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BROOKE

No es sorprendente para mí darme cuenta de que la mayoría de las personas finjen ser alguien que en definitiva no son.

Alguien que es todo lo contrario a ellos.

Que muestran algo que no sienten.

Que digan cosas que no quieren.

Todo con tal de encajar.

Ese es el error de cada uno de nosotros, tratar de convertirnos en el prototipo de persona perfecta para ser aceptados por otros. De decir lo que creemos que les gustaría escuchar. De comportarnos de una manera que no les haga generar incomodidad.  Todo con tal de hacerlos sentir bien. A ellos. Pero. ¿Qué hay de nosotros?

¿Qué hay de nuestros pensamientos?

¿Qué hay de nuestros sentimientos?

¿Qué hay de lo que queremos?

De lo que deseamos.

Esa debería ser nuestra principal prioridad.

Nosotros. Solo nosotros.

Tamborileo mis dedos en mi rodilla  mientras observo la puerta por la que Timothy entró hace unos minutos.

Hoy es su tercera visita al terapeuta y he estado con él en cada una de ellas. Le prometí que siempre estaría para él, en cualquier momento.

Estos últimos días han sido más cansados que los otros. Desde la universidad, lidiar con mi padre, Portia, Rose y sus exigencias. Cuidar a Roland ya que ha estado enfermo. Todo se ha vuelto un cúmulo de actividades que no me permiten el más mínimo descanso.

Recuesto mi cabeza en la pared fría y cierro mis ojos. No he estado durmiendo bien tampoco y nada tiene que ver con todo lo que ha pasado.

Mi celular suena y doy un respingo. Miro la pantalla y suelto un suspiro.

Decido tomarlo.

—¿Dónde estás?

—Hola padre, estoy haciendo un trabajo de la universidad. Estaré pronto en casa.

—Cuando regreses ven directo a mi oficina. Me tienes que explicar el por qué Allister no se ha contactado contigo desde la última vez. –Eso no es del todo correcto.

—Está bien, llegaré pronto.

Cuelga sin decir nada mas y presiono mis dedos en mi frente tratando de aliviar la presión que hay ahí.

Alexander.

La última vez que lo vi fue en nuestra cita. Después de eso quise contactarme con él, lo pensé mucho antes de hacerlo pero al final dejé mi nerviosismo a un lado y lo hice.

No contestó.

Y por más estúpido que suene me avergoncé por ello. De alguna manera sentí que interrumpí su tiempo. Que tal vez lo llamé en un mal momento. Así que lo dejé.

Luego me sumergí en todo lo que estaba pasando a mi alrededor y cuando me di cuenta, era yo la que ahora no había contestado.

Estupideces y rarezas de la vida.

Podría devolver sus llamadas, sí, pero, ¿Cuál sería el mejor momento?

Solo alguien como yo se hunde en una pequeña tapa con agua.

La puerta se abre y me levanto del asiento, Timothy sale y puedo ver por sus ojos un tanto rojos que ha llorado. Le sonrío y le tiendo mi mano la cual toma.

Comenzamos a caminar a través del pasillo con nuestras manos entrelazadas.

—¿Qué ocurrió?

—Creo que ya es momento de que hable con ellos.

SWEET CAMELIA ©Where stories live. Discover now