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Después del anuncio, se dió pie a qué la velada siguiera su curso. Rérica aún no encontraba la oportunidad de acercarse a Rubén para felicitarle, aún que todavía tenía muchas dudas sobre él, le quería felicitar de manera sincera.

Siguió con Daniel, disfrutando de la velada realmente el chico se encargo de  que se sintiera cómoda en la cena. Hubo un momento en que tuvo que dejarla sola  y está decide ir al tocador, durante el trayecto se topa con su amiga Elisa.

—¡Oh por dios! Estás bellísima amiga—le da una abrazo—sin duda mi habilidad como estilista es buena.

—Hiciste un maravilloso trabajo amiga, gracias.

—Es para que encuentres un buen galán aquí—dijo con emoción.

—Ya te escuchas similar a Laura.

En eso se acerca un hombre moreno, alto y de buen porte y se detiene junto a Elisa.

—Amiga te presento a César Díaz, candidato a alcalde de nuestra ciudad—dijo la castaña.

—Rérica Kovitoba, un gusto señor.

—He escuchado de los Kovitoba, son los dueños de Bambiros Club ¿Verdad?

—Así es, si un día gusta visitarnos lo esperaremos.

—Me gustaría que hiciéramos una entrevista a César en tu local, creo que es un lugar famoso en la ciudad y vendría bien para la publicidad de la campaña, ¿Se puede amiga?—dijo Elisa con emoción y Rérica asintió.

—Eso me ayudaría mucho señoritas, les  prometo devolverles el favor.

Rérica veía a su amiga contenta y sin duda le ayudaría en su proyecto, ella sabía lo importante que es, según lo platicado, aunque lo más triste es que sabe que César está comprometido con alguien que la familia escogió, ella tiene de pareja a un amigo del colegio Sergio Martínez. No sabía que era más triste si su propio caso o el de su amiga.

Después de platicar un poco más, fue al tocador y vio a una niña pequeña en el lugar. Estaba intentando alcanzar el lavabo para limpiar sus manos, se acercó a ella y la cargo para facilitarle el trabajo.

—Muchas gracias señorita—dijo la pequeña niña rubia.

—¿Porqué estás aquí tu sola? ¿Tu madre dónde está?

—Mamá está en el cielo, pero me está vigilando—Rérica se sintió algo mal al escucharlo.

—¿Alguien que venga contigo?

—Mi abuela vino a la tierra conmigo—le pareció extraño lo que decía la pequeña.

En eso se acercó una señora mayor con un elegante vestido y llevaba joyas finas parecía de época al igual que la niña, esta corrió rápidamente a tomar su mano, la señora agradeció y la niña le miro una última vez y le dijo adiós.

—Que bonita niña, no sé porque su cara me es familiar—dijo para si misma.

Decidió que era hora de retirarse, no pudo conversar con Rubén, así que antes de irse decidió aprovechar a dar una vuelta por los jardines de la mansión, pensó que no tendría otra oportunidad de visitar un lugar tan elegante como este.

Durante su trayecto al lago encontró a varias parejas alrededor, eso la hizo sentir algo fuera de lugar y contempló el lugar por algunos.

En eso un chico con una cámara se acercó donde estaba ella y tomo una foto.

—¡Oye! Nadie te dió permiso para hacer eso—dijo molesta.

—¿Rérica? ¿Eres tú?—dijo con sorpresa el chico.

—¿Eduardo? ¿Qué haces aquí?

Ambos se quedaron en silencio sin decir nada, hasta que él decidió hablar.

—Te ves diferente...

—Lo siento me tengo que ir—dijo antes de que sus lágrimas empezarán a caer.

—Espera—dijo mientras la alcanzaba y sujeto su brazo.

—Solo quiero disculparme por lo que te dije.

—Ya es demasiado tarde, no hay nada más que decir.

—Yo traté de que lo nuestro funcionará.

—¿Funcionar? ¿Cómo? ¿Con mentiras? No, esto desde un principio no funcionaba.

—Sigues igual de terca, tu eres la que empezó a imaginar cosas, ya te dije que  era una amiga.

—Ahh... ¿Acaso? encontrarte follando con tu amiga fue mi imaginación y después de ver todos esos mensajes donde negaste nuestra relación fue mi ¿imaginación?

—Estás mal al creer en esas basuras.

—También te escuché decirle a esa chica, que yo solo era una apuesta, que jamás estarías con una gorda como yo.

—Yo siempre te vi como una amiga nada más, realmente disfrutaba pasar tiempo contigo, no quería que se burlaran de nosotros.

—Y... ¿yo qué? Tu te burlaste de mí y no sabes el daño que me hiciste, ni lo que he pasado , yo te amé pero con el paso del tiempo me di cuenta que no era igual de tu parte, tal vez si tuve culpa también, porque yo siempre  inventé una versión tuya que nunca existió—las lágrimas empezaron a caer alrededor de sus mejillas.

—Por favor perdóname Rérica, tienes razón fui un idiota contigo, sentí que las cosas estaban llendo muy rápido y me asusté, pero quiero que  regresemos... siempre has sido mía, fui un completo imbécil, realmente no te he olvidado...

—Ya es muy tarde, no...—decide seguir caminando y este la toma de los hombros e intenta besar, y empiezan a forcejear.

—¡No! ¡Eduardo! ¡Ya basta!—estaban pisando de cerca el lago.

—Admite que aún te sigo gustando.

—¡Que no idiota! Me lastimas los brazos—en eso vio a una niña parecía llorar, era la misma que había visto antes en el tocador.

—¿Estás con alguien más? dime... ¿quién es? Ahora luces más hermosa, no creo que se estes sola.

—Suéltame por favor, la niña esa está muy cerca del lago, puede caer.

—¡No hay nadie! Así que lo haré hasta que me digas la verdad—señalo y realmente no había nadie.

—No hay nada que decir, deja de hacerte el macho y suéltame de una vez—en eso logró soltarse y ambos  dieron un paso más , Rérica piso un pedazo de tierra que se desprendió y cayó al lago.

"Es verdad, aún no he sanado de todo, y ahora que él me vio más hermosa, ¿podrá amarme?..."

—¡Mierda! ¿Qué hice?— decía con impotencia el chico, la gente alrededor se dió cuenta y pronto fueron a pedir auxilio.

Bambiro's ClubDonde viven las historias. Descúbrelo ahora