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Marco Castro y Ellery Guzmán

III/VI


—Ya está todo listo —entró Marco, avisando—. Vamos a darte algo de ropa, para que te cambies —se dirigió a la castaña.

Ella asintió y se levantó del sofá.

—¿Llegaremos a alguna otra tienda? —cuestionó la castaña.

—Sí, al Oxxo, pero ya en el camino. Ama', voy a dejar estas flores aquí, las voy a poner en agua, para que no se echen a perder —le informó a la mujer.

—No se me había ocurrido eso —comentó Ellery.

—Sí, mijo', no hay ningún problema.

El de mirada chocolatosa se dirigió a la cocina y minutos después regresó con las mujeres, pero ahora con las flores dentro de un bote especiero de plástico.

—Hijo de la verga —murmuró la señora al verlo, y las tres jóvenes rieron levemente— ¿No había otro bote? —preguntó.

—Sí… o no sé.

—Tantos pinches floreros y agarras el del espaguetis.

—Pero, espérese a regañarme más tarde, hay visita —comentó el joven influencer.

—Por mí no se detenga señora —se burló Ellery—, es más, me encerró en el carro —agregó maliciosa.

—¿Por qué?

—No seas mentirosa —hablaron los Castro Cárdenas simultáneamente.

—No soy mentirosa, es la verdad.

—¿Por qué la encerraste? —volvió a preguntar, a la par que le daba un pellizco.

—Ay, ama —se quejó.

—¿Por qué?

—Es que, no quería que le abriera la puerta —respondió moviéndose de lugar para que su mamá no volviera a darle un torniscón—, y pos, yo la quería abrir.

—Bueno, eso no tiene nada de malo, que te quiera abrir la puerta, hija —habló la señora, como si fuera demasiado obvio.

—Pero, me da pena que haga eso, van a pensar que soy huevona —confesó con una pizca de vergüenza.

—Tú deja que Marco te abra la puerta y que hablen lo que querían, al final de cuentas, a la gente, jamás la vas a tener contenta.

—¿Ya oíste?

—Sí, ya oí —respondió la castaña.

—Vamos a darte ropa, antes de que se haga más tarde, vente —invitó el joven mientras comenzaba a caminar.

—¿Puedo ir? —le cuestionó Ellery a la matriarca.

—Sí, mija', pásale, usted está en su casa.

—Gracias, permiso.

—Propió.

Marco comenzó a guiarla hasta su habitación y la invitó a pasar. Él se dirigió a su guarda ropa y ella se sentó a la orilla de la cama matrimonial que se encontraba en medio pero pegaba a una pared de la pieza. Después de unos breves momentos, el castaño se acercó y le extendió una camisa Fox con detalles en morado y rojo, también uno de sus shorts negros.

—Ponte esto, yo me iré a cambiar al baño y regreso para ver cómo te queda ¿Hecho?

—Hecho —respondió con una leve sonrisa.

Qᴜɪᴇʀᴏ ᴜɴ ғᴜᴛᴜʀᴏ ᴊᴜɴᴛᴏs... 𝑀𝑇Where stories live. Discover now