Atropello.

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Luego de que los abuelos se fueron de la ciudad volvieron a necesitar que Esperanza cuidara de Hugo a ciertas horas, ya que el pequeño seguía asistiendo a la guardería, por suerte para Esteban hoy nuevamente podrían ver al bebé y tal vez descubrir...

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Luego de que los abuelos se fueron de la ciudad volvieron a necesitar que Esperanza cuidara de Hugo a ciertas horas, ya que el pequeño seguía asistiendo a la guardería, por suerte para Esteban hoy nuevamente podrían ver al bebé y tal vez descubrir el sexo, Marcia no pudo agendar la cita de la mañana debido a que tenía un par de reuniones pero estaba libre antes del horario para almorzar y como Esteban casi no tenía compromisos este día no protestó, aunque si dejo en claro que si el bebé no se dejaba ver pedirían un examen de sangre.

Cuando el último cliente abandonó la oficina de Marcia, ella aprovecho esos pequeños minutos de tranquilidad para estirarse un poco sobre su silla, había pasado gran parte de la mañana sentada y un tanto encorvada, justo cuando iba a ponerse de pie para buscar una botella de agua, escucho la voz de su secretaria afuera, al principio creyó que se trataba de algún cliente que llegó antes, hasta que escucho "señora Lombardo no la puedo dejar pasar" aunque Amelia intento evitarle el paso no sirvió de nada ya que Ivanna entró a la oficina de todos modos.




– Lo siento mucho Licenciada, trate de explicarle que usted no está recibiendo a nadie pero no me escuchó — se disculpó

– No te preocupes Amelia, atenderé a la señora con mucho gusto, gracias puedes retirarte

– Si Licenciada... Con permiso — se retiro pero no sin antes mirar una vez más a la atropelladora

– ¿Ahora sobre qué va a tratar el soborno señora Lombardo? — indaga recargandose en su silla

– Por respeto a mi marido, no dije nada cuando me prohibiste la entrada a casa de mi hijo...

– Ahí se equivoca — la interrumpe — Esa es mi casa y Esteban aceptó que aunque vivamos en el mismo techo, las decisiones sobre quien entra y quien no, las decido yo

– No puedes alejarme de mi nieto ¿Quién te crees que eres?

– Señora yo no lo estoy alejando de usted — sonríe — Si quiere verlo puede hablarlo con Esteban, lo único que hice fue prohibirle la entrada a mi casa, algo bastante razonable considerando que usted no es una persona nada grata

– Hablarlo con Esteban — asiente sonriendo con ironía — ¿Cómo voy hablar con él si ya lo envenenaste en mi contra?

– Entiendo que necesite buscar un culpable ya que no es capaz de aceptar sus terribles errores — se mece — Pero yo no lo he envenenado en su contra, usted quemó toda posibilidad de acercarse a su hijo, pudimos odiarnos en silencio ¿Sabe? Es lo que todas las suegras y nueras hacen, hubiéramos convivido sólo por Esteban — da de hombros — Pero usted decidió meterse con mi trabajo, decidió humillarme de tal manera que su hijo ahora no quiere saber de usted, de paso humilló a su hija — hace una mueca — Y arruino la firma de su marido, en su lugar pediría disculpas hasta el cansancio

– ¿Crees que con esto ya ganaste?

– Aunque no estábamos compitiendo por ningún premio... — hace una pausa — Si, le he ganado — sonríe leve — Esteban esta de mi lado, tengo el puesto que me merezco en un lugar donde usted no puede influir para arruinarlo, tengo un bebé sano ¿Usted que ganó? El rencor de ambos hijos, apuesto que su marido también está enojado ¿Y todo por qué? Porque no fue capaz de cerrar la boca y tolerarme los fines de semana ¿Usted cree que me agrado alguna vez? — ríe negando — Pero soy educada, por eso nunca le he faltado el respeto, la recibo en mi oficina aunque entre atropellando a mi secretaria, no soy su enemiga señora pero si me sigue buscando, no dude que responderé




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