Hasta que la muerte nos separe

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Despierto cuando el sol golpea mi rostro, haciéndome imposible seguir durmiendo. Abro los ojos y mi corazón comienza a latir fuerte en mi pecho, hoy es el día de mi boda. Me quedo unos instantes en la cama, tratando de procesar todo lo que está por venir: la ceremonia, la recepción, las personas que serán testigos de lo mucho que Max y yo nos amamos.

  Oigo el agua de la ducha correr, por lo que me levanto y envuelvo mi cuerpo desnudo en un albornoz de seda blanco que hay junto a la cama. Descalza bajo las escaleras y me dirijo a la cocina ignorando la ropa desperdigada por el suelo del salón. Me sirvo un vaso de jugo de naranja y mi mirada se pierde tras la puerta de cristal que da al lago en donde dentro de unos minutos las personas contratadas por Abby comenzarán a prepararlo todo.

   Un escalofrío me recorre, cuando siento un cuerpo húmedo pegarse al mío. Unos fuertes brazos envuelven mi cintura y una cincelada mandíbula se apoya en mi hombro.

  —Salí de la ducha y no te encontré en la cama.

  —El sol no me dejó seguir durmiendo —explico —Espero que tengas algo cubriéndote, los que se encargarán de armarlo todo están por llegar.

  —No me molesta dar un espectáculo —comenta moviéndose contra mí y pegando su dura erección a mi trasero.

   —¡Max! —grito entre risas —Compórtate.

  —Me estoy comportando y lo seguiré haciendo si me ayudas con mi problema —dice, refiriéndose a la situación que tienen entre sus piernas.

  —Te diré que vamos a hacer. Tú subes, solucionas, tu solito, tu problemita, te vistes, desocupas la habitación. Mientras yo termino de desayunar, recojo la ropa que queda en el salón y me preparo para decirte el sí quiero en la noche —cuento, guiñándole un ojo.

   —Joder. Hoy me caso. Seré un hombre felizmente casado en unas horas —murmura caminando hacia la habitación —Voy a necesitar una ducha de agua fría, casarme me pone cachondo.

  Río escuchándolo mientras hecho un poco de cereal en un tazón. Me lo voy comiendo a la vez que recojo la ropa y la llevo a donde debería de estar una lavadora. Aún no hemos amueblado toda la casa, así que la dejo en el cesto que mi madre dejó para luego llevarse esa ropa y lavarla con la de ella y papá.

Apenas hay muebles, solo los de la sala, la cocina, el cuarto principal y el baño. Cuando regresemos de nuestra luna de miel terminaremos de amueblar la casa, además de que empezaremos a buscar también para la habitación de Kaan. Porque si, la adopción del pequeño está ya en proceso y esperamos pronto dejar de ser solo nosotros dos para ser los tres y quién sabe si de aquí a unos años seamos cuatro.

   Termino de desayunar y subo, encontrando a Max terminándose de vestir. Cuando me acerco para darle un beso, el timbre de la puerta nos interrumpe.

   —Deben de ser los que van a prepararlo todo —deduzco.

—Yo abro —dice, pero se toma su tiempo, se acerca y me besa —Ve a ponerte más hermosa de lo que ya eres.

  —¿Sabes que te amo verdad? —expreso cuando se separa de mí.

  —¡Gracias a Dios por eso! —grita a la vez que baja las escaleras.

  Riendo, una vez más, entro al baño y me despojo del albornoz. Me meto en la ducha y aprovecho del posiblemente único momento en el que podré relajarme hoy.

   Y estoy en lo correcto, pues cuando salgo del baño, en mi habitación me están esperando mis damas de honor, mi futura suegra y las chicas que se encargarán de nuestro maquillaje y peinado.

Indeleble/ Melodías del Alma Libro I  #pgp2023Kde žijí příběhy. Začni objevovat