Después de dos siglos, John Van Vonter regresa a su pueblo natal para cumplir con una importante misión. Junto a sus amigos se embarca en la búsqueda de un tesoro que podría cambiar el destino del mundo humano y el de las "bestias"; así como vencer...
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Desde antes que los seres humanos poblaran la Tierra, existieron criaturas que más tarde serían llamadas bestias y las más importantes se convirtieron en dioses de las primeras civilizaciones. Según la leyenda, provenían de una tierra invisible para el ojo humano. Le llamaban el "bajo mundo", al encontrarse debajo del mundo terrenal. Cuando las bestias y los humanos se encontraron, dio origen a una época perdida en los anales de la historia, que narraba la coexistencia pacífica entre los clanes. Se ayudaron mutuamente para alcanzar sus objetivos y fue así como las grandes civilizaciones comenzaron. No obstante, las disputas por el poder no se hicieron esperar. La primera gran guerra estalló y aquella alianza se fragmentó en diversos clanes que velaron por sus propios intereses.
Con el tiempo, la influencia de las criaturas y dioses se fue viendo opacada hasta el punto que decidieron alejarse de las comunidades humanas. Algunos huyeron a los bosques sin explorar, otros en la oscuridad de las cavernas o en la profundidad de los mares y los que pudieron, se infiltraron entre los humanos tratando de ayudarlos e incluso les enseñaron artes místicas para facilitar sus vidas. Con el ascenso de la Iglesia Católica, el mundo nuevamente entró en una época oscura. Fueron miles de personas las que fueron acusadas de herejes, de practicar brujería y de ayudar a las bestias.
Para lograr cumplir con la purga, la Iglesia permitió el surgimiento de cazadores de monstruos. Visitaban pueblos de toda Europa y en raras ocasiones se adentraron a tierras lejanas. Temiendo por su seguridad, las criaturas decidieron nuevamente regresar al bajo mundo, donde encontraron esperanza con el reinado de un rey vampiro. No obstante, muchos no terminaron encontrando el consuelo que tanto anhelaban. En Transilvania Oscura, un reino del "Bajo Mundo", una secta que rendía culto a Lilith, la primera vampira de la historia, se encargó de sembrar el miedo a través de una guerra. Los doce reyes vampiros lograron aniquilar la secta, pero algunos creyentes se expandieron hacia otras naciones.
En el año de 1815, Dimitric Van Vonter fue coronado como el monarca de Transilvania Oscura, la nación que no conocía el sol. Al poco tiempo de su coronación, Dimitric contrajo matrimonio con una joven llamada Clementika, una humana que conoció en la Transilvania del mundo humano. Dimitric solía visitar estos pueblos porque buscaba instaurar una alianza entre ambos mundos. En su propia nación amaban la dulzura y amabilidad de la humana. No temía de las criaturas y les hablaba a todos por igual. No obstante, para Transilvania Oscura no fueron buenos años. Desde hacía dos años atrás, la secta de Lilith había vuelto y la guerra volvió a estallar. Un grupo de vampiros se oponían a la monarquía del rey Dimitric y para complicar su situación, el líder era su propio hermano, Jonathan Van Vonter. Al igual que en la primera gran guerra, los dos "Lunares", es decir los dioses vampiros que controlaban la magia lunar, se enfrentaron como sus antepasados.
En la noche del 12 de octubre, Dimitric y Clementika esperaban el ansioso alumbramiento de sus primeros hijos. Clementika se encontraba en lo más alto de una torre del castillo Van Vonter, siendo atendida por Ofelia, una licántropa que servía a la familia real. Mientras que en el exterior del castillo se libraba un enfrentamiento. Entre el choque de las espadas y las fuertes pisadas de ogros que retumbaban en las paredes y el techo, Clementika dio a luz al primogénito. La reina estaba muy contenta al escuchar el primer llanto de la criatura, pero por más que lo suplicaba, Ofelia no quería entregárselo. La partera había notado algo muy extraño. El bebé era un vampúmano: una criatura híbrida que poseía el alma humana y el alma de un vampiro. Los primeros dioses vampiros fueron vampúmanos y llegaron a ser más fuertes que los mismísimos "Lunares". Ofelia supo que el nacimiento del primogénito podría traer consecuencias negativas para el reino.
