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Ella sabía que otra vez no estaba bien, que aquellos recuerdos volvían a asaltar su mente, no podía tampoco menospreciar el avance que ha tenido hasta ahora.

"Era realmente horrible, me sentía vigilada las 24 horas del día, mi rutina en la clínica era una tortura, pero sabía que debía soportar esto, la terapia grupal con los otros pacientes era difícil, el socializar con los demás cuando lo único que quería era estar sola.

—Muy bien chicos, daremos inicio a la sesión de hoy—dijo la psicóloga—recuerden chicos que juntos podemos vencer todos esos miedos.

Estaba junto a otros seis chicos, todos teníamos el mismo trastorno en común, pero claramente las razones eran distintas.

Como Alicia Ramos, era una chica casi de mi misma edad, que estaba embarazada y tenía un trastorno alimenticio cómo el mío, el simple hecho de ver su estómago grande le causaba un pánico, era lo que ella nos describía y luchaba cada día por poder comer bien, sabía que tenía un bebé por el cual luchar.

También como el caso de Christian Domínguez, era un chico que desarrollo un caso de bulimia, a causa del bullying que le hacían en el colegio, todos los comentarios hirientes que le hicieron sus compañeros llegaron muy profundo a el, que comenzó su martirio.

Mireya Ordóñez, era una chica que también tenía un trastorno por atracón grave, según sus palabras el hecho de que tuviera sobrepeso no era para que la diagnosticaran con un tca y que no debía estar en este lugar, sus padres la internaron al ver que ella misma no aceptaba su condición, era algo caprichosa y terca sobre ello.

La psicóloga nos decía que para tener un trastorno de conducta alimentaria no era necesario estar en delgadez, cualquier persona en cualquier peso puede padecer que nuestra lucha es real y valida, todos merecemos ayuda y recuperación.

Todos estábamos ahí luchando por nuestros demonios internos, si a alguien le contará que la razón por la cual estoy ahí es un corazón roto, tal vez se burlaría por tan patética razón..."

—¡Rérica, abre por favor!—seguía insistiendo Rubén del otro lado.

—No se preocupe señor, hemos traído las llaves para abrir—dijo la chica encargada abriendo con prontitud y Rubén entro rápidamente y la vio en el suelo.

—Oye mocosa despierta—pronto la alzó en sus brazos y la llevo a un sillón que se encontraba cerca, en eso los demás fueron por un botiquín de primeros auxilios.

—Señor ¿debemos llamar a una ambulancia?—preguntaban los de la tienda.

—No lo creo, solo se desmayo, pásenme algo de alcohol—paso un algodón por su rostro y al poco tiempo reacciono.

—¿Estás bien?— preguntó el pelinegro.

—Si solo tuve un mareo, una disculpa por esto—dijo tratando de sentarse.

—Te llevaré a casa.

—Solamente me alcance a probarme un vestido, no pude hacerlo con los demás.

—Compraré los tres que elegiste y tú lleva el que quieras a la cena.

—No...eso es demasiado dinero.

—No tengo problema con ello, por favor...—hizo una seña para que los envolvieran y poder irse.

Al día siguiente antes de irse a la cena, paso por el salón de belleza, llevaba mucho tiempo sin ir a uno. Era hora de visitar a el negocio familiar de su mejor amiga, Elisa Rodríguez, ellas se conocieron en la escuela secundaria y desde ahí se volvieron mejores amigas, era la única persona que sabía la razón de lo que había sucedido con Rérica.

Bambiro's ClubWhere stories live. Discover now