EPÍLOGO

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AMIRA

Miro a mis hermanos menores, están durmiendo plácidamente, cuando llegamos ellos estaban llorando, mi tío con las pocas fuerzas qué tenía se quedó a calmarlos.

Ya mandé a qué compren leche en polvo, él pediatra lo recomendó.

Me siento en el sofá y miró el portafolio dónde estamos mis padres, mi tío y yo disfrazados, mi papá molestando me, Guillermo comiendo y mi mamá pidiendo clemencia al Diablo.

Ahora ella y mi padre deben estar ahí, demostrando quiénes son los jefes, ardieron en las llamas ardientes del infierno, pero ni eso los paro.

Hice una promesa con mis padres, diferentes, pero son promesas y una promesa no se rompe.

Miro el siguiente portafolio, es donde estaba encima de mi papá, mientras dormíamos en el suelo plácidamente, en mi defensa estaba más cómodo.

Mi tío ingresa a la habitación, y mira a los gemelos, detalla a los pequeños. Ahora ellos son nuestra prioridad.

Las quemaduras en su espalda no son tan graves, pero le va a dejar marcas.

Salgo de la habitación dejandolo a él, me dirijo a mi habitación y encuentro todo desordenado, mi cama está ordenada, mi mamá lo hizo, cada mañana lo hacía y siempre dejaba un atuendo para cada día, fotos de mi papá y yo manchados de helados, con pijamas iguales, con mi mamá haciéndome peinados y haciéndome cosquillas, decoran las paredes.

Necesito cambiar éso, llamó a una señorita de limpieza, y ordeno qué para mañana traigan a una diseñadora gráfica.

Abro la habitación de mis padres, su fragancia inunda mis fosas nasales, todo está en orden, cierro la puerta y me dirijo al guardarropas.

Los vestidos de mi madre siempre tan bonitos y elegantes, la ropa de mi padre, trajes, pijamas, sudaderas. Mi mamá ocupa más el guardarropas qué mi papá.

Abro un cajón, los relojes de mi papá están por orden de precio y llegada, valorizado en Miles de euros hasta millones.

Al lado de él están llaves de sus otros carros. Sonrío con lágrimas en los ojos, recuerdo qué me dijo que me iba  enseñar a conducir cuando cumpla catorce, pero eso no se va a poder.

Abro  otro cajón, tomó el hermoso y brillante reloj qué le regaló a mi madre, un Graff Diamonds Hallucination, valorizado en 55 millones de euros.

Joyas, relojes, ropas, zapatos y tacones;para al final de cuentas ya no estén conmigo, suelto una risa.

Recuerdo que mi padre dijo que la casa y la habitación lo mando hacer al gusto y estilo de mi hermosa madre.

Dejó todo en su lugar, salgo al balcón, el amanecer ya se acerca, me siento en el sillón y mis lágrimas adornan mi tez blanca.

Miró las estrellas, hay dos estrellas brillantes juntas, brillan para alguien.

«Mira siempre las estrellas, porque ahí yo siempre estaré brillando para tí»

Las palabras de mi padre resuenan en mi mente.

«Nunca olvides qué mamá y papá siempre te van amar, mi reina, eso tú eres, una Reina y una Diosa»

La promesa qué hice con mi mamá, las palabras resuenan en mi cabeza.

Mi garganta duele y quema, mis lágrimas queman mi pálida piel, gracias al frío.

—¿Acaso no fuí buena hija? ¿Ahora quién me va regañar por morderme las uñas? ¿Quien va a llevarme a mi lugar favorito? — le digo al cielo, silencio, eso es lo qué se escucha.

Ya no hay alegría, tampoco a mi padre llamándome Fuego andante.

Sorbo mi nariz.

—Mamá, espero qué dónde sea que estés, siempre estés orgullosa de tú bolita de grasa— trueno mis dedos.— Papá, tu fuego andante, va a conseguir más dinero del qué tiene— mi cabello se mueve al compás del viento, mi pijama solo es pantalón negro holgado y una camiseta roja.

Guillermo se sienta al lado mío, apoyo mi cabeza en su hombro.

—¿Quieres comer algún aperitivo?— niego.— Yo tampoco— mi tío por dentro está destrozado, si por él fuera ya no estaría en este mundo.

—Mi tesoro brillante, la luz de mis ojos.— habla—Ellos no te abandonaron— respondo a lo que le iba a preguntar.— Vamos a salir adelante— me da un beso en la coronilla de mi cabeza.

—Tío— le digo, él me mira con esos ojos verdes claro, su brillo se apagó, ya no son los mismos— La historia de mis padres fué bonita, pero con un final triste— él asiente.

—Tuvieron su final, juntos, pero no felices— miro el rayo de luz qué se asoma.

—Aún falta mi historia— él solo se queda callado— ¿Será con el mismo final qué de mis padres?

—Eso tendrás que averiguarlo, mi tesoro brillante—me dice, con una sonrisa.

Asiento.

Qué el mundo conozca a la hija de los demonios vestidos de angeles,« va hacer muy interesante».

Dim, Dom, no salgas de la oscuridad, qué los verdaderos monstruos apenas empiezan a cazar.

Qué comience la cuenta regresiva....

Cien motivos para Amarte. (LIBRO 1, RESUBIENDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora