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Resumen de tarde y mi noche, no me concentré y no dormí bien

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Resumen de tarde y mi noche, no me concentré y no dormí bien. Aaron me vio tan mal cuando regresé que me tuvo que nadar una valeriana por los nervios y casi se va para atrás cuando le cuento que me pasó. Estoy tan malditamente nervioso por lo que pasó en la tarde. Voy a salir con Julieta. Siento que mi cabeza va a estallar.

Por Dios. ¿Es en serio esto? ¿No es una broma? Me he repetido lo mismo todo el tiempo, solo la voy a ayudar, pero mi corazón está muy acelerado de pensar que vamos a estar los dos solos. Claro, si no contamos el hecho de que estaremos rodeados de los peludos amigos.

Sí, ya hemos estado solos en la veterinaria, pero casi siempre me la pasaba con los perros y ella atendiendo clientes.

Esta vez va a ser diferente, esta vez vamos a cerca del otro la mayor parte del tiempo y un lindo lugar como el parque.

¡AAAAAA! ¡NECESITO FUMAR ALGO O ME VOY A PONER MÁS NERVIOSO!

Inmediatamente, salgo de mi casa para ir a la azotea a fumar y me encuentro con alguien a mi lado, para ser específico, frente a la puerta de mi vecina. Era esa mujer de la otra vez, solo que ahora ya no tenía lentes negros ni ese pañuelo subiendo su cabeza. También como son las once de la mañana, ahora puedo ver bien que es pelirroja, de cabello ondulado y ojos marrones; ahora una camisa amarilla, falda y tenis blancos, también se ve ropa cara. Sin duda, se ve como esas chicas mimadas y ricas que salen en los programas de televisión.

Aquella mujer me mira con atención y realmente me impone incómodo, creo que me está juzgando, como todos. Por suerte, la puerta del K-10 se abre y esa mujer sale, está usando un pijama morada con pequeños dibujos de payasos y globos. Ella se da cuenta de mi presencia y de la chica pelirroja.

Hoy en la mañana no vino a desayunar ni me dijo el porqué, tampoco quise preguntar. ¿Tal vez tuvo una mala cita y por eso no quiso salir hoy?

—¡Por fin me abres, payasa! —dice aquella mujer pelirroja y le da un pequeño golpe en el brazo a mi vecina.

—Lo siento, Jenna. Acaba de salir de bañarme, pensé que llegaría en una hora más.

—Iba a pasar a un lugar antes, pero el chofer chocó el automóvil.

—¿Estás bien? —pregunta preocupada.

—Sí, nadie herido, pero el frente se averió. Él se quedó a ver eso y yo tomé un taxi hasta aquí. ¿Sabes lo difícil que es viajar de la Ciudad K a aquí? Era más fácil cuando estabas ahí, solo tenía que caminar para verte.

¿Ciudad K? ¿De ahí viene mi vecina?

—Entonces no te vuelvo a invitar —dice de manera sarcástica y cruza los brazos fingiendo estar enojada.

—Tranquila, tranquila, payasa. —La pelirroja se aferra al brazo de esa mujer—. ¡Sabes que viajaría a donde sea con tal de estar contigo, eres mi mejor amiga!

De pronto, ambas voltean a verme. Es más, ¿Por qué sigo parado aquí?

—Abuelo, ¿Qué haces afuera? —me pregunta mi vecina.

—Estaba por ir a fumar para quitarme los malditos nervios. Me voy.

—¡Espera! —Se acerca a mí—. Primero te presento a mi mejor amiga, Jenna.

—Mucho gusto —dijo con una voz cortante y desvía la mirada de mí.

Que grosera, ¿En verdad le caí tan mal?

—¿Por qué tienes tantos nervios, abuelo?

No quiero decirle, no quiero decirle, no quiero decirle. Podría usar esta información para molestarme, pero... ¿Quién más sabe de esto? Aaron me confesó ayer que no tenía idea de citas, pues jamás había tenido una por los estudios o por trabajar aquí, mientras que la otra persona que puedo pensar ahora es Víctor y sigo sin creerme que haya salido con alguien y... no tengo a nadie más que preguntar.

—Julieta me pidió ayuda para pasear a los perros. —Ya está se lo dije.

De pronto, puedo sentir la mirada fija de esa mujer mientras se le iluminan los ojos y tiene una gran sonrisa en el rostro.

—¿Eso significa que por fin tienes una cita con tu crush, abuelo?

Joder, esta mujer está más alegre que yo.

—No es una cita, solo me pidió ayuda. —Aparto mi brazo para que me suelte.

—Lo dudo mucho, esto está planeado. Es un presentimiento. —dice mientras lleva una mano a su barbilla—. Se cansó de esperarte y decidió dar el primer paso.

—Excelente deducción, Sherlock —hablo con sarcasmo—. No. Ella me pidió ayuda.

—Tú solo quieres ver el romance, donde sea —interviene Jenna—. Aurora, deja de crearte fantasías.

—¡Ustedes son unos amargados! —se queja—. Sobre todo, tú cuando terminas con tus novios, Jenna.

—Porque son unos imbéciles que solo quieren una cosa y listo, se van. —Vuelve a apartar la mirada.

—Entonces, ¿Qué es lo que vas a lucir para tu cita, abuelo? —me pregunta.

—Que no es... olvídalo. Me voy a como siempre, con esto.

La mujer se aleja un poco de mí y me mira de arriba hacia abajo, puedo ver que sus ojos me miran con desprecio.

—Pues la cita va a ser un desastre, ¡Debes lucir impresionante!

—¿No sería una mentira? Yo no soy así, yo soy como soy.

—Mira, no puedo hacer nada con tus malas vibras de octogenario, pero al menos puedo hacer que luzcas como un sugar daddy.

¿Qué mier...? De pronto siento como me arrastra del brazo hacia las escaleras.

—¿Qué haces, loca? —grito.

—¡Tranquilo, abuelo! ¡Yo te voy a ayudar a lucir todo un galán con una ida al centro comercial! ¡Confía en tu buena amiga y vecina! —Se dirige hacia su amiga—. ¿Qué dices, Jenna? ¿Me ayudas en la causa?

Aquella pelirroja se queda mirándome con el ceño fruncido y otra vez aparta la mirada, ¿Pues qué te hice?

—Normalmente, diría que no, pero veo que te entusiasma mucho la idea. —Sonríe—. Además, también tenía ganas de ir de shopping.

Siento que, aunque gritara lo más fuerte que pudiera en este momento, no me libraría de las intenciones de esta mujer.

No tengo escapatoria, ¡Ayuda!

No tengo escapatoria, ¡Ayuda!

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El vecino del K-9Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz