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BROOKE

Joseph Stelle era un hombre ambicioso.

El tipo de hombre al que no le importaría sacrificar a cualquiera si es que aquello lo llegase a beneficiar en algo.

Ha pesar de odiar a mi padre, había un lado de él que era exactamente igual al de su medio hermano.

Y ese era el deseo de obtener todo el poder que le fuera posible, y el cual le permitiese sobresalir y estar por encima del resto.

Mas allá de eso, no se parecían en nada.

A diferencia de mi padre, él era un hombre al cual parecía gustarle estar en forma.

Y su edad no era un impedimento para ello.

Alto y de ojos azules. Cuerpo atlético y una barba y cabello negro que se inclinaban más al gris.

Tenía el tipo de presencia que haría a cualquiera inclinar la cabeza en señal de respeto o miedo.

Nunca supe de su existencia hasta hace algunos meses.

Él simplemente se me acercó un día cualquiera.

Un día en donde salía tranquilamente de mi cafetería favorita y se presentó ante mí como mi querido tío.

No tenía la más mínima idea de que mi padre tuviera un hermano.

Luego comprendí la razón.

Si cualquiera de ellos tuviese la oportunidad de desaparecer al otro sin dejar rastro alguno.

Lo harían.

Hasta ese punto. Era su odio.

Miré alrededor de su oficina y sonreí de lado.

—¿Has hecho algunos cambios? –me acerqué hasta uno de los sofás que había ahí y dejé la mochila sobre los cojines color carne.

Seguí mirando todo a mi alrededor. –¿Te cansaste de lo extravagante y preferiste ir por lo ostentoso?

Me detuve frente a la pecera y observé a los pequeños peces de diferentes tipos y colores que nadaban con sumo entusiasmo.

—Qué te puedo decir, lo monótono pueda llegar a aburrir. Siempre estoy abierto a grandes cambios, ¿no lo estás tú?

Su voz llegó desde atrás y me giré hacia él.

—Tal vez sí, tal vez no. Todo dependerá de si aún me siento conforme con lo tengo. De si...aún sigue siendo de mi gusto o agrado. Soy del tipo que...no se aburre fácilmente de las cosas.

—¿Y qué pasa si te aburres? –sus ojos me  escudriñaron con curiosidad.

—Bueno, tal vez realice esos grandes cambios igual a ti. O...simplemente deseche lo que me aburrió. Creo que sería más fácil –cruzo mis brazos y me recuesto sobre la resistente pecera inteligente. –Pero bueno, dejemos las conversaciones triviales para otro momento. No vine a eso y creo que lo sabes.

—Tengo una leve idea del por qué de tu sorpresiva visita.

Se vuelve a sentar en su silla y se recuesta en el espaldar.

—¿Ella vino? –sonríe mientras hago la pregunta. Como si estuviese recordando algo que le causó mucha diversión.

—Lo hizo. Tuve que ordenarles a mis guardias sacarla. Estaba perturbando la calma de mis empleados y amenazando con dañar la imagen de mi empresa. No podía permitirlo. ¿Le gustó mi regalo a mi querido hermano?

—Pues...no fue mucho de su agrado –su sonrisa crece sádicamente.

Voy hasta mi mochila y la abro. –¿No sentiste ningún remordimiento hacia ella? –continúo.

SWEET CAMELIA ©Where stories live. Discover now