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Ellery Guzmán y Marco Castro


Ellery Guzmán —Culiacán, Sinaloa.

8:00 a.m.
Paolo se encontraba sentado en el comedor, junto a seis jóvenes que parecía que no tenían idea de qué hora o día era.

Miró al joven frente a él. Orlando tenía la mirada perdida sobre su plato que tenía servido: huevo con tocino y frijoles, a lado de él estaba Enrique, tenía su cabeza recargada en su mano derecha y parecía que en cualquier momento se quedaría dormido, Ellery comía su alimento de manera lenta, como tratando de procesar sus movimientos y parecía que le había explotado el boiler, y ni qué decir de Chava, Gabriel y Carlos.

—¿A qué hora se durmieron anoche? —pregunta el mayor llamando la atención de todos.

—¿Quieres la verdad o la mentira? —responde Enrique y el hombre lo miró en espera de su respuesta— A las cuatro de la mañana... creo

—Ellery —la nombrada sólo musitó un mh— ¿Ya les dijiste que en un mes y medio viajarán a España?

Escuchar esa pregunta fue como si le hubieran aventado un balde de agua fría a la nombrada, todo el sueño que tenía se había esfumado en unos segundos y miró al hombre.

—No se los dije, lo olvidé

—¿A quién se lo tenía que decir? —pregunta Chava.

—A ustedes, viajaremos a España, claro, si quieren ir —respondió Ellery—, se acerca el aniversario ciento dos de la empresa y se llevará a cabo una celebración —agregó mirando a su escoltas y amigo.

—¿Por qué nos quieres a nosotros? —cuestiona Carlos sin entender nada.

—Porque son mis escoltas y amigos, deberían acompañarme, pero nos los voy a obligar a ir

—¿Cuánto dinero necesitamos para ir? —fue el turno de Gabriel para preguntar.

—Nada, a menos que ustedes quieran gastar allá, estaremos dos semanas: una antes de la celebración y otra después, y necesitan tener su visa y pasaporte, si no la tienen para mover mis influencias y tramitarla

Todos se miraron por unos segundos antes de responder Yo sí voy.

Ellery y Paolo charlaron un rato con ellos, también convencieron a Chiquete de que fuera.

Enrique jamás se perdió las celebraciones de aniversario, asistía desde que era mayor de edad, era su oportunidad de convivir con su mejor amiga, ya que eran pocas las veces que se podían ver.

11:30 a.m.
—¿Entonces es de etiqueta? —cuestiona Enrique mientras se observaba la vestimenta en el espejo.

—Algo así, será entre formal y no formal —respondió Ellery mientras le acomodaba el saco.

—No es por nada, pero no me gustan los smoking —se quejó Orlando saliendo del vestidor—, menos los zapatos de vestir —agregó.

—Si quieren pueden usarlos con tenis y no es un smoking como tal, sólo es una vestimenta formal —respondió ella y de los vestidores salieron Chava, Carlos y Gabriel.

Ambos se pararon frente al espejo y se miraron por unos segundos.

—¿Cómo nos vemos? —pregunta Gabriel.

—Bien, sólo que necesitan pararse un poco más rectos —contestó acercándose a él para indicarle cómo pararse.

—¿En cuánto saldrá el traje? —inquirió Carlos— A de valer uno de mis riñones.

Qᴜɪᴇʀᴏ ᴜɴ ғᴜᴛᴜʀᴏ ᴊᴜɴᴛᴏs... 𝑀𝑇Where stories live. Discover now