Arrgg ―la joven pone los ojos en blanco―. Deberían haber puesto carteles, ¿por qué lo hacen todo tan complicado?

―¿Carteles? Solo necesito saber...

―Es por aquí ―interrumpe de nuevo tomándome del brazo y arrastrándome entre la multitud―. Tendrías que haber venido antes, siempre hay mucho lío a estas horas, y más hoy. Ni siquiera debería dejarte pasar ―me mira de arriba a abajo mientras andamos―. Tienes suerte de haber dado conmigo.

Llegamos hasta un pequeño mostrador, donde rebusca una hoja y un bolígrafo. Me los entrega mientras continúa hablando. Me quedo mirándola, sin escucharla, intentando comprender para qué necesito escribir mis datos personales si solo vine a encontrar un bolso.

―Venga, ¿qué esperas?―pregunta impaciente―. ¿Quieres entrar a la zona de casting o no?

Asiento como un autómata y le hago caso. Tal vez sea una manera de registrar a los visitantes.

Apenas he terminado cuando me quita la hoja, cuelga una pequeña placa dorada de mi cuello y me conduce a través de un pasillo. Avanzamos con rapidez, sorteando varios empleados que parecen llevar tanta prisa como nosotros. Mi guía no para de saludar a unos y otros por lo que soy incapaz de explicarle nada.

―Es aquí ―dice de repente señalando una puerta abierta a la derecha―. Entra y espera. Enseguida te dirán qué hacer.

De nuevo le hago caso sin pensar. Entro en una sala cuadrada, de tamaño medio. En un lado hay una mesa alargada repleta de comida, varias personas charlan cerca. Un grupo pequeño está más apartado, en el fondo; parece discutir algún asunto. En la pared opuesta distingo tres hombres hablando, de espaldas a mí. Una hilera de sillas recorre ese lado. La mayoría de los presentes viste de manera formal, contrastando con mis vaqueros oscuros y camiseta básica blanca.

Me siento totalmente desubicado: no conozco a nadie y ni siquiera sé por qué me han traído hasta aquí. Estoy a punto de irme cuando algo llama mi atención: hay un pequeño bolso rosa sobre uno de los asientos, cerca del trío de desconocidos.

Entro en su busca. Acabo de poner la mano sobre él cuando otra persona también lo coge. Levanto la vista para descubrir a una mujer de mediana edad. Viste elegante y va muy maquillada.

―Disculpa ―dice con cierta brusquedad mientras ambos nos incorporamos. Ninguno suelta el bolso―. Esto es mío.

―¿Está segura? ―replico― porque resulta que vine a buscar uno igual.

―Entonces deberías ir a una tienda, en lugar de intentar robarlo ―responde, moviendo el bolso hacia ella.

Ese comentario me cabrea.

―¿Y quién dice que no es usted la ladrona? ―digo en tono sarcástico y haciendo el movimiento contrario.

―¡Serás descarado! ―exclama, tirando en su dirección ―¡Por supuesto que es mío!

―Entonces déjeme verlo ―exijo, tirando de nuevo.

―¡De eso nada!

Agarra el bolso con la otra mano, con fuerza, mirándome desafiante. Le devuelvo el gesto, impasible. No pienso ceder teniendo mi objetivo tan cerca.

―Sólo quiero verlo un momento.

―¡Suelta ahora mismo! ―reclama la mujer, alzando la voz.

―¡Suéltelo usted primero!

―¡Ni hablar!

El bolso viene y va de un lado a otro. Estamos tan enfrascados en la reyerta que no nos percatamos del silencio en la habitación.

―¡Vas a romperlo! ―le recrimino.

―¡No, tú vas a romperlo! ―grita de vuelta.

―¡Si de verdad es tuyo, no lo dañarías! ―afirmo, dando un nuevo tirón.

En ese momento me sonríe con malicia.

―Tienes razón ―dice, soltando el bolso repentinamente.

La inercia de mi propio empellón hace que pierda el equilibrio, cayendo hacia atrás como un muñeco desmadejado. El bolso sale volando. Cierro los ojos, esperando el golpe inminente contra el suelo. Sin embargo, alguien me sujeta por la espalda, frenando la caída.

Mi salvador está justo sobre mí, sosteniéndome lateralmente. Estamos tan cerca que puedo sentir su respiración. Tiene el pelo negro, recogido de manera informal en una pequeña coleta alta. Ojos castaños, ligeramente rasgados. Nariz recta y labios finos. Durante un instante olvido respirar, perdido en esa mirada radiante. Me devuelve una sonrisa pícara que envuelve su rostro con un halo de dulzura. Siento las mejillas encenderse.

―No debiste ayudarle, Kasem ―la voz de la mujer rompe el embrujo―. Es un descarado.

El acusado me ayuda a incorporarme, riendo. Uno de los hombres con los que hablaba ha recogido el bolso del suelo. Le reconozco por las fotos de mi madre: es Sukhon Patana.

―Esas no son formas de tratar a una dama ―me recrimina, entregando el bolso a mi rival―. Deberías disculparte, novato.

No tengo tiempo para responder porque un hombre menudo y con traje comienza a aplaudir. Se acerca a nosotros con la celeridad de un gamo. Era un integrante del grupo que discutía al fondo de la sala.

―¡Esta es la energía que buscaba! ―Toma mi mano, estrechándola con firmeza―. ¡Gran trabajo, chico! Realmente iba a tirar la toalla hasta que vi tu interpretación. ¡Cuánto realismo! Incluso lograste involucrar a Sukhon. Una improvisación magnífica.

―¡¿Improvisación!? ―Mi voz se solapa con la de la mujer. Ambos nos miramos, atónitos, como si estuviéramos frente a un espejo. Después nos volvemos al unísono hacia nuestro interlocutor pero él no llega a apreciar nuestra cara de sorpresa. Está de espaldas, dirigiéndose hacia el resto de la sala.

―¡Ya podemos anunciar que tenemos el elenco completo! ―exclama, elevando ambas manos de manera teatral―. Pued, ve a informar a los reporteros. Sunan, acompaña al nuevo y encárgate de los trámites. Quiero todo listo para la presentación. ¡Moveos!

―Un momento, yo solo... ―intento explicar, pero no tengo ocasión de hacerlo.

Sin saber cómo, me veo arrastrado por un grupo de personas felicitándome mientras el tal Sunan comienza a explicar mil términos legales que entran y salen de mi mente como si fueran mariposas revoloteando entre las flores.


Yo también pelearía por un bolso si después un chico guapo me sujetara como en la historia

Oups ! Cette image n'est pas conforme à nos directives de contenu. Afin de continuer la publication, veuillez la retirer ou télécharger une autre image.

Yo también pelearía por un bolso si después un chico guapo me sujetara como en la historia... ¡sería tan romántico! 😍 ¿A ti te gustaría?

Me ayudas mucho si te animas a comentar y dejas tu voto ♥️

Luces, cámara y... ¡amor! (LGBT+)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant