~XXXI~Brebaje (1)

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Tic, toc.

Sonaban las manecillas de un viejo reloj sobre la chimenea. Un aparatejo muggle algo dañado y roído. ¿Por qué funcionaba? Solo el profesor de ropas negras sabía. Entre las pocas cosas heredadas de su madre, estaba ese vejestorio reloj, hechizado específicamente para poder funcionar dentro del mundo mágico. La oficina se hallaba en completo silencio, solo aquel tic,toc. Daba vida a una habitación llena de libros y pociones. De forma extraña y curiosa se podría disfrutar de ese ambiente. Pero el azote de la enorme puerta al abrirse y cerrarse irrumpió toda calma. Severus Snape, reclinado de espaldas a la puerta. Se tallaba su rostro con ambas manos, había pasado solo unos benditos días y sentía que aún lo sucedido fuera hace unos minutos. Se conocía muy bien a sí mismo, sabia de sus grandes habilidades ¿¡Porque rayos cometió tal acción atrevida!? Tuvo el descaro de decir cosas que un idiota como Lockhart haría, además de tocar de manera atrevida a la bruja.

—En que mierda pensabas.

Por más que analizaba el mago, no sabía en qué momento comenzó actuar así. ¿Sería acaso en esa noche donde hicieron las pases?

—Mejor me alejare del licor un tiempo —se dijo así mismo.

No le daría más vueltas al asunto. Simplemente se acercó al sillón para dejarse caer. Sentía como piedras enormes sobre sus hombros. Le había costado tanto mantener la calma durante las clases. En ocasiones se la encontraba por los corredores. Era claro que ella lo evitaba, seguro estaba alerta o tenia aun vergüenza con lo sucedido.

¡Toc, toc!

Hizo una mueca de disgusto al escuchar que tocaban la puerta. La verdad no quería ni ponerse de pie, estaba agotado mentalmente, se acomodó un poco en el sillón. Incluso cambio su semblante para no dar señales de su cansancio mental. La puerta se abrió por si sola.

—Profesor Snape...

—Eres tú.

De un rápido movimiento de su mano, la puerta se azoto con más fuerza de lo normal. Adams dio un salto enorme por el susto, cayendo toda la pila de pergaminos que traía. Había suplantando a Snape durante los últimos 15 minutos de su clase en Pociones. ¿Severus Snape saltándose las clases? En realidad su cabeza andaba aún rondando con lo sucedido, por ello llego un momento que ya estaba agotado y con ello dejo al grupo realizando una poción, indicando que se le entregaran los resultados y observaciones por escrito, quedando Adams como suplente para dicha labor.

Debido a la extraña relación entre Snape y Adams, este mismo se relajó por completo mostrando su agotamiento. Tallándose su nariz para así amortiguar la leve jaqueca que comenzaba a detonarse en su sien. Quizás por el parecido entre Adams y Eva. El mago tenía la confianza de mostrar su lado fuera del rol como profesor. Lilith observo al pocionista, era claro que no estaba de humor como para mostrarse sarcástico. Sin hacer ningún ruido, la brujilla acomodo los pergaminos sobre la mesilla de la sala, acomodándose en el sillón continuo.

El mago parecía no importarle su presencia, o quizás estaba tan sumido en su pensamiento que no recordaba su llegada, solo se mantenía con los ojos cerrados, mientras su mano extendida sostenía el peso de su cabeza de sien a sien. Cubriendo una parte de su rostro. La verdad lo medito un poco, pero le preguntaría de todos modos al mago. Con algo de valentía se atrevió hablar.

—Profesor Snape —hablo en un todo suave para no irritarlo.

—Que.

La respuesta cortante explico todo, aunque podía notar el tono cansado en su voz. Ni siquiera el mago se había movido un centímetro, como si sostenerse la cabeza evitara que el dolor aminorase.

El hijo preferido «Dinastía Merlín»¹Where stories live. Discover now