I

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Un nuevo inicio

El sol estaba en su punto más alto cuando Lia vio las huellas en la nieve por primera vez. Se trataba de las pezuñas de un caballo.

Se dirigían al norte, en zigzag.

Se había decidido por seguirlas cuando notó que solo le quedaba una lata de arvejas con la cual alimentarse, y nada de agua. Quizás podría conseguir algo con los dueños del caballo.

Se movió por el bosque con cautela, avistando algunos conejos y ardillas merodeando por allí, corriendo, trepando, sobreviviendo.

Se mantuvo alerta ante cualquier indicio de un infectado, aunque a veces preocupaba la gente, los que aún poseían conciencia.

Se fue escabullendo con cuidado, esquivando ramas caídas y raíces sobresalidas, cuando se topó con un pastizal.

Cultivaban lechuga y cebolla.

No pudo contenerse y comenzó a guardar las verduras en su mochila, cuando sintió el seguro de un arma y se congeló.

Alejó sus manos de la lechuga que estaba a punto de cortar y las llevó a su nuca.

—Date la vuelta —oyó una voz femenina.

Le hizo caso.

Y allí estaba el caballo que seguía, pero en realidad eran dos.

Se encontró con una joven, montada en uno de ellos, apuntándole con un rifle. A su lado, había un joven que acababa de desmontar del segundo caballo.

Lia no les distinguía muy bien el rostro debido a los gorros y bufandas que llevaban encima.

—¿Qué haces aquí? —preguntó el chico, dando un paso hacia ella.

—No te le acerques, Jesse —le dijo la chica, ladeando la cabeza.

—Estoy de paso —respondió Lia—. ¿Ustedes son de por aquí? —se arriesgó a preguntar.

—Sí —respondió el chico.

—¡Jesse! Cierra la boca —le dijo la chica, moviendo su arma en otra dirección.

Lia aprovechó para bajar las manos y tomar su mochila.

El chico y la chica lo notaron de inmediato.

—¡Quédate quieta! —le dijo ella—. Dinos que haces aquí, ya.

Lia meneó la cabeza.

—Estoy de paso, ya les dije. Solo me paré a buscar algo que comer.

El chico miró a su compañera.

—Quizás debamos llevarla con nosotros —le dijo en voz baja, pero Lia lo había oído.

La muchacha se escandalizó.

—No sabemos ni quién es —le respondió entre dientes, conteniéndose.

—Pero podríamos hacerle algunas preguntas.

Se sostuvieron la mirada unos segundos, hasta que Lia interrumpió.

—Tengan en cuenta que lo más probable es que los siga —comentó, despreocupada.

Los dos la miraron, el chico con las cejas alzadas y la chica con el entrecejo fruncido.

—Podría dispararte ahora mismo —le dijo ella.

—Pero no lo harás —le respondió Lia.

—¿Cómo estás tan segura? —contraatacó.

—No te he dado razones para que lo hagas —Lia se encogió de hombros.

A whistle in the wind | Ellie Williams (tlou)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora