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12 de noviembre, 2038

10:11 a.m.

Juliette



Detroit amaneció completamente escarchado esa mañana.

La nieve no se detuvo en ningún momento durante toda la noche. Congelando las calles de toda la ciudad en pleno noviembre. Sin ser oficialmente invierno. Haciendo que, después de la victoria androide, reinara la tranquilidad esa mañana. Viendo como las calles estaban repletas de nieve. Intactas por el poco movimiento sobre las mismas. 

Era casi irónico pensar en lo silencioso que se mantenía el ambiente. Después de que en las mismas calles se había vivido una verdadera revolución androide. Con solo unas horas de diferencia. Sin las personas llenando las avenidas de la ciudad como cotidianamente ocurría, generaba un ambiente realmente grato. Incluso podías escuchar a los pájaros cantar con claridad, a pesar de que lo hicieran suevamente. 

No había bullicio. Solo era tranquilidad. Una tranquilidad realmente extraña para mi, pero completamente agradable. 

Gran parte de la mañana pude dedicarme a eso. Envolviéndome en el silencio de mi alrededor. Limitándome a disfrutar de aquella paz de la humanidad por unos momentos, a pesar de que perteneciera a la misma. Ignorando ser humana por un momento, mientras guardaba respeto hacia otro humano que no estaba acompañándome en ese instante. Pasando gran parte de la mañana frente a la tumba de mi padre. Con la nieve bajo mis pies. Disfrutando del silencio. 

Connor insistió constantes veces en acompañarme. Después de todo lo que vivimos esa misma madrugada, se negaba completamente a la idea de dejarme sola. Tanto por mi propia seguridad como por el hecho de querer acompañarme en una fecha como esta. Preocupado por mi. 

A pesar de que me convenciera la idea de que me acompañara en este proceso, realmente necesitaba hacer esto sola. Era una herida que debía sanar por mi misma para poder dejarla finalmente atrás. Y para mi suerte, Connor pudo comprenderlo. Me agradaba el hecho que estuviese aprendiendo a ser más responsable afectivamente. Como un humano. Debía admitir que aprendía rápido. Y sus ganas de aprender respecto a sus emociones y el sentir eran inmensas. Recordarlo me hizo sonreír inconscientemente al detenerme a pensarlo por un momento. 

A mi padre realmente le hubiese agradado.

—Hola, papá —finalmente hablo. Viendo directamente la tumba frente a mi. Con cierta decisión a la que no estaba acostumbrada a sentir. Pero que realmente me gustaba— Lo sé. Ha pasado poco tiempo de mi última visita. Pero es una fecha especial, ¿no lo crees?

Mis propias palabras me hacen mantener la mirada baja por unos momentos. Hoy se cumplían nueve años de su muerte. Durante todos estos años, inevitablemente percibía esta fecha como un día oscuro. Y con buena razón a mi parecer. Era un día el cual no me gustaba recordar en lo absoluto. El peor día del año. Que mientras más rápido pasara, mejor sería para mí. Era una fecha marcada en el calendario que esperaba que jamás llegara. Aunque siempre lo hacía. Inevitablemente para mi mala suerte. 

Este día siempre tuvo un aura negativa para mi. Pero esta vez... fue la excepción. 

Si no hubiese vivido todo lo que debimos pasar los días anteriores, probablemente este día hubiese sido igual al que los años anteriores. Completo de tristeza. Evitando visitar este lugar, mientras la pena en mi pecho me consumiera hasta que llegara la mañana siguiente. Teniendo que esperar otro año para volver a sentirla. Y así hasta que dejara de doler, aunque lo haría toda mi vida. Pero esa mañana fue diferente. Los hechos lo hicieron diferente.

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⏰ Última actualización: Jul 13, 2023 ⏰

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