Capitulo 43

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IAN

Cojo mi celular para ver la hora, aún tengo sueño, abrazo a mi esposa, pero ella me da una patada.

Miro la hora, y  Me apresuró a levantarme, tengo qué llevar a mi hija al colegio, me dirijo a la habitación del Chucky número uno, y la encuentro dormida y con la baba caída.

—Fuego — la muevo— Hija — ella se queja.

—Vete al infierno— abro la boca ofendido, yo soy un dulce ángel.

—Tu tío Guillermo, se fué de la casa — ella se apresura a levantarse, pero se detiene a mitad de camino.

—Mentiroso, mi tío debe estar durmiendo como oso perezoso, ahora mismo — me reclama, me  encojo de hombros y la miro con diversión, ella se dirige otra vez a su cama.

—Ey, para tú coche — la detengo, ella me mira con ganas de mandarme a dónde ustedes ya saben — Hoy tienes que ir a estudiar, hija de mi dulce riñón — le digo con una sonrisa.— Así que a asearse  y vestirse, te espero abajo— salgo de habitación, antes de que la almohada llegué a mí, me dirijo a la habitación de Guillermo.

Abro las ventanas, para qué entre luz solar.

—Largate de mi habitación — me dice, mientras se tapa la cara.

—Buenos días, animal— le digo, sonriente.

—¿Qué tiene de buenos?— se sienta en pose indio— Te pido amablemente qué te vayas de mi habitación, antes de qué yo mismo te mate— me dice, uy, pero que amable.

—¿Hoy no tienes que ir temprano a trabajar?— con eso es suficiente para qué se levante y se encierre en el baño— Te espero abajo— salgo de su habitación, y me dirijo a la mía.

Nesecito ducharme, me baño rápido, no quiero que Amira llegué tarde a sus clases.

Salgo del baño, con una toalla en mi cadera, Dalia duerme plácidamente, y entre sus piernas está una almohada.

Me dirijo al guardarropas y elijo un traje color negro, escojo un Patek Philippe, un reloj que Dalia me regaló por Navidad.Ella tiene un Graff Diamonds Hallucination, se emociono mucho cuando le

Le dejo una nota a Dalia, y me empiezo a vestir.

Lo bueno es que hoy no tengo reuniones, me aburre estar escuchando o cerrando contratos.

Salgo de la habitación, mientras acomodo mi reloj, bajo las escaleras de dos en dos.

Mi hija y Guillermo están comiendo mientras miran a su  alrededor con ganas de incendiar el lugar.

—Ese reloj cuesta más que el departamento de Derek — dice Amira.

—Recién te das cuenta — le digo, la señora encargada de preparar la comida, me entrega mi jugó de uva, mi hija me alcanza un cepillo de peinar.—Peluquero, no soy — ella me mira, Guillermo mira con diversión la escena, cojo el cepillo y empiezo a peinar el cabello de mi hija.

—Ian Adel Wrigth Harper— dice con diversión mi mejor amigo — Él magnate Colombiano y gran famoso en todo el mundo, dejándose dominar por una niña de once años — lo miro mal, y el bebe su jugo de piña, tratando de ocultar su diversión.—Yo no dije nada — dice.

—Quiero una cola alta, pero no tan apretada, por favor — suelto un suspiro.

Le hago una cola alta, o eso creó.

—¿Desea algo más, la reina?— digo sarcástico, ella se lo piensa.

—Dinero — ruedo los ojos, y le doy un billete de cien — Gracias, Papá — ella feliz se levanta y lo guarda en su alcancía.

Cien motivos para Amarte. (LIBRO 1, RESUBIENDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora