14

18K 1.5K 1K
                                    

BROOKE

Cuando salgo de la habitación y voy a la planta baja puedo darme cuenta de que Alexander aún no ha llegado.

Portia y Rose se voltean a mirarme y sus rostros se llenan de absoluta sorpresa, rápidamente deciden suplantar su reacción inicial con unas risas burlonas que tratan de aparentar cubriendo sus bocas.

Esperemos que la risa de Portia siga igual al final de la noche.

Roland se para a mi lado mientras les lanza una mirada enojada.

—Veo que has puesto un poco de esfuerzo en esa apariencia tuya. Espero y funcione en algo. –Las palabras de mi padre no me afectan. No a como lo hacían antes.

—Por supuesto. Haré mi mayor esfuerzo –le doy una sonrisa apretada.

Se aleja unos metros cuando su celular suena y Rose ve la oportunidad perfecta para acercarse a mí.

Ella realmente no podía esperar.

Portia se mantiene en su lugar. Dejándole todo esta vez a su hija.

Roland va a moverse para impedirle el paso, pero lo agarro del brazo.

Me mira y niego suavemente. Vuelve a su sitio sin dejar de mirar cada uno de los movimientos de nuestra hermanastra.

—Crees que cambiando tu aspecto vas a dejar de ser la simplona de siempre –su voz sale baja. Supongo para que padre no escuche. –Puedes ponerte la ropa más cara y maquillar tu rostro todo lo que quieras. No eres bonita Brooke. Asúmelo.

—¿Debería decirte lo mismo? –mi voz sale igual de baja que la de ella. Esperando que solo ella me escuche.

—¿Qué es lo que estás tratando de decir?

—No importa que hoy en día toda tu estés adornada con lo más caro de pies a cabeza –mis ojos sostienen los suyos. –Al final, siempre serás una simple intrusa en esta casa. Tienes lo que tienes porque tu madre tuvo la suerte de casarse con mi padre. De lo contrario. Seguirías siendo una don nadie.

Su cuerpo comienza a temblar y su rostro se vuelve carmesí.

Como si estuviera a punto de explotar.

—Tu...

–¿Pasa algo? –la voz de mi padre la detiene.

—No –digo. –Rose me estaba elogiando. A su manera. Simplemente le estaba agradeciendo sus palabras. ¿No es así, hermana?

Asiente, completamente tensa y con sus manos hechas puño en su costado.

Lo último que quiere ella es hacer enojar al hombre que considera un padre.

Siempre trata de ser la chica dulce y de buen comportamiento frente a él.

En ese entonces suena el timbre y mi corazón antes calmado en mi pecho comienza a agitarse.

Es él.

Cuando el mayordomo abre la puerta y él entra. Mi piel, la que antes sentía fría se calienta bajo la superficie como si estuviera a fuego lento y mi estómago se ve invadido de múltiples revoloteos.

Alexander le entrega la botella de vino que trae en su mano al mayordomo, le dice algunas cosas y luego se comienza a acercar a nosotros.

Inmediatamente su mirada gris me busca.

No deja de observarme hasta que se detiene frente a mí.

Se inclina y toma mi mano para llevarla a sus labios.

SWEET CAMELIA ©حيث تعيش القصص. اكتشف الآن