¿Robin?

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Las palabras de Jake resuenan en mi cabeza. Miro a Max y su cara, completamente pálida, me dice que son verdaderamente ciertas. Los últimos meses, los besos, las palabras de ánimo, los te amo, todo se siente mentira. La única verdad es que Maximiliano Peter Johnson, está casado. Me ha convertido en la otra sin yo saberlo.

  La rabia me recorre el cuerpo, solo de imaginarlo burlándose de mí. Me siento como una idiota. Volví a caer por un hombre que solo quería jugar conmigo.

    —La has cagado, pero bien D’Angelo —le dice a su amigo, quién enarca una ceja en su dirección, sin demostrar arrepentimiento.

    —El que la ha cagado fuiste tú, no él —contesto yo.

    —Nyx, no…—Intenta tocarme, acercarse un poco a mí, pero lo detengo levantándome.

    —No, no me vuelvas a poner una mano encima Maximiliano —Él hace una mueca al oír mis palabras, como si les hubieran dolido, bueno, más dolida estoy yo en este momento.

   —Déjame explicar…—No puede continuar la frase, esta vez es su teléfono el que lo interrumpe —¡Mierda! —Espero que no conteste, que se explique, pero no. Él simplemente niega con la cabeza y responde el teléfono, priorizando a quien sea que esté del otro lado.

  Hasta aquí llegó. Sin importarme nada más, ni si Ayla me sigue o la conversación anterior sobre alguien que quiere matarme, salgo del restaurante. No obstante, al parecer el destino no quiere que me maten aún, por lo que veo a Stella quién se encuentra en la recepción pidiendo indicaciones. Cuando me ve se acerca a mí, preocupada. No es mucho lo que nos conocemos, apenas fue unos días los que estuvo con nosotros, pero en ese poco tiempo llegamos a entendernos muy bien.

   —¿Estás bien? —pregunta apenas me alcanza.

     —No, no estoy bien, necesito irme de aquí, ya.

    —Ok yo te llevo —contesta sin pedir más explicaciones, guiándome hacia la puerta del hotel en donde aun el aparcacoches no se ha llevado su auto.

Es en momentos como estos en los que agradezco que empleen adolescentes obsesionados con sus redes sociales y demasiados entretenidos como para darse cuenta de que alguien famoso está cerca de él.

    —¡Espérenme! —grita Ayla corriendo en nuestra dirección —Dios, sí que caminas rápido Nyx.

   Sin decir nada más, las tres nos subimos al auto saliendo de ese lugar, alejándonos de aquel que me ha hecho daño. Me volteo inevitablemente, esperando verlo salir despavorido, tratando de alcanzarme justo como pasa en las películas, pero no, está es la vida real y en la vida real, nos alejamos y Max no aparece, todas mis esperanzas caen en un saco roto.

  Necesito respuestas, sería en vano pedírselas a Stella, ella seguro y le sería fiel a su amigo. Pero conozco a alguien, que, a pesar de amarlo, siempre me diría la verdad. Así que tomo mi teléfono y sin dudarlo marco su número.

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Una hora y una botella de vino después Ayla y yo aún intentamos convencer a Peige para que suelte prenda.

     —Chicas, es mi hermano

    —Lo sabemos, pero Nyx es tu mejor amiga, merece saber. Además, ¿no sientes lástima por esa mujer a la que tu hermano está engañando?

     —No queremos que nos hables mal de Max, solo… quiero saber la verdad. Lo necesito —Ella se queda callada, mirándome, al fin suspira, al parecer rindiéndose —Peige… ¿Está Max casado?

     —Si —contesta y yo solo quiero que la tierra me trague.

     —Cuéntame todo por favor ¿Conoces a la esposa?

Indeleble/ Melodías del Alma Libro I  #pgp2023Where stories live. Discover now