Capitulo 42

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IAN

Salgo de la habitación de mi hija, Guillermo entra en su habitación con una caja de galletas, ruedo los ojos.Avanzo hacia mi habitación y encuentro a mi mujer viendo el anillo de matrimonio en su dedo anular.

—¿Por qué?— se a lo qué se refiere, me quito el reloj y lo pongo en su lugar, me siento en el sofá y miró a la hermosa mujer qué me mira con curiosidad.

—Porqué son letales, peligrosos,astutos y engañosos  en la mirada qué te dan, parecen qué son frágiles y débiles, pero es todo lo contrario— se sienta en mi regazo y apoya su cabeza en mi pecho.

—¿Y dime, amor de mi vida, por qué elegiste una cobra? — ella suelta un suspiro, le empiezo hacer círculos en su cabello.

—Porque es cauteloso, astuto, peligroso y según dicen qué pecado, así qué tú eres un pecado que hasta en otra vida, volvería a cometer— suelto una risa nasal, ella me mira y esos ojos marrones me hacen darme cuenta de qué yo moriría y  mataría solo por ella.

Mi pecado ya tiene nombre  y Dalia Spencer Campbell, es un pecado y perversión qué volvería a cometer las veces que sea necesario, la mujer que es madre de mis hijos,mi esposa y mi mujer. La amó más de lo qué se imaginan, la adoro y la idolatro    cada vez qué ella me mira; caí en los encantos de una mujer de metro sesenta, con ella soy diferente a lo qué muchos imaginan de mí.

—Perro arrogante, él día qué te conocí pensé que me ibas a matar, pero jamás imaginé qué me casaría contigo y qué tuviéramos un bebé — susurra con gracia, la escucho atentamente — ¿Estamos locos, no crees? —dice con diversión.

—Más de lo qué aparentamos, Modi — se acomoda más a mi.Y suelta un suspiro .

—¿Qué pasó?

—¿Te molesta el hecho de que ya no hagamos sexo? — me pregunta, hace circulos sobre mi pecho.

—No me molesta, no todo se trata de sexo, cariño, recuerda siempre que nosotros somos diferentes al igual qué nuestra manera de amar — respondo tranquilo y aliviando su preocupación y temor.

—¿Qué pensantes cuando me conociste?—apoyo mi cabeza en el sofá y suelta un suspiro.

—Qué estabas mal de la cabeza — ella frunce el ceño, aunque no la mire, se que lo está haciendo —Y lo estás, quien en su sano juicio ,deja entrar a un desconocido a su departamento,¿ Qué tal te asesinaba?— ella suelta una risa nasal.

—En mi defensa no lo ibas hacer — dice ella, la miro .

—¿Por qué?

—No sé, solo lo presentí y ya— se encoge de hombros, miro la hora y me doy cuenta que ya es de madrugada, pero mi estómago me pide comida.

—¿Tienes hambre? — le pregunto.

—Si y tú? — Asiento — Se me antoja cebollas fritas con frijoles y una soda— eso es suficiente para qué mi hambre interior festeje.

—Entonces vamos— le digo— A mi se me antoja unas arepas— saboreó las ricas y deliciosas arepas con soda ,que me voy a comer.

—Parece qué alguien tiene más hambre que yo — dice ella con diversión, se levanta de mi regazo.

—La culpa lo tiene la bola de grasa — me excuso,me dirijo al guardarropas y saco una sudadera negra y otra blanca, para la madre de mis hijos.

—Si claro — salimos de la habitación con mucho cuidado de no hacer ruido,lo bueno es que esos dos chuckys tienen sueño pesado.

Cien motivos para Amarte. (LIBRO 1, RESUBIENDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora