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El parque de la Ciudad T es un lugar espacioso, con un pequeño lago y un puente que lo cruza

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El parque de la Ciudad T es un lugar espacioso, con un pequeño lago y un puente que lo cruza. Es como un mini bosque en medio de la gran urbe. Como apenas se va terminando la estación del verano, las hojas de alguno de los árboles todavía conservan un poco del verde en sus hojas y otros ya comienzan a tonarse de color marrón.

Yo voy corriendo a todo lo que dan mis piernas poco atléticas, hace apenas unos minutos sentía que no iba a llegar a tiempo. Todo por culpa de esa mujer y su amiga. Creo que no podré sacarme de mi mente la tortura que fue el resto de esa ida al centro comercial, pues luego de la ropa fuimos por zapatos, a un pequeño spa y a la peluquería. Cuando salimos de ahí y regresamos al edificio departamental, ya eran cuarto para las cuatro de la tarde.

—¡Mierda! ¡Voy a llegar tarde! —grité en cuanto bajé del automóvil de Jenna.

He de decir que lucía bastante elegante y espacioso. Un bonito color rojo y muy llamativo

—¡Vete! ¡Vete ya! —También gritó mi vecina—. Recuerda lo que te dijimos, no seas tú.

—¿Qué no se supone que debe ser él en una cita? —preguntó Jenna.

—Créelo, con este anciano no funcionaría. —Volteó a verme y me empujó un poco por la espalda—. ¿Qué haces, viejo? ¡Vete de una vez! ¡Diviértete en tu cita!

Sí, ya quería irme, pero debía hacer algo antes.

—Espera. —Miré a Jenna—. Muchas gracias por todo, te pagaré todo.

No era ya extraño para mí ver como ella tenía los brazos cruzados y desvió su mirada de mí.

—Le estaba haciendo un favor a mi amiga.

Supongo que fue su forma de decir "De nada". Sin más que esperar, salí corriendo hacia el parque y ahora estoy así. Por lo que oí, mi vecina y Jenna me dijeron que ellas estarían un tiempo más en el departamento. ¿Será... que seguirán hablando de ese tema?

¿Por qué estoy pensado en ello? ¿Desde cuándo me gusta el chisme? Soy un idiota.

Luego de tanto, por fin me detengo cuando veo a Julieta frente a mí. Ella está de espaldas, pero puedo reconocerla perfectamente por ese cabello ondulado. Además de que tiene a un par de perros con sus correas, al perro que encontró mi vecina y, por supuesto, Jack. Inmediatamente, él me ve y comienza a ladrar y mover la cola. Claro que me reconoce, aunque luzca así.

Julieta voltea hacia atrás y se queda mirándome tan fijamente que me incomoda un poco. Mis piernas están temblando mucho, pero tomo aire y me acerco a ella. No mueve su cabeza, sin embargo, sus ojos delatan que ella me mira de pies a cabeza.

De seguro debe suponer que soy un exagerado por hacer esto. Después de todo, estoy usando la ropa que me compraron, unos zapatos negros y muy pulcros; mi cabello ya no es tan largo por el cuello y me redujeron el volumen; también tengo la barbilla afeitada y me pusieron algo de maquillaje para disimular mis ojeras.

—¿Renato? ¿Eres tú? —dice con una voz que denota lo sorprendida que está.

—Sí, soy yo. —Apenado, me llevo una mano atrás de cuello—. Lo siento. Acabo de salir de un evento y no me dio tiempo de cambiarme —miento.

En verdad, no quiero que píense que soy un loco que tomó muy en serio un simple favor. ¿Cómo pude dejar manipularme de que esto es una cita? Soy tan... idiota.

—Luces...

—¿Un idiota?

—No, para nada. —Da un paso hacia mí—. Luces muy bien. —Sonríe a un poco.

No sé el por qué esas simples palabras hicieron que mis hombros, mi espalda y también el resto de cuerpo se relajara bastante y toda esa presión y nervios se iba disminuyendo. Poco a poco, mis mejillas ahora ardían y me costaba mantener la mirada en ella y esa expresión tan hermosa en su rostro. ¡Compórtate, Renato!

Para mi suerte, siento como Jack apoya sus patas en mis piernas y parece moverse para que llamar mi atención. Yo, instintivamente, me hinco frente a él y le acaricio la cabeza.

—Hola, Jack. Tú me reconociste aún con este traje —Sonrío ligeramente—. Tú nunca me decepcionas, compañero. ¿Qué dices? ¿Piensas que luzco como tonto?

Jack me ladra. Quisiera saber si eso fue un sí o un no.

—¿Listo para pasear? —pregunta Julieta mientras me ofrece la correa de Jack y ese perro de la vecina y los tomo.

—Veo que está mucho más sano ese perrito.

—Sí, fue un gran trabajo, pero se ha hecho un gran progreso —dice con cierto orgullo—. Aurora juega con él cada día y está muy atenta a sus tratamientos. Además, que es muy divertido tenerla en la tienda.

Cierto. Esa mujer ayuda a Julieta en la tienda.

—¿No es molesta? —pregunto.

—Muy entusiasta y curiosa, pero no me desagrada —admite—. Es como si un sol radiara de ella siempre.

—¿En serio? Pensé que era el único que pensaba eso.

—Aunque, suelen decir que quienes más brillan, fueron quienes más sufrieron y siguieron adelante.

Julieta tiene un punto y no puedo evitar recordar la conversación de hace rato.

—... ¿Ella te ha dicho algo sobre su pasado?

—No, no hablamos de eso. ¿Algo pasa?

Mierda. ¿Por qué debo hablar de ella en mi cita? No, esto no es una cita. Recuérdalo, imbécil.

—Para nada. —Me alejo un poco con los perros—. Mejor dejemos ese tema al lado y caminemos un poco.

Así los dos comenzamos a andar por el camino de cemento del parque. Solo espero que esto salga bien, por realmente la sensación que estoy sintiendo en mi pecho con solo tenerla a mi lado es bastante reconfortante.

 Solo espero que esto salga bien, por realmente la sensación que estoy sintiendo en mi pecho con solo tenerla a mi lado es bastante reconfortante

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El vecino del K-9Where stories live. Discover now