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Luego de prácticamente escapar del lavabo y cerrarlo con llave, dejando el cuerpo inerte de su padre dentro, Han Jisung bebió una botella de ron barato que encontró en el despacho de su padre.

Aprovechó para entrar al estudio de su padre.

Nunca había tenido la oportunidad de ver el interior, porque sabía que con su padre en casa sería un riesgo ingresar, a pesar de que el poco tiempo que la habitaba intentaba a toda costa no encontrarse con esa puerta.

Sin embargo, dentro no había mucho que observar.

El mismo empapelado que se usaba en la casa, un aburrido blanco hueso, solo que desgastado. El polvo decoraba absolutamente todo.
Pero lo que más llamó la atención del chico, fueron las fotografías regadas sobre el escritorio.

En todas ellas había una mujer, de rasgos asiáticos, y una sonrisa brillante. Jisung se asombró del parecido que llevaban.

Miró la fotografía más próxima; era la misma mujer, junto al padre de Jisung. Ella cargaba a un pequeño niño de mejillas redondas.

No había sonrisa alguna.

Detrás solo se encontraba una fecha de hacía dieciséis años. Justo el año en que nació Jisung.

Familia Han, 1972

¿Aquella era su madre?

Y después contempló la fotografía siguiente. Era una Polaroid, donde igualmente aparecía aquella mujer.

Sonreía, junto a otra chica, y se abrazaban.

Pero la cara de la segunda chica estaba quemada. Y perforada por lo que podía ser un abrecartas, o una navaja. A Jisung le dieron escalofríos.

Con la mirada viajó a la próxima foto, pero no había más. En cambio, encontró un número anotado en un trozo de papel

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La curiosidad mató al gato, pero el gato mató antes a la curiosidad ¿no?

Jisung se descubrió poco después frente al teléfono fijo de la casa, marcando aquel número desconocido, porque lo carcomía la curiosidad.

Su padre nunca habló con nadie por teléfono, por lo que le pareció lo más extraño del universo haber encontrado un número telefónico.

¿Podría ser el de la casa de su madre?

Ni siquiera sabía si seguía viva, pero ¿que perdía con llamar?

En ese estado de ebriedad poco le importaba.

Marcó los dígitos con manos temblorosas y se puso el teléfono en el oído. Y sorprendentemente, al poco tiempo, contestó una voz dulce.

— ¿Aló?

Efectivamente, era la voz de una mujer.

— ¿Hola? ¿Sra. Han? — se dió un golpe mental por llamar a la señora de esa manera, pero se estaba auto-convenciendo de que aquella era su madre —. Soy su hijo.

No se escuchó nada al otro lado de la línea durante mucho tiempo.

— ¿Jisung?

El nombrado rió.

— Exactamente. Imagínate que…

Papá murió.

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The Flower Boy   ━━━━━.MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora