47

22 2 3
                                    

Cuando despierto, sé que estoy acostada, tan débil que a penas y puedo abrir los ojos, pero realmente no los necesito para darme cuenta donde estoy

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Cuando despierto, sé que estoy acostada, tan débil que a penas y puedo abrir los ojos, pero realmente no los necesito para darme cuenta donde estoy. Mi cuerpo jamás podrá olvidar el ruido, el olor y la sensación solitaria y helada que es el hospital para mí. Otra cosa de la que me percato es que mi brazo y pecho están conectados a una máquina y un suero que cuelga en un tubo al lado.

Maldita sea, con lo que me había jurado a mí misma nunca regresar aquí.

Si tuviera la fuerza, me levantaría para escapar y huir. No lo soporto.

Prefiero morir que seguir viviendo y soportar esto.

¿Cómo... regresé? Pequeños recuerdos regresan a mi mente de la última vez de pie. Estaba hablando con Renato y seguramente me trajo aquí.

¿Habrá servido de algo si le hubiera contado desde el principio que soy una persona destinada a morir? No. Ya no quiero preocupar a nadie más y tampoco quiero lástima. Es horrible e insoportable que me vean como alguien frágil. No lo soy. En lo absoluto.

Soy una mujer fuerte, no por nada he soportado y he logrado vivir hasta ahora, pero no me sirve de nada si sigo en esta burbuja. Quiero vivir para vivir libre. Libre como mi corazón quiere.

Si tan solo... pudiera levantarme ahora.

—No deberías esforzarte en levantarte ahora, llevas dos días dormida.

Reconozco esa voz sin ni siquiera verlo cara a cara. Es Samuel. Muevo un poco mi cabeza hacia mi derecha y ahí está, tan recto como el "perfecto" hijo mayor de la familia.

—¿Dónde está mi hermano? —pregunto con mucha dificultad.

—Supongo que te refieres a tu vecino, ¿No? —Frunce ligeramente el ceño—. Afuera, pero le indiqué a seguridad que no lo deje verte.

—¿Por qué? Yo quiero que él esté conmigo.

Samuel gruñe ligeramente y se aleja mientras me da la espalda. Incluso ahora se parece más al abuelo.

—Deja de jugar y regresa con tu "verdadera familia", Aurora. —Gira para verme—. ¿Acaso no te das cuenta de que tu salud está empeorando por ser tan obstinada? No quiero ver morir a más de mi familia si puedo impedirlo.

—¿Piensas que es un acto noble y de amor fraternal? —Sonrío ante su hipocresía—. Te equivocas. Eres igual de egoísta que el abuelo Marlon, porque ese es tu deseo, no el mío.

—¡Yo solo quiero que vivas, Aurora!

—¡Pero yo no quiero vivir como una prisionera al igual que tú!

Por alterarme, mi corazón se acelera y la máquina conectada a mí empieza a emitir sonidos extraños que alertan al médico que viene de inmediato junto a otras dos enfermeras. Mientras las enfermeras me revisan, Samuel se acerca al doctor.

El vecino del K-9Where stories live. Discover now