~XXXII~Brebaje (2)

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¡Tic, toc!

El sonido del reloj sobre el escritorio de Dumbledore comenzaba a irritar al pocionista. Había meditado por días, ¿Cómo hacer el brebaje? No podía hacer la poción como cualquier otra. Esta era distinta, era una poción para poder dormir, pero al ser para la Nobeless, esta misma poción no podía realizarse por el método tradicional. ¿A qué se refería entonces todas estas cavilaciones del pocionista? Simplemente el lado perfeccionista de Severus Snape le exigía que esa receta debía igualar las pociones de primer nivel. Incluso pensaba que debían ser mucho más allá de las actuales pociones de calidad o pociones consideradas una joya. Aunque la bruja era como todos, al tomar en cuenta su condición de salud, su longevidad y aparte lo "especial de su sangre" (recordemos en la endogamia en los Nobeless era generación tras generación) daba como resultado una lista de cualidades únicas que podrían derivar en un sinfín de reacciones ante la bebida. (N/A: Perdonen tanto enredo médico). No tuvo más opción que consultar a la elfa. ¿Y quién tenía contacto directo con la elfa? Solamente el director.

Por el contrario, Dumbledore no tenía ni un ápice de vergüenza. El anciano sonreía al ver al pocionista, sentado frente al escritorio (estaban en la oficina del anciano), podía ver como el ex mortifago movía sus dedos. Golpeando constantemente el reposabrazos de la silla. Era divertido ver a Severus tan impaciente y nervioso.

—Tardaste un poco. Estaba comenzando a creer que no le darías un regalo.

El comentario logro captar la atención del ex mortifago. El aludido comprendió el doble mensaje. ¿Este ahora quiere creerse Cupido? Desde la llegada de la bruja en el colegio, el anciano no paraba en decirle de forma indirecta que debía acercarse más a la Merlina.

Las flamas de la chimenea tomaron más fuerza. Revelando la presencia de la nueva invitada. Ya no era de sorprender para Severus. Era notorio que la susodicha tuviera total acceso y libre restricción al acceder al colegio.

—He llegado —se anunció la elfa. Observando al par de magos—. Debo admitir que me sorprendió tu carta, pero es claro que la petición es del profesor de pociones.

El aludido sintió la mirada punzante de Libasset sobre él.

—Lamento interrumpir tus deberes, pero considero importante abordar el tema. Si podemos hacer que tu maestro mejore su condición, evitaremos muchos problemas a futuro —explico, Dumbledore.

Aquellas palabras dejaron meditando a la elfa. Pasando su mirada de un mago al otro. Podía explicar los detalles pero no confiaba del todo en el anciano director ni en el pocionista. Pero considerando el peso de rango entre ellos dos. Severus Snape era el de más alto rango en esa oficina. El anciano director no debía saber mucho sobre el tema de cómo llevar a cabo el cuidado de su maestro. Para Albus era claro el mensaje. Libasset no se fiaba a soltar la información.

—Me retirare. Es mejor que hablen entre ustedes ya que serán los involucrados en su cuidado.

Severus solo asintió. Observando al anciano salir de la oficina directiva.

—No solo el anciano. Los incluye a todos ustedes —indico, Libasset.

Los cuadros no ocultaron su molestia. Deseaban escuchar la plática, pero Libasset, sabía muy bien que si se quedaban, estos mismos revelarían la información a Dumbledore. El pocionista observo todo en silencio, no estaba por el momento en posición de refutarle algo a la elfa.

Una vez despejado todo, la aludida se acomodó en la silla del director.

—Bien, puedes empezar.

—Iré al punto. Estoy investigando para crear la poción para dormir y a su vez que pueda ayudarla a reponer su salud física ante el desgaste de su insomnio.

El hijo preferido «Dinastía Merlín»¹Where stories live. Discover now